«Quien
deja entrar a Cristo en la propia vida no pierde nada, nada,
absolutamente nada de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No!
Sólo con esta amistad se abren de par en par las puertas de la vida.
Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de
la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es
bello y lo que nos libera»
Falta
menos de un año para la Jornada Mundial de la Juventud, que se
celebrará en Rio de Janeiro del 23 al 28 de julio de 2013. Propongo este vídeo sobre el encuentro que Benedicto XVI tendrá en Brasil con jóvenes de todo el mundo, así como algunos consejos del Santo Padre a la gente joven:
1. Dialogar con Dios
«Alguno
de vosotros podría tal vez identificarse con la descripción que Edith
Stein hizo de su propia adolescencia, ella, que vivió después en el
Carmelo de Colonia: "Había perdido consciente y deliberadamente la
costumbre de rezar". Durante estos días podréis recobrar la experiencia
vibrante de la oración como diálogo con Dios, del que sabemos que nos
ama y al que, a la vez, queremos amar».
2. Contarle las penas y alegrías
«Abrid
vuestro corazón a Dios. Dejaos sorprender por Cristo. Dadle el "derecho
a hablaros" durante estos días. Abrid las puertas de vuestra libertad a
su amor misericordioso. Presentad vuestras alegrías y vuestras penas a
Cristo, dejando que él ilumine con su luz vuestra mente y toque con su
gracia vuestro corazón».
3. No desconfiar de Cristo
«Queridos
jóvenes, la felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis derecho de
saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en
la Eucaristía. Sólo él da plenitud de vida a la humanidad. Decid, con
María, vuestro “sí” al Dios que quiere entregarse a vosotros. Os repito
hoy lo que dije al principio de mi pontificado: “Quien deja entrar a
Cristo en la propia vida no pierde nada, nada, absolutamente nada de lo
que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se
abren de par en par las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se
abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo
con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera”.
Estad plenamente convencidos: Cristo no quita nada de lo que hay de
hermoso y grande en vosotros, sino que lleva todo a la perfección para
la gloria de Dios, la felicidad de los hombres y la salvación del
mundo».
4. Estar alegres: querer ser santos
«Más
allá de las vocaciones de especial consagración, está la vocación
propia de todo bautizado: también es esta una vocación a aquel “alto
grado” de la vida cristiana ordinaria que se expresa en la santidad.
Cuando se encuentra a Jesús y se acoge su Evangelio, la vida cambia y
uno es empujado a comunicar a los demás la propia experiencia (...). La
Iglesia necesita santos. Todos estamos llamados a la santidad, y sólo
los santos pueden renovar la humanidad. Os invito a que os esforcéis
estos días por servir sin reservas a Cristo, cueste lo que cueste. El
encuentro con Jesucristo os permitirá gustar interiormente la alegría de
su presencia viva y vivificante, para testimoniarla después en vuestro
entorno».
5. Dios: tema de conversación con los amigos
«Son
tantos nuestros compañeros que todavía no conocen el amor de Dios, o
buscan llenarse el corazón con sucedáneos insignificantes. Por lo tanto,
es urgente ser testigos del amor contemplado en Cristo. Queridos
jóvenes, la Iglesia necesita auténticos testigos para la nueva
evangelización: hombres y mujeres cuya vida haya sido transformada por
el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de comunicar esta
experiencia a los demás».
6. El domingo, ir a Misa
«No
os dejéis disuadir de participar en la Eucaristía dominical y ayudad
también a los demás a descubrirla. Ciertamente, para que de esa emane la
alegría que necesitamos, debemos aprender a comprenderla cada vez más
profundamente, debemos aprender a amarla. Comprometámonos a ello, ¡vale
la pena! Descubramos la íntima riqueza de la liturgia de la Iglesia y su
verdadera grandeza: no somos nosotros los que hacemos fiesta para
nosotros, sino que es, en cambio, el mismo Dios viviente el que prepara
una fiesta para nosotros. Con el amor a la Eucaristía redescubriréis
también el sacramento de la Reconciliación, en el cual la bondad
misericordiosa de Dios permite siempre iniciar de nuevo nuestra vida».
7. Demostrar que Dios no es triste
«Quien
ha descubierto a Cristo debe llevar a otros hacia él. Una gran alegría
no se puede guardar para uno mismo. Es necesario transmitirla. En
numerosas partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece
que todo marche igualmente sin él. Pero al mismo tiempo existe también
un sentimiento de frustración, de insatisfacción de todo y de todos. Dan
ganas de exclamar: ¡No es posible que la vida sea así! Verdaderamente
no».
8. Conocer la fe
«Ayudad
a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica el
camino: Jesucristo. Tratemos nosotros mismos de conocerlo cada vez mejor
para poder guiar también, de modo convincente, a los demás hacia él.
Por esto es tan importante el amor a la sagrada Escritura y, en
consecuencia, conocer la fe de la Iglesia que nos muestra el sentido de
la Escritura».
9. Ayudar: ser útil
«Si
pensamos y vivimos en virtud de la comunión con Cristo, entonces se nos
abren los ojos. Entonces no nos adaptaremos más a seguir viviendo
preocupados solamente por nosotros mismos, sino que veremos dónde y cómo
somos necesarios. Viviendo y actuando así nos daremos cuenta bien
pronto que es mucho más bello ser útiles y estar a disposición de los
demás que preocuparse sólo de las comodidades que se nos ofrecen. Yo sé
que vosotros como jóvenes aspiráis a cosas grandes, que queréis
comprometeros por un mundo mejor. Demostrádselo a los hombres,
demostrádselo al mundo, que espera exactamente este testimonio de los
discípulos de Jesucristo y que, sobre todo mediante vuestro amor, podrá
descubrir la estrella que como creyentes seguimos».
10. Leer la Biblia
«El
secreto para tener un "corazón que entienda" es formarse un corazón
capaz de escuchar. Esto se consigue meditando sin cesar la palabra de
Dios y permaneciendo enraizados en ella, mediante el esfuerzo de
conocerla siempre mejor. Queridos jóvenes, os exhorto a adquirir
intimidad con la Biblia, a tenerla a mano, para que sea para vosotros
como una brújula que indica el camino a seguir. Leyéndola, aprenderéis a
conocer a Cristo. San Jerónimo observa al respecto: "El desconocimiento
de las Escrituras es desconocimiento de Cristo"».
En resumen...
«Construir
la vida sobre Cristo, acogiendo con alegría la palabra y poniendo en
práctica la doctrina: ¡he aquí, jóvenes del tercer milenio, cuál debe
ser vuestro programa! Es urgente que surja una nueva generación de
apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces de responder a los
desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a para difundir el Evangelio
por todas partes. ¡Esto es lo que os pide el Señor, a esto os invita la
Iglesia, esto es lo que el mundo —aun sin saberlo— espera de vosotros! Y
si Jesús os llama, no tengáis miedo de responderle con generosidad,
especialmente cuando os propone de seguirlo en la vida consagrada o en
la vida sacerdotal. No tengáis miedo; fiaos de Él y no quedaréis
decepcionados».
Benedicto XVI
Almudí
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