jueves, 14 de junio de 2012

Apocalipsis ambiental

   La revista Nature publicó un estudio previo a la cumbre de Río de Janeiro sobre desarrollo sostenible que se inaugura el día 20, para calentar motores, que no el clima. Levante-EMV se hacía eco recientemente del informe GEO5 que señala, entre otros, los aspectos negativos del crecimiento de la población, la producción y el consumo, la urbanización y la globalización.

 Junto a muchos elementos de juicio sensatos, se vuelve a abrir el melón apocalíptico. Algunos científicos concluyen que estamos en lo que califican como la sexta extinción de las especies. Es la tesis defendida, entre otros, por Miguel Delibes (hijo) en su libro La naturaleza en peligro. Y para evitar esta hecatombe hay que frenar el «desmedido» aumento de la población.


   Todo esto no es nuevo. Desde que Malthus enunciara en 1798 que la población aumentaba en progresión geométrica y los recursos en progresión aritmética, es un debate que cada diez años, más o menos, se renueva. En 1972 el Club de Roma publicó Los límites del crecimiento con unas predicciones fallidas. Algunos demógrafos consideraron que la bajada de la natalidad perjudicaría gravemente a Occidente (Sauvy, Chaunu, Ferrer, Dumont, etcétera), como de hecho está sucediendo. Otros, por el contrario, han seguido, erre que erre, defendiendo una drástica reducción poblacional a nivel planetario. Fue famosa la controversia mantenida por Colin Clark y Paul Ehrlich, durante la década de los 80 del pasado siglo. Ya en el siglo XXI, Julian Simon demostró cómo el crecimiento de la población no obstaculiza el desarrollo económico, sino que aumenta los estándares de vida a largo plazo.

   Nadie duda de que estemos inmersos en una crisis ambiental de gran envergadura. Pero lo que resalta es que se le pueda dar credibilidad todavía a la teoría maltusiana que tiene más de 200 años y no ha acertado en ninguna de sus previsiones. El problema en Occidente es que han calado tanto las tesis malthusianas que se está despoblando.
 
   El problema del desarrollo no es meramente técnico, sino moral. Si se entiende el desarrollo como tener más en lugar de ser más, el conflicto está servido. Naturalmente, nadie desea bajar en calidad de vida (concepto éste un tanto etéreo): la sociedad desarrollada nos ha llevado a unos niveles de educación, salud, ocio, etc., que ni siquiera los más recalcitrantes expositores de la deep-ecology quieren dejar de tener para sí. Aunque se puedan hacer otras consideraciones, cuando en una sociedad abundan los vegetarianos es señal de que es una sociedad de hartazgo, o si se prefiere satisfecha (en su acepción de atiborrada). En África (continente despoblado, con multitud de recursos) se comen lo que pillan. El modelo desarrollista, de tener más, está periclitado: las crisis —también la ecológica— nos deben llevar a un cambio de paradigma.

PEDRO LÓPEZ
LEVANTE-EMV

No hay comentarios:

Publicar un comentario