La ceremonia de inauguración de esta Olimpiada de 2012 en Londres ha combinado espectacularidad con valores humanos, más que otras veces, bajo la batuta de Danny Boyle.
Llama la atención la compleja sincronización al presentar el tránsito
de una sociedad agrícola a otra industrial nacida en Inglaterra.
Pero
sobre todo destacan algunos valores humanos sólidos que tanto necesita
la sociedad líquida actual. Me refiero al valor de la historia,
"magistra vitae", pues tan válido es lo antiguo como lo moderno, algo
que muchos han olvidado.
También destacaría en esta ceremonia el valor de la vida humana
mediante las espléndidas imágenes de los niños en sus camas atendidos
por alegres enfermeras, que cuentan historias de Peter Pan y conjuran la
presencia de Mary Poppins. El recuerdo a los seres queridos fallecidos
permite vislumbrar una idea trascendente de la vida y la muerte, ausente
en otras pomposas ceremonias olímpicas como la de Pekín, atiborrada de
frías tecnologías pero como poca humanidad, o la inmersión en el lado
oscuro en la Clausura de Barcelona en 1992.
El afán integrador es clave en las Olimpiadas como ha subrayado esta
ceremonia inaugural en la City londinense, donde una viva conciencia
nacional se hermana con la pluralidad de países y razas. Y lo mismo
hemos visto en la armonía entre grupos sociales, y hasta la Reina
Isabel custodiada por James Bond, hasta depositarla en el palco
presidencial ante ochenta mil espectadores divertidos por el gesto de
humor.
El mundo entero ha visto una buena relación humana entre niños,
adolescentes y adultos; clases trabajadoras del campo y de la ciudad;
obreros manuales, sindicatos, e intelectuales. Todo ello sin
ideologiazación sino con el buen gusto y fino humor, concentrado en
Míster Bean, característico de una nación orgullosa de su historia y de
su bandera, de su música clásica y de la moderna. Esperamos que la
potente llamarada en el pebetero de doscientos pétales, podrá iluminar
estas semanas valores humanos tan necesarios como el valor de la
historia y el arraigo, la tradición y la modernidad, el liderazgo y la
integración, y otros muchos que subrayan la condición trascendente del
ser humano. Y por ello, hasta los trajes de los olímpicos españoles
parecían más bonitos.
Jesús Ortíz López
Religión Confidencial
Religión Confidencial
No hay comentarios:
Publicar un comentario