martes, 31 de julio de 2012

Buena lección olímpica

   La ceremonia de inauguración de esta Olimpiada de 2012 en Londres ha combinado espectacularidad con valores humanos, más que otras veces, bajo la batuta de Danny Boyle. Llama la atención la compleja sincronización al presentar el tránsito de una sociedad agrícola a otra industrial nacida en Inglaterra. 

   Pero sobre todo destacan algunos valores humanos sólidos que tanto necesita la sociedad líquida actual. Me refiero al valor de la historia, "magistra vitae", pues tan válido es lo antiguo como lo moderno, algo que muchos han olvidado.

   También destacaría en esta ceremonia el valor de la vida humana mediante  las espléndidas imágenes de los niños en sus camas atendidos por alegres enfermeras, que cuentan historias de Peter Pan y conjuran la presencia de Mary Poppins. El recuerdo a los seres queridos fallecidos permite vislumbrar una idea trascendente de la vida y la muerte, ausente en otras pomposas ceremonias olímpicas como la de Pekín, atiborrada de frías tecnologías pero como poca humanidad, o la inmersión en el lado oscuro en la Clausura de Barcelona en 1992.


   El afán integrador es clave en las Olimpiadas como ha subrayado esta ceremonia inaugural en la City londinense, donde una viva conciencia nacional se hermana con la pluralidad de países y razas.  Y lo mismo hemos visto en la armonía entre grupos sociales, y hasta la Reina Isabel  custodiada por James Bond, hasta depositarla en el palco presidencial ante  ochenta mil espectadores divertidos por el gesto de humor.

   El mundo entero ha visto una buena relación humana entre niños, adolescentes y adultos; clases trabajadoras del campo y de la ciudad; obreros manuales, sindicatos, e intelectuales. Todo ello sin ideologiazación sino con el buen gusto y fino humor, concentrado en Míster Bean, característico de una nación orgullosa de su historia y de su bandera, de su música clásica y de la moderna. Esperamos que la potente llamarada en el pebetero de doscientos pétales, podrá iluminar estas semanas valores humanos tan necesarios como el valor de la historia y el arraigo, la tradición y la modernidad, el liderazgo y la integración, y otros muchos que subrayan la condición trascendente del ser humano. Y por ello, hasta los trajes de los olímpicos españoles parecían más bonitos.

Jesús Ortíz López
Religión Confidencial

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