Quizá más de un lector se habrá acordado de estas palabras, o de
otras semejantes, que C.S. Lewis escribe en su "La abolición del
hombre", a propósito de la decisión de la Corte Suprema de los Estados
Unidos, que concede los mismo derechos al hombre y la mujer unidos en
matrimonio, que a dos personas del mismo sexo que se unen y viven bajo
la protección de la ley.
En este caso, no han sido los Estados Unidos los que han abierto el
campo en la "abolición del hombre", como ocurrió con la sentencia del
aborto en 1973. Esta vez sigue el paso de otros Tribunales y Parlamentos
europeos, entre ellos los de nuestro país. La sentencia americana,
sin embargo, no llega a la aberración de lo que afirmó nuestro Tribunal
Constitucional en su reciente sentencia sobre la unión de personas
homosexuales.
La cuestión de fondo no está, obviamente, en el reconocimiento de un
mismo trato legal – los americanos se limitan a la cuestión de impuesto,
en definitiva- a personas que viven en condiciones diferentes y
distintas de vida. La cuestión está en la "abolición del sentido del
lenguaje", al hablar de personas que viven en el "same-sex marriage".
Francia ha dado un paso semejante hace poco, después de años que
reconocer los mismos derechos a personas del mismo sexo que viven en
esas condiciones, pero nunca lo llamó "matrimonio". Y no lo hizo,
sencillamente, porque no lo es.
Las palabras, el lenguaje, se puede manipular; la naturaleza sin
embargo se resiste a cualquier manipulación del hombre. Cambiamos lo que
"significa" para nosotros; pero no podemos cambiar lo que de verdad es.
El Matrimonio es lo que es –un hombre y una mujer y sus hijos en
familia- y las leyes que usan esa palabra no pueden cambiar su realidad.
"Que se casen los que se quieren", dicen los manipuladores del
lenguaje. ¿Sirve esa soflama para incluir en las leyes del "matrimonio"
así concebido a las uniones entre padres e hijas; entre madres e hijos;
entre hermanos? Si se manipulan así las palabras, ¿por qué alguien se
escandaliza de que un anciano se venda para "casarse" con una muchacha
que quiere obtener la nacionalidad; y que, lógicamente, deshace el
"matrimonio" a los tres meses?
Quizá la palabra más manipulada para deshacer la "naturaleza" del
hombre; e inventarse un "nuevo hombre", una "nueva mujer", un "nuevo
matrimonio", es Amor, Quererse, cuando se reduce a un simple acto
sexual, genital..
C. S. Lewis hace decir a los "Manipuladores": "Después de todo, la
mayoría queremos más o menos lo mismo: comida, bebida e intercambios
sexuales, diversión, arte, ciencia, y una vida lo más larga posible para
los individuos y la especie. Digámosles, simplemente: Esto es lo que
nos gusta; y manipulemos a los hombres de modo que logremos el objetivo.
¿Cuál es el problema?".
La presencia de la Muerte; y la perspectiva de vida eterna que
abre. Si no hay verdades por las que vale la pena morir; tampoco vale
la pena vivir. Y por el Matrimonio, por la Familia, por los padres, por
las madres, por los hijos, bien vale la pena morir; y Vivir. Son
fecundas en Vida, en Amor, en Sentido.
Las uniones del mismo sexo son estériles por "naturaleza". La Corte
Suprema de los Estados Unidos ha reconocido igualdad de trato
impositivo; y que se puedan heredar los unos y las otras. Si pasan de
ahí, el camino de la "abolición del hombre" habrá dado un paso más, y
Europa y América seguirán desempeñándose en el vacío, en el abismo de lo
"sin sentido"..
Ernesto Juliá Díazernesto.julia@gmail.com
religionconfidencial.com
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