«La
fe no puede jugar ya a la defensiva, no puede hacer un fútbol a la
defensiva. Ya no es una tradición por salvaguardar, sino una perspectiva
de vida futura que hay que recrear y construir… Esa es la tarea que
tenemos nosotros. Una posibilidad nueva, grande y auténtica, muy
parecida y similar a la de los primeros cristianos».
Joaquín Navarro-Valls, quien fuera director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede al servicio del Beato Juan Pablo II por más de 20 años, afirmó que «cuando
el cristiano se comporta como cristiano convence siempre, e incide en
el ámbito institucional, colectivo o familiar donde se encuentra».
«Una persona con convicciones posee una fuerza infinitamente superior a la de quien solamente tiene intereses», señaló, y añadió que «el cristianismo es sobre todo un modo de vivir, que razona la vida, la explica y la hace comprensible», durante su intervención en la IV Jornada de Católicos y Vida Pública que organiza la Universidad de Santo Tomás, en Antofagasta (Chile), el 1 y 3 de octubre.
Navarro-Valls advirtió que se formulan mal los temas de la comunicación y el testimonio público si se cree «que
la transmisión de la fe depende de poseer una excelente técnica
comunicativa. Esto tiene algo de verdad, pero en su conjunto es falso».
«Los
primeros cristianos comunicaban magníficamente, pero ninguno poseía una
licenciatura en comunicaciones, ni tenían un extraordinario nivel
cultural», indicó.
El ex portavoz vaticano remarcó que «los
primeros creyentes sabían que la vida pública era mucho más que la vida
pública política. La vida pública la formamos nosotros».
Navarro-Valls
también señaló en su ponencia que una democracia debería reconocer ante
todo la naturaleza religiosa del ser humano.
«Cuando un Estado, por ejemplo, respeta la religión, no debe hacerlo como un fenómeno cultural sino antropológico», subrayó.
Aseguró que en la historia de la humanidad «no ha existido nunca una cultura no religiosa. Existen personas que no creen, pero las culturas han sido religiosas siempre».
«El
agnosticismo es un fenómeno histórico reciente, es la secularización
del pensamiento original humano que era religioso», indicó.
Citando al pensamiento de los santos, Navarro-Valls, señaló que «Santo Tomas
mismo sentía la necesidad de hablar de la importancia social de la
religión, porque estaba convencido de que la expulsión de lo religioso
de las leyes del Estado sería asistir a la extinción de la justicia».
«El mismo pensamiento se repite en otros autores como San Agustín, que consideraba que sin religión el Estado no sería sino una gran banda de ladrones», recordó.
Navarro-Valls criticó a quienes ven a la fe católica como un hecho cultural, pues «el
error de esta visión es no tener en cuenta la enorme diferencia que
separa el disfrute de una obra de arte de la relación humana con Dios».
«Si
bien puedo apreciar una pirámide egipcia sin ver en ella ningún
elemento de verdad, no puedo rezar si no creo que hay Alguien que me
escucha», indicó.
También rechazó que la fe católica sea exclusivamente un código moral, como algunos creen y difunden. «A Dios le confío toda mi existencia, a un código moral no le concedo ni un cuarto de hora de mi vida», señaló.
Advirtió, asimismo, que en medio de la actual situación neopagana que se vive en el mundo, «la
fe no puede jugar ya a la defensiva, no puede hacer un fútbol a la
defensiva. Ya no es una tradición por salvaguardar, sino una perspectiva
de vida futura que hay que recrear y construir».
«Esa
es la tarea que tenemos nosotros. Una posibilidad nueva, grande y
auténtica, muy parecida y similar a la de los primeros cristianos».
El
ex portavoz del Beato Juan Pablo II relató que en una ocasión, poco
antes de hablar frente a los representantes de las Naciones Unidas y a
pesar de que oficiaría Misa en la tarde, en el Yankee Stadium, el
Santo Padre pidió que preparasen lo necesario para la celebración
eucarística porque sintió la necesidad de suplicar a Dios una fuerza
especial.
Con
esta anécdota, Navarro-Valls explicó que a pesar de cualquier
estrategia elaborada, si falta la necesidad del trato directo, personal,
con Dios, «no se va a ninguna parte».
«Juan
Pablo II tenía tal familiaridad con Cristo, una unión casi ideal, que
le permitía prácticamente actuar como Cristo en cada circunstancia», señaló.
Navarro-Valls indicó que en su convivencia con «tres santos, Josemaría Escrivá, Juan Pablo II y la Beata Teresa de Calcuta», encontró algo común, «el sentido de la responsabilidad de la propia vida».
«Pero
la cosa que se veía inmediatamente en los tres era el buen humor,
incluso en situaciones en las que todo hacía pensar que lo más adecuado
era llorar», dijo.
El ex portavoz vaticano calificó a este buen humor como una «virtud que el cristiano debe vivir y proponer como un rasgo definitivo del cristianismo».
ACI / ALMUDÍ
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