“No he conocido a nadie tan amante de la libertad con obras, con actuaciones extraordinariamente valientes”
      En vísperas electorales, publiqué un artículo en Levante-EMV Algunas esperanzas electorales  que me ha proporcionado palmas y pitos desde perspectivas distintas y  aun opuestas. Las opiniones más encontradas se relacionaron con mi  presunta injerencia partidista —por citar lo que decía la CEE— y  por la referencia a la libertad de un miembro del Opus Dei para estar en  una coalición muy espinosa. La razón era simple: los fieles de la Prelatura del Opus Dei  gozan de la misma libertad que los demás católicos para participar en  política (y en todos los asuntos opinables). Si existe algún límite, lo  marcaría la jerarquía de la Iglesia, que se circunscribió a unas  orientaciones para las conciencias. La aplicación es de cada uno. Los  aciertos y errores, también. 
      Pero  no se puede juzgar la conciencia de otro desde fuera, a menos que el  interesado lo solicite. Se puede, por supuesto, opinar de los hechos  externos, pero dice un viejo aforismo moral que "de la conciencia no juzga ni la Iglesia",  salvo que una persona desee libremente hacerlo solicitando un consejo a  quien quiera o cuando acude a la confesión sacramental. Y aun entonces,  el juicio es sobre lo que él expresa. 
      En una memorable homilía, pronunciada en 1967, san Josemaría se expresaba así: «Esta  doctrina de libertad ciudadana, de convivencia y de comprensión, forma  parte muy principal del mensaje que el Opus Dei difunde». Puedo  decir que esa libertad es hacia dentro y hacia fuera. Hacia dentro,  porque a nadie se impone un director espiritual, aunque se le aconseje  uno para que le ayude conociéndole, como ha hecho siempre la Iglesia.  Hacia afuera, porque en el Opus Dei nadie tiene autoridad para dar  indicaciones profesionales, políticas, culturales, etc. Se atienen a lo  que dice la jerarquía. Y cada uno es mayorcito y formado para obrar  libremente. Asunto distinto es que acierte.
      En el libro En las Afueras de Jericó, el cardenal Herranz  dedica un capítulo a mostrar cómo vivió san Josemaría, hasta el  heroísmo, este respeto a la libertad política de sus hijos. Apoyado el  franquismo por la jerarquía durante años (comprensiblemente, a causa de  la persecución religiosa sufrida antes), cuando se atisbaba el fin del  general, Mons. Benelli,  Sustituto de la Secretaría de Estado Vaticano, alentó un proyecto para  preparar una especie de Democracia Cristiana en España con la  participación de católicos significados. Como actuación previa, procuró  que retirasen su colaboración con el gobierno de Franco algunos  católicos, entre los que se encontraban miembros del Opus Dei.
      Benelli  pidió a Josemaría Escrivá que solicitase de esas personas el abandono  de su actividad política, pero topó con un muro porque el fundador del  Opus Dei se opuso a dar orientación alguna de ese tipo, más aún cuando  no había ninguna indicación expresa de la jerarquía. Esta gallarda  actitud le valió el retraso de asuntos importantes y duras presiones.  Justo es recordar que Monseñor Sustituto varió después su postura,  asumida seguramente de buena fe.
      Pero  también recibió intimidaciones por el sector opuesto —principalmente de  falangistas— con motivo de otros miembros del Opus Dei opuestos a aquel  Régimen. Tampoco condescendió, habló en una ocasión muy seriamente con Franco  y escribió una carta clarísima al Ministro del Movimiento. No he  conocido a nadie tan amante de la libertad con obras, con actuaciones  extraordinariamente valientes.
Pablo Cabellos Llorente
Levante-EMV

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