La Jornada Evangelium vitae, que se celebra este fin de semana en Roma, pretende que los católicos tomen conciencia de que la defensa de la vida es una cuestión central de nuestra fe, y de que luchar por esta causa “vale la pena”, porque «el Señor de la vida está con nosotros»
El Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Mons. Ignacio Carrasco de Paula, explica que anunciar el Evangelio de la vida es transmitir que “es bueno que existas”.
¿Por qué se ha incluido una Jornada dedicada a la vida dentro de los actos del Año de la fe?
Es un tema muy importante, para la Iglesia y para la sociedad. Hay una conciencia general de que es una de las cuestiones centrales para cualquier cultura. La gravedad de los ataques a la vida ha ayudado a tomar conciencia del problema y es, sin duda, un factor; pero no el único. Fue una de las cosas de las que se dio cuenta Juan Pablo II. En la encíclicaEvangelium vitae, acuñó la expresión cultura de la muerte, una realidad que se caracteriza por no dar importancia alguna a la vida en sí misma, sino respetarla sólo si tiene ciertas cualidades.
¿Qué relación tiene esta cuestión con nuestra fe?
La fe no es sólo la profesión del Credo, incluye también el testimonio. La Jornada se organiza para que tomemos de nuevo conciencia de lo importante que es esta cuestión, y de que vale la pena luchar; es algo que el Señor quiere. Aunque parezca que no sirve para nada, sirve muchísimo. A pesar de la desproporción de medios respecto a quienes trabajan no a favor de la vida, hay que tener fe, porque tenemos al Señor de la vida con nosotros. Insisto en esto, no sólo porque, cuando uno cree que una cosa es válida le cuesta menos hacerla, sino también porque saberlo ayuda a trabajar con serenidad, con equilibrio, sin amargarse ni buscar enemigos innecesariamente. También a los que favorecen la cultura de la muerte hay que salvarlos. La conversión de esta gente es una noticia frecuente.
¿Qué significa hablar del Evangelio de la vida?
En el Evangelio, la vida juega un rol fundamental. El Señor mismo se presenta como el que da la vida: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida»; «He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia». No quiere decir sólo que nos ofrece una nueva vida sobrenatural, sino que la vida que todos hemos recibido ya es un don en el que está presente Cristo. Esta vida es, ya, una anticipación de la eterna.
¿Cómo anunciar esta Buena Noticia hoy?
La proclamación de la vida es, en el fondo, transmitir la experiencia de la felicidad de existir: «Es muy bueno que tú existas, si no existieras habría que inventarte». Muchas veces, este anuncio viene simplemente por la coherencia de nuestra vida. Los católicos no tenemos una respuesta única para todos los problemas, pero, de las diversas posibilidades, hay que elegir las compatibles con la fe. Un católico no tiene la obligación de coger una pancarta y salir a la calle. Si lo hace, demostrando que somos normales, fenomenal. Si a otro eso no le gusta, muy bien; pero siempre podrá hacer algo en su lugar de trabajo, en su familia: educando a sus hijos, dando su opinión, tendiendo la mano a una amiga que está pensando abortar... A veces, el anuncio viene con hechos más extraordinarios, como las mujeres que siguen adelante con un embarazo, aunque se jueguen la vida. Recuerdo, en el Hospital Gemelli, un caso de un embarazo ectópico. La principal preocupación de la madre era salvar al hijo. Sus motivos no eran religiosos, pero ahí Dios tiene algo que decir, porque Él nos ha creado así.
Siempre se repite que la defensa de la vida es una cuestión aconfesional, de razón natural. ¿Por qué, entonces, la mayoría de personas comprometidas con ella son creyentes?
La sensibilidad moral de una persona creyente, en general, está despierta, y por eso reacciona. La conciencia se puede hacer cada vez más fina, o más insensible, aunque sin desaparecer completamente. Una vez, conocí a dos investigadores que iban todas las semanas a un hospital donde se practicaban abortos a recoger, de los fetos, colágeno para investigar. Un día, les acompañó un compañero que, cuando vio esto, se negó. Esto hizo reaccionar a los otros, y no volvieron más.
Grandes eventos aparte, ¿qué papel juega la defensa de la vida en la pastoral ordinaria de la Iglesia?
Lo que haya en la Jornada no es nada en comparación con lo que se hace. Esta defensa ha estado siempre en la Iglesia, otra cosa es que ahora se haya estructurado. Esto es útil en una sociedad tan compleja. Las entidades provida hacen muchísimo bien, porque tienen la función de sensibilizar a la opinión pública y al poder. Pero la vida no se sostiene sólo con eso. En el ámbito médico, no hay en el mundo una institución como la Iglesia. Vas al pueblo más perdido de África y hay un pequeño dispensario. En Estados Unidos, hasta hace no mucho los hospitales católicos representaban una fuerza impresionante, aunque muchos están desapareciendo. Es una cuestión muy importante, y me gustaría que hubiera más sensibilidad para salvarlos. En el Gemelli, a veces llegaban mujeres pensando que allí podían abortar. Antes de explicarles que no era así, se las atendía y entendía, no se las echaba. Muchos años, más de la mitad no abortaba. No estoy contraponiendo cosas: hace falta todo y ojalá tengamos más.
almudí
No hay comentarios:
Publicar un comentario