"La
misión del Magisterio no es oponerse al pensamiento, sino crear un
espacio para la verdad, recordarnos que hay una verdad que nos
trasciende y señalarnos el camino para llegar a ella o advertirnos
cuando nos hemos desviado en su búsqueda"
Leo en un diario de ámbito nacional (El Mundo, 31-III-12): «uno
de los más importantes y prestigiosos teólogos españoles, ha sido
condenado por los obispos de la comisión permanente, a través de una
nota de la Comisión para la Doctrina de la Fe, porque sus escritos
teológicos "no se compadecen con lo que afirma la doctrina de la
Iglesia" y, además, "siembran inquietud entre los fieles"». Se recoge la reacción del teólogo en cuestión que comenta, «me siento escandalizado y triste».
Tres
semanas antes otro medio de comunicación se hacía eco de otro teólogo
que ha sido apartado de la docencia de la teología en su diócesis de
origen a raíz de su obra “Otra teología es posible”. El comentario del autor de la obra no se hizo esperar: «me parece una injerencia en mi vida profesional y una coacción de los católicos».
Noticias
como esta producen desconcierto en los fieles y obligan a reflexionar
sobre la relación entre autoridad de la iglesia y teólogos.
Tengo ante mí una conferencia que pronunció el entonces Cardenal Dr. Joseph Ratzinger el 31 de enero de 1998, con motivo de su investidura como doctor honoris causa por la universidad de Navarra.
El
Cardenal se planteaba si su cargo como Prefecto de la Congregación para
la Doctrina de la fe, al que corresponde analizar los escritos de
algunos teólogos, no estaría en contradicción con la esencia de la
ciencia y por tanto también con la naturaleza de la teología, pues
censurar parece ir en contra del progreso.
En primer lugar señalaba el Cardenal Ratzinger, que preguntas como éstas, «que
tocan la esencia de la doctrina católica, requieren sin duda un
continuo examen de conciencia, tanto por parte de los teólogos como de
aquellos otros que están constituidos en autoridad dentro de la Iglesia,
quienes deben ser también teólogos para poder realizar adecuadamente su
oficio».
Una reflexión que nos lleva a preguntarnos sobre la naturaleza de la teología. «El
camino de la Teología se encuentra bien expresado en la fórmula "Credo
ut intelligam": acepto un presupuesto previamente dado para encontrar,
desde él y en él, el acceso a la vida verdadera, a la verdadera
comprensión de mí mismo. Esto significa a su vez que la Teología
presupone, por su propia naturaleza, una "auctoritas"». Hay un presupuesto en la teología que nos trasciende.
Este presupuesto lo encontramos en la palabra de Dios. «La Escritura, la Palabra que nos ha sido dada
como presupuesto, la que está en el centro de los esfuerzos de la
Teología, no está aislada, por su misma naturaleza, ni es solamente un
libro. Su sujeto humano, el Pueblo de Dios, está vivo y se mantiene
idéntico consigo mismo a través de los tiempos (...); sin su sujeto vivo
e imperecedero que es la Iglesia, a la Escritura la faltaría la
contemporaneidad con nosotros... quedaría reducida a simple literatura
que es interpretada... Y de este modo también la Teología quedaría
convertida, de una parte en pura historia de la literatura y en historia
de los tiempos pasados y, por otro lado, en filosofía de la religión y
en ciencia de la religión en general».
En
definitiva, la misión del Magisterio no es oponerse al pensamiento,
sino crear un espacio para la verdad, recordarnos que hay una verdad que
nos trasciende y señalarnos el camino para llegar a ella o advertirnos
cuando nos hemos desviado en su búsqueda.
Profundizar
en la verdad teológica es una tarea excitante a la vez que arriesgada y
requiere una gran dosis de humildad para someterse, para escuchar y
obedecer. «Se trata no de hacer valer lo propio, sino de mantener
abierto el espacio para el hablar del Otro, sin cuya Palabra presente
todo lo demás cae en el vacío. El Magisterio bien entendido debe ser un
servicio humilde para que siempre sea posible la Teología verdadera, y
así se puedan oír las respuestas sin las cuales no podemos vivir
rectamente», concluye el Cardenal Ratzinger.
Javier Palos
temesdavui.org / Almudí
Muchas gracias por compartir y por dar a conocer artículos como este: exento de polémica inútil, lúcido en sus planteamientos y claro en su objetivo.
ResponderEliminarUn saludo.