Interesante artículo de Aceprensa que os facilito:
Desde hace tres meses salgo con mi novia y afortunadamente todo está
yendo muy bien. Estaba contándolo a un amigo el otro día y al final de
la conversación me preguntó, con una expresión de viva curiosidad:
“¿Vais a iros a vivir juntos?”. De entrada me sorprendió la pregunta,
pues suponía que para la mayoría de la gente que me conoce era obvio lo
que yo pienso en ese tema. Sin embargo, supongo que ya no es “obvio” por
qué unos jóvenes que están saliendo juntos deciden no hacer las maletas
y buscar un sitio donde vivir. Así que explicaré por qué he decidido no
compartir la cama con mi novia.
La cohabitación antes del matrimonio es hoy la senda más común de las parejas jóvenes: así hacen cerca del 75%, y para la mayoría de ellas, más que una decisión meditada es algo hacia lo que se deslizan sin pensarlo. Cuando él o ella empiezan a pasar más noches en casa del otro que en la suya, al final parece natural dejar de pagar dos alquileres.
Pero aunque la cohabitación se presenta como un buen modo de conocer a la otra persona y asegurar así un matrimonio más sólido, no hay pruebas que demuestren esto. Las estadísticas revelan que la cohabitación dura 2,5 años antes de romperse o de convertirse en matrimonio, pero la tasa de conversión en matrimonio está en declive. Entre las parejas que comienzan a vivir juntas, el 50% se casan y el 50% se rompen antes de cinco años. Para aquellas que llegan a casarse, la tasa de divorcio es el doble que la de las parejas que no han cohabitado antes de casarse.
¿Por qué entonces la cohabitación es la norma aceptada, y al mismo tiempo resulta completamente inútil para ayudar a las parejas a discernir su futuro? La respuesta a las dos preguntas es la misma: sexo. El hecho de que se vayan a vivir juntos es el fruto de que ya han empezado a tener relaciones sexuales. No nos confundamos: la cohabitación tiene que ver con el sexo. Los jóvenes que cohabitan se hacen el uno al otro la declaración subliminal de que “no necesito casarme contigo para tener relaciones sexuales”.
Esta es una declaración decisiva para el buen estado de la relación, porque el sexo pasa de ser algo digno de un compromiso ante Dios a algo no más importante que decidir lo que comeremos hoy. La promesa que se hace una pareja que cohabita es: “Prometo tener relaciones sexuales contigo hasta que encuentre a otra persona con la que prefiera tenerlas”. Hace poco vi la película The Vow, una comedia romántica basada en una historia real. La pareja protagonista se conoce, empiezan a salir y finalmente el chico le pide a la chica que se vaya a vivir con él. La escena está concebida como el momento especialmente romántico en el que el hombre da finalmente un paso adelante y hace lo que hay que hacer. Pero lo que realmente ha dicho es: “Quiero acostarme contigo de modo más regular, pero con la libertad de dejarlo si el asunto no funciona”. ¡Pues sí que es romántico esto!
BERNARD TOUTOUNJI
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