El candidato a magistrado del Tribunal Constitucional defiende en Covadonga la «laicidad positiva» y la «ley natural»
«Hay que intentar hacer entrar en razón al Estado y eso, sin
ley natural, no se puede hacer». Andrés Ollero, aspirante a magistrado
del Tribunal Constitucional y catedrático de Filosofía del Derecho de la
universidad Juan Carlos I, encarriló así la ponencia «Laicidad y la Ley
Natural», que ofreció ayer en el Museo del Santuario de Covadonga. El
Congreso de los Diputados votará el martes la suya y otras tres
candidaturas, que saldrán adelante si tres quintos de la cámara votan a
favor, aunque existe consenso político y es más que probable que así
suceda.
Ollero
desarrolló una ponencia dentro del quinto curso de verano «Las raíces
cristianas de Europa», donde desgranó sus motivos para defender la
presencia de la «ley natural». Ollero definió este término como
«entender que hay unas exigencias jurídicas que derivan de la misma
naturaleza humana y que deben incluso condicionar al legislador». Puso
como ejemplo la época posterior «a la Segunda Guerra Mundial y a la
experiencia nazi. Todo el juego de los Derechos Humanos y fundamentales
se basa en la idea de que el legislador no puede hacer lo que quiera,
sino de que hay unas exigencias jurídicas objetivas y racionalmente
cognoscibles».
Esta
racionalidad que Ollero le atribuye a la «ley natural» fue la que
reivindicó en la religión católica. «El católico medio piensa que los
mandamientos hay que cumplirlos porque Dios ha querido» y los asocia a
prohibición y voluntad, no a «logros». Para combatir esta creencia, el
jurista insistió en que «la idea de que los católicos creemos en un Dios
razonable es fundamental». A su juicio, y al del Papa Benedicto XVI, en
cuyo discurso Ollero se apoyó varias veces a lo largo de la ponencia,
esta idea del «derecho natural» se considera propia del ámbito católico
«y más bien singular. Casi nos avergüenza la sola mención del término».
Sin embargo, el magistrado apuntó que «sería inconcebible un regimen
democrático sin esta ley natural» y explicó que la religión católica la
ha asumido. Pero, en su opinión, la sociedad lo ha hecho de una forma
incorrecta, pues el sentir general es que «hablar de derecho natural nos
dejaría fuera de la laicidad». Esta condición de laico, de alguien o
algo independiente de cualquier organización o confesión religiosa, fue
otra de las piedras de toque de la conferencia de Ollero, que diferenció
entre «laicidad positiva» y «laicismo».
La primera reconoce los beneficios de que la religión esté presente en la sociedad y, a esterespecto,
el aspirante a magistrado indicó que «hasta un agnóstico reconocido
como Habermas entiende que las religiones aportan elementos racionales
al debate civil y que la civilización occidental sería racionalmente
ininteligible si le quitáramos de verdad todos los elementos de origen
religioso que tiene».
El
jurista sevillano subrayó, además, que el propio Tribunal
Constitucional, del que pronto formará parte, habla de «laicidad
positiva, de entender que los elementos religiosos cumplen un papel
positivo en la sociedad». Por el contrario, el laicismo «lo que postula
es una separación tajante de cualquier elemento que tenga aire
religioso». Ollero enlazó este pensamiento con el rechazo, por parte de
algunos, «a la idea de ley natural porque entienden que es una idea
religiosa».
El
jurista y catedrático se preguntó, casi al final de la conferencia, en
qué medida su religión podría influir en su trabajo en el Tribunal
Constitucional, a lo que él mismo se respondió: «Para mí, la religión es
un motivo más para hacer las cosas que haría por mera exigencia de
honestidad personal».
Covadonga (Cangas de Onís),
Patricia MARTÍNEZ
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