El contacto de miles de musulmanes con
el cristianismo provoca que estos se acaben decantando por la fe en
Cristo. Seis millones al año, según desvela la agencia de noticias
protestante ACPress, son los que abandonan la religión mahometana
atraídos por el mensaje de Cristo.
Se trata de conversiones que, en numerosas ocasiones, les acarrean persecuciones, odio, aislamiento y hasta amenazas de muerte por parte de sus ex correligionarios y familiares. Según apunta la agencia, los neoconversos deben sufrir a menudo el rechazo de sus familias o el tener incluso que ocultar su conversión para evitar ser excluidos. Otros llegan más lejos en las consecuencias por abrazar su nueva fe y son amenazados de muerte.
Se trata de conversiones que, en numerosas ocasiones, les acarrean persecuciones, odio, aislamiento y hasta amenazas de muerte por parte de sus ex correligionarios y familiares. Según apunta la agencia, los neoconversos deben sufrir a menudo el rechazo de sus familias o el tener incluso que ocultar su conversión para evitar ser excluidos. Otros llegan más lejos en las consecuencias por abrazar su nueva fe y son amenazados de muerte.
15.000 en Francia
Sólo en Francia, quince mil musulmanes abandonan anualmente los postulados de Mahoma para confesar los de Jesucristo. De ellos, diez mil acaban en la Iglesia católica y cinco mil se incorporan a las diversas denominaciones protestantes.
En Rusia, el fenómeno es similar. Dos millones de musulmanes nacidos en aquel país se han convertido al cristianismo durante los últimos 15 años y sólo 2.500 rusos se pasaron al islam, según el director del Consejo Interreligioso en Rusia, Roman Silantyev.
En una entrevista publicada en la revista «Itogi» y que recoge la agencia Aciprensa, Silantyev señala que "el terror es una de las causas que acelera la asimilación de minorías religiosas y étnicas en Rusia". Según los propios conversos que abandonan el islam, "tras cada ataque terrorista, miles o hasta decenas de miles se cambian al cristianismo", por lo que en algunas regiones el número de fieles islámicos ha disminuido casi a la mitad.
Convertirse a la fe cristiana puede salir caro si se vive en Europa o América, pero mucho más si el neoconverso reside en un país musulmán. Países como Arabia Saudí penan con la prisión a los que predican una religión distinta del islam o a los que difunden biblias y literatura cristiana. A los conversos, además, les espera la pena de muerte.
Conversiones forzosas
En Pakistán, según ha expuesto la el director de la Comisión de Derechos Humanos de aquel país, I. A. Rehman, entre enero de 2001 y diciembre de 2006 se denunciaron al menos 50 casos de secuestros de mujeres jóvenes para obligarlas a convertirse al islam y consumar matrimonios musulmanes. "Desde que el país se autoproclamó República Islámica y comenzó a guiarse por los principios islámicos, los hindúes que viven en Pakistán han visto cómo disminuían sus derechos y protección", ha denunciado Rehman. "El radicalismo islámico está incrementando en Pakistán de un modo alarmante. Los musulmanes emplean la intimidación, subyugan a una cultura con amenazas y el secuestro de jóvenes está provocando que comunidades enteras se desplacen".
Religión en libertad
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