miércoles, 18 de julio de 2012

La laicidad positiva y la ley natural

El candidato a magistrado del Tribunal Constitucional defiende en Covadonga la «laicidad positiva» y la «ley natural»

«Hay que intentar hacer entrar en razón al Estado y eso, sin ley natural, no se puede hacer». Andrés Ollero, aspirante a magistrado del Tribunal Constitucional y catedrático de Filosofía del Derecho de la universidad Juan Carlos I, encarriló así la ponencia «Laicidad y la Ley Natural», que ofreció ayer en el Museo del Santuario de Covadonga. El Congreso de los Diputados votará el martes la suya y otras tres candidaturas, que saldrán adelante si tres quintos de la cámara votan a favor, aunque existe consenso político y es más que probable que así suceda.

Ollero desarrolló una ponencia dentro del quinto curso de verano «Las raíces cristianas de Europa», donde desgranó sus motivos para defender la presencia de la «ley natural». Ollero definió este término como «entender que hay unas exigencias jurídicas que derivan de la misma naturaleza humana y que deben incluso condicionar al legislador». Puso como ejemplo la época posterior «a la Segunda Guerra Mundial y a la experiencia nazi. Todo el juego de los Derechos Humanos y fundamentales se basa en la idea de que el legislador no puede hacer lo que quiera, sino de que hay unas exigencias jurídicas objetivas y racionalmente cognoscibles».


Esta racionalidad que Ollero le atribuye a la «ley natural» fue la que reivindicó en la religión católica. «El católico medio piensa que los mandamientos hay que cumplirlos porque Dios ha querido» y los asocia a prohibición y voluntad, no a «logros». Para combatir esta creencia, el jurista insistió en que «la idea de que los católicos creemos en un Dios razonable es fundamental». A su juicio, y al del Papa Benedicto XVI, en cuyo discurso Ollero se apoyó varias veces a lo largo de la ponencia, esta idea del «derecho natural» se considera propia del ámbito católico «y más bien singular. Casi nos avergüenza la sola mención del término». Sin embargo, el magistrado apuntó que «sería inconcebible un regimen democrático sin esta ley natural» y explicó que la religión católica la ha asumido. Pero, en su opinión, la sociedad lo ha hecho de una forma incorrecta, pues el sentir general es que «hablar de derecho natural nos dejaría fuera de la laicidad». Esta condición de laico, de alguien o algo independiente de cualquier organización o confesión religiosa, fue otra de las piedras de toque de la conferencia de Ollero, que diferenció entre «laicidad positiva» y «laicismo».

La primera reconoce los beneficios de que la religión esté presente en la sociedad y, a esterespecto, el aspirante a magistrado indicó que «hasta un agnóstico reconocido como Habermas entiende que las religiones aportan elementos racionales al debate civil y que la civilización occidental sería racionalmente ininteligible si le quitáramos de verdad todos los elementos de origen religioso que tiene».

El jurista sevillano subrayó, además, que el propio Tribunal Constitucional, del que pronto formará parte, habla de «laicidad positiva, de entender que los elementos religiosos cumplen un papel positivo en la sociedad». Por el contrario, el laicismo «lo que postula es una separación tajante de cualquier elemento que tenga aire religioso». Ollero enlazó este pensamiento con el rechazo, por parte de algunos, «a la idea de ley natural porque entienden que es una idea religiosa».

El jurista y catedrático se preguntó, casi al final de la conferencia, en qué medida su religión podría influir en su trabajo en el Tribunal Constitucional, a lo que él mismo se respondió: «Para mí, la religión es un motivo más para hacer las cosas que haría por mera exigencia de honestidad personal». 

Covadonga (Cangas de Onís),
Patricia MARTÍNEZ

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