El pasado 29 de septiembre, Jerry Brown, gobernador de California y
miembro del partido demócrata, sancionó la ley que prohíbe las terapias
reparativas para homosexuales (terapias que ofrecen ayuda para superar
esas tendencias). La prohibición –que entrará en vigor en enero de 2013–
afecta solo al tratamiento a menores de 18 años.
Sin embargo, varias organizaciones han expresado su temor a que este
pronunciamiento termine por sancionar un estado de opinión según el cual
todas las orientaciones sexuales son igualmente naturales y no pueden
ser modificadas (al menos no la de los homosexuales), independientemente
de la edad del individuo.
El temor a que la prohibición concreta degenere en un tabú sobre la
posibilidad de revertir la tendencia homosexual está justificado: el
propio Brown manifestó, poco después de sancionar la norma, que los
esfuerzos por cambiar la orientación sexual “quedarán ahora relegados a
la papelera del curanderismo”. Los argumentos aducidos por los
defensores de la ley son que estas terapias provocan frecuentemente
daños psicológicos (depresión, ansiedad, etc.), y que fomentan la idea
de que la homosexualidad es una enfermedad.
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