Los
chicos necesitan de nuevo un modelo que imitar, y los padres deben
volver a ser guías, enseñándoles a discernir los verdaderos valores y
haciendo de mediadores entre las normas que hay que respetar y las
libertades que hay que conquistar y manejar de acuerdo con la edad
Hoy
día, los niños tienen acceso a las mismas herramientas de comunicación
que los adultos; es más: paradójicamente, los jóvenes y los niños son
capaces de gestionar la evolución de la tecnología y la comunicación con
más facilidad que los adultos, y saltan así, de hecho y a priori, el parental filter.
Ahora son los niños quienes introducen y guían a los padres en el mundo
virtual. En apariencia, parece que los papeles se han invertido.
La
comunicación —entendida como sinónimo de educación—, ha sido vista
siempre en el tiempo a través de la figura de un mediador, un moderador
de carne y hueso. Cuando la cultura se transmitía simplemente por vía
oral y, posteriormente, por escrito, era siempre necesaria una figura
humana, adulta, que daba acceso a los contenidos y servía como guía en
la búsqueda de las verdades de la vida.
De
hecho, a través de un sencillo relato, o mejor aún, de un cuento, en lo
que se refiere a los niños era posible transmitir los principales
conocimientos y ayudarles de modo simple a crecer orientándose en el
mundo. Y son muchos los cuentos que nos ofrecen, al menos en parte o en
algún aspecto, la imagen del padre esbozada más arriba (basta pensar en
la fábula del Príncipe rana, en la que el padre induce a la princesa a cumplir su promesa; en Pulgarcito, el padre deja al niño la libertad de explorar el mundo, pero está listo para acogerle y ayudarle cuando regresa al hogar; en El gorrión y sus cuatro hijos, el padre da consejos para que los pequeños puedan enfrentarse al mundo).
Pero
quizás hay un cuento que puede realmente erigirse en icono y guía entre
todos los demás, ya que en él se encuentran todos los aspectos del
verdadero padre: Las aventuras de Pinocho, el libro de aventuras para niños más traducido y conocido en el mundo. Geppetto, el artesano constructor y padre de Pinocho, tiene un papel fundamental. Simbólicamente, la de Pinocho
es la historia de un niño que, en el fondo, aprende a crecer, con todas
las debilidades y contradicciones de la edad, pero también con todo el
deseo de aprender para hacerse mayor.
La
historia, con todo su reconocido valor pedagógico-educativo para
cualquier tiempo y lugar, es un recorrido de aventuras de la marioneta,
formado por una sucesión de situaciones en las que cada epílogo es el
resultado de una elección individual entre lo que es bueno —sugerido por
diversos personajes en el contexto de la narración (el Grillo Parlante, el Hada de los cabellos Turquesa...)— en contraposición a lo que es malo, indicado por otros personajes como el Zorro y el Gato o Lucignolo.
En este recorrido, la figura de Geppetto sobresale en su papel de padre, gracias al cual el trozo de madera "cobra vida",
y hacia quien la marioneta tiende siempre hasta el epílogo, cuando se
da el paso de lo inanimado al ser animado, fin que mueve toda la acción
del protagonista. De hecho, ya al comienzo de la historia aparece la
voluntad del trozo de madera que quiere cambiar su estado; es por eso
que entre maese Cereza, que quiere hacer con él una pata para una mesa (dejándolo inanimado), y Geppetto,
que en cambio quiere hacer un títere que sepa bailar e ir con él por el
mundo (llevándolo a lo animado) escoge al segundo, que lo considera
como un hijo, asociando a su figura de generador también la de padre y
educador. Como tal, por lo tanto, el Geppetto padre, ayuda a la marioneta en su camino y lo socorre siempre que se aleja de él para volver después pidiendo ayuda.
De este modo, por ejemplo, Geppetto rehace los pies que el títere distraído se ha quemado; y alimenta a Pinocho hambriento con las tres únicas peras que había traído de la cárcel. El padre Geppetto
se sacrifica con tal de dar al hijo los medios para que pueda continuar
su camino, y se inventa como puede la ropa para vestirlo, mientras
vende la suya para comprarle el abecedario. De nuevo, el Geppetto padre
dará al títere una serie de consejos para el futuro, dejándole al mismo
tiempo la libertad de elegir, conscientes ambos de que, cualquiera que
sea su decisión, siempre estará allí para apoyarle.
Es así como Pinocho
se enfrenta a su camino en la vida, eligiendo, equivocándose y
levantándose hasta que completa el recorrido y devuelve a su padre lo
que le ha dado: es él quien lo rescata del vientre de la ballena, es él
quien construye el carro para transportarlo cuando ya está viejo y
cansado, y es él el que trabaja para mantener a ambos. Y de este modo se
realiza el acto final con la mediación del hada, expresión de la
sabiduría que crece con la experiencia, que permite a la marioneta
convertirse en un niño de verdad y vivir en la misma dimensión que el
padre. ¿Qué podría ser más explicativo que una historia de crecimiento y
educación a la sociedad como Las aventuras de Pinocho, donde el
padre asume esa justa dimensión que hoy parece perdida y que en la
situación actual resulta tan necesario reconquistar? ¿Será hoy también
un cuento de hadas el que nos enseñe el camino que debemos recorrer para
regenerarnos a nosotros mismos y a la sociedad en que vivimos?
Los
padres deben entrar en los mundos virtuales de los niños, participar en
sus mundos y viajar junto a ellos en ese descubrimiento de nuevas
realidades que construye la vida diaria de cada niño. Efectivamente, los
chicos necesitan de nuevo un modelo que imitar, y los padres deben
volver a ser guías, enseñándoles a discernir los verdaderos valores y
haciendo de mediadores entre las normas que hay que respetar y las
libertades que hay que conquistar y manejar de acuerdo con la edad.
Dario
Nuzzo es Owner y Art Director de DD Enter Srl, Business Development y
PR Manager de la Fundación Nacional Collodi, y autor y creador del
pluripremiado formato de televisión PALLINO MUKKO, dirigido a jóvenes y
familias, con un fuerte componente educativo
FamilyAndMedia.eu / Almudí
No hay comentarios:
Publicar un comentario