Javier Mª Pérez-Roldán |
Javier Mª Pérez-Roldán, abogado de familia y padre de una niña con espina bífida, responde al neurocirujano Javier Esparza: sus palabras son una elocuente defensa de la vida y una clara denuncia a la eugenesia
El Diario El País publicó ayer una carta del neurocirujano infantil Javier Esparza
que lleva por título "Nadie tiene derecho a obligar al sufrimiento". En
ella se muestra en contra de la prohibición del aborto en los casos de
malformación fetal. En la misma apela a supuestos argumentos
humanitarios para permitir el aborto, tachando a los que se oponen a
ello de ignorantes o de actuar por intereses espurios. Funda su tesis en
un argumento falso como es el sufrimiento de los niños con determinadas
dolencias, y de sus familias.
Desde hace 12 años soy abogado de familia y desde hace 7 padre de una
niña con espina bífida. Durante estos últimos años me he dedicado, en
exclusiva, a dos cosas: velar por el interés de los hijos de mis
clientes, y ejercer como padre de mi hija y de sus otros dos hermanos,
de 5 y 3 años.
Mi hija tiene parálisis en ambas piernas, y desde los tres años convive
diariamente con su silla de ruedas. Tiene también todos los problemas
que usted cita como asociados a la espina bífida, salvo la
siringomielia. Es más, su lesión (que lo es en la modalidad más grave)
está localizada a la altura de la vértebra L4-L5 y según nos comentan
todos los profesionales que la tratan, es la más alta que han visto es
muchos años. Ha pasado por cinco operaciones, y tiene citas periódicas
en siete especialidades médicas.
Ahora bien, mi hija no sufre ni más ni menos que una niña de su edad.
Juega, ríe, quiere, ama y siente exactamente igual que sus dos hermanos
sanos. Y, a veces, también llora, pero sus lágrimas no tienen ningún
poso de amargura ni dolor por encima de las de sus amigas o de las de
sus hermanos, pues como ellos, llora por nimiedades.
Como abogado de familia he conocido niños con depresión crónica por
culpa de la separación tormentosa de sus padres, que arrastran una
existencia triste y sufriente. Como sufren más que mi hija y sus
hermanos, ¿los eliminaría?
Y en cuanto a la familia, fíjese si el sufrimiento no es tan extremo
como usted dice que después de su nacimiento hemos tenido otros dos
hijos, señal de que el cuidado de nuestra hija no nos ha supuesto trauma
ninguno.
Estas anomalías, por sí, no causan el sufrimiento que usted pretende.
De hecho, si bien el dolor ante cualquier enfermedad o revés de la vida
es inevitable, el sufrimiento es totalmente voluntario, pues es éste una
percepción personal y subjetiva de la propia realidad. Hay quien ante
cualquier mínimo problema ante la vida sufre, y sufre sin mesura, y hay
quien ante obstáculos insalvables y dolores sin medida se crece, pues
admite su dolor con entereza.
De hecho, por la enfermedad de mi hija he estado en contacto con
numerosos afectados de espina bífida (algunos en grados muy severos) y
siempre se han manifestado esperanzados y alegres por el don de la vida.
¿Ha oído usted de enfermos de espina bífida que se hayan suicidado o
que hayan solicitado la eutanasia?. Sin duda usted conocerá el estudio
de su compañero neurocirujano Rob de Jong, publicado recientemente en la
revista Pediatric, donde sostiene, por medio de estudios de campo, que
los recién nacidos con este mal congénito apenas tenían dolores.
Por eso me causa sonrojo su carta, llena de adulteraciones de la
realidad vivida por cientos de enfermos y sus familias. Pero mayor
sonrojo me causa su supuesto humanismo. Dice usted que nadie tiene
derecho a obligar al sufrimiento ¿y en qué principio ético funda usted
tan categórica aseveración? ¿y porqué presupone usted el sufrimiento de
estos pacientes?
En cuanto a la fundamentación de su aseveración, alega la mismas causas
que las autoridades nacional-socialistas responsables del plan de
exterminio de enfermos Aktion T4. El plan se fundaba en que había vidas
que no eran dignas de ser vividas, y cuyo asesinato era tanto un acto de
compasión como un beneficio para la comunidad. Usted alega ambas cosas
(igual que los Nazis) pues sostiene que "el colmo" es que los esfuerzos
realizados para el tratamiento de estos niños es un desperdicio, pues
acaban muriendo a los 20 años, y encima arrastrando un sufrimiento sin
medida. ¡Qué argumento tan falaz!
Usted sabe que miente, pues al día de
hoy, la esperanza de vida de estos pacientes es prácticamente la misma
que para personas sanas. Pero es que, además, aunque fuera verdad el
fallecimiento a los 20 años ¿me va a decir usted que no merecen vivir
estos 20 años? Usted está jubilado y pronto empezará a sufrir achaques.
De vida, según las estadísticas del INE, no le quedan más que 16 años
¿le parecería justo que a la primera recaída de usted le privemos de un
tratamiento por lo costosísimo del mismo teniendo en cuenta que no le
quedan años para "amortizar la inversión" y más teniendo en cuenta que
usted, en la vida, ha hecho lo que tenía que hacer? Según su teoría
sería menos grave matar a un zambiano (con una esperanza de vida de 36
años) que a un español (con 81 años de esperanza).
Las personas no son una inversión, son un bien en sí mismo, y no
podemos desahuciar a los que tenga cáncer, o SIDA o cualquier otra
enfermedad por lo costoso del tratamiento y por el alto índice de
mortandad durante el mismo.
En el culmen del paroxismo dice usted que el aborto ayudó a prevenir la
espina bífida. Nos descubre con ello su auténtico rostro, pues según
usted sería muy fácil que España se colocase a la cabeza de los países
saludables. Bastaría con eliminar a todo enfermo o lesionado grave (con
cáncer, SIDA, paralítico por accidente de circulación) para poder vender
al extranjero nuestras estadísticas y colocarnos como el país con la
mejor política de prevención de enfermedades. Veo que usted es de los
expeditivos que opina que muerto el perro se acabó la rabia. ¡Menos mal
que no tiene usted responsabilidades en la política penitencia, pues
sabemos cómo acabaría usted con los índices de delincuencia: fulminando
al delincuente!
Sólo le quiero decir una cosa. Lo que nos hace sufrir a los afectados
por esta enfermedad son los profesionales médicos como usted. Cuando a
los tres meses del embarazo nos anunciaron la enfermedad de nuestra
hija, nos recomendaron insistentemente el aborto, y ello hasta hacernos
sentir culpables si traíamos al mundo a un niña solo para que sufriera.
La realidad es nunca tomamos mejor decisión que tenerla, pues pasado el
tiempo intimamos con dos matrimonios que abortaron a sus hijos por tener
espina bífida ¡no sabe usted el terrible padecimiento moral de estas
dos parejas al ver que si no hubiera cometido tan criminal acto podrían
tener con ellos a sus hijos, que de seguro serían tan alegres y joviales
como la nuestra! Y le preguntó ¿qué derecho tenían los médicos que les
indujeron al aborto a obligarles al calvario de remordimientos que están
pasando?
Que sepa que mi hija enferma tiene la misma dignidad que usted y el
mismo derecho a vivir que tuvo usted. Ninguna sociedad tiene derecho a
decir sobre si la vida de otro es digna o no, o a determinar si una
enfermedad causa o no sufrimiento sin preguntar al afectado.
Mi hija necesita para vivir de la ayuda de otros en el mismo grado en
que yo la necesito, aun estando sano. Si los hombres vivimos en sociedad
es porque nos es necesario el concurso de otros para nuestra
supervivencia. Por esto existe la sociedad y los gobiernos de la mismas:
para ejercitar la ayuda mutua. En occidente tenemos la suerte de que
prosperó la razón benéfica del ágora de Atenas sobre el terror
eugenésico del Taigeto espartano ¿usted que es, ateniense o espartano?
LA GACETA
Felecidades por este articulo.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con usted.
Nadie tiene derecho a creerse dueño de la vida o de la muerte de otro ser humano.
Mi enhorabuena al Sr. Pérez-Roldán por la rotundidad de sus argumentos y por el amor que demuestra a su hija. Con suficiente conocimiento de causa puedo hablar de que nada hace más feliz que hacer feliz a quienes la naturaleza ha privado de alguna facultad.
ResponderEliminar"Sin recurrir a las deportaciones de los seleccionadores nazis,podemos remontarnos a un caso mucho más antiguo; el de los espartanos que, como no disponían de un diagnóstico prenatal, esperaban a que nacieran y aquellos niños que tenían algún defecto físico, o mostraban una complexión incompatible para el uso de las armas, así como aquellas niñas que no se consideraban suficientemente robustas para engendrar futuros soldados, eran arrojados por las laderas del monte Taigeto. Este es el único pueblo de Grecia que practicaba sistemáticamente esta implacable eugenesia. También hay que decir que de todas las polis de Grecia, Esparta es también la única que no ha legado a la humanidad ni un sabio, ni un artista, ni siquiera una ruina. ¿Por qué esta excepción entre los griegos, de donde han salido los himbres más dotados de la tierra? ¿No será que los espartanos, al despeñar a sus bebés má frágiles estaban eliminando sin saberlo a sus poetas, sus músicos y sus sabios del futuro?"
ResponderEliminar[Lejeune, J. (1990) "Génétique, nature humaine et dons de l'Esprit" Revue des Sciences, Morales et Politiques, 1991/1, 325-337]
Le felicito por su carta. Aplaudo sus palabras y simplemente decirle que su carta nos ha impactado a toda la familia . Ustedes son un gran ejemplo para todos nosotros, ejemplo de humanidad y de saber querer.
ResponderEliminarMuchas gracias!