Después
de veinte siglos de anuncio ininterrumpido del Evangelio y de intenso
protagonismo del cristianismo en todo el mundo, se ha planteado en la
Iglesia la necesidad de llevar a cabo una 'nueva evangelización', cuyos
primeros destinatarios son los ciudadanos y las sociedades de algunos
países occidentales de antigua raíz cristiana
Entre los expertos nombrados por Benedicto XVI para asistir al próximo Sínodo de la Nueva Evangelización, del 7 al 28 de octubre en Roma, se encuentra el profesor Antonio Aranda Lomeña,
de la Universidad de Navarra, España. Especialista en teología
dogmática, ha cultivado preferentemente la teología trinitaria, la
cristología y la antropología teológica.
En una entrevista exclusiva concedida a ZENIT,
el profesor Antonio Aranda explica en qué consiste el próximo Sínodo
sobre la Nueva Evangelización, cuáles son los motivos para que haya sido
convocado y por qué es necesaria una pastoral de “autoevangelización” en zonas descristianizadas que se convierten en “territorio de misión”.
Asímismo,
refiere cuál es la tarea fundamental de un experto en el Sínodo y los
frutos que espera de esta convocatoria de Benedicto XVI. Uno de ellos,
tal como dijera Benedicto XVI en la carta apostólica Porta Fidei: «Redescubrir la alegría de creer».
Antonio
Aranda Lomeña nació en Córdoba, en 1942. Es sacerdote de la Prelatura
de la Santa Cruz y Opus Dei, desde 1971; es licenciado en Matemáticas;
doctor en Teología; profesor ordinario de Teología Dogmática; miembro
correspondiente de la Real Academia de Doctores, del Consejo directivo de la Sociedad Mariológica Española, y del Comité Científico y del Comité Asesor del Instituto Histórico Josemaría Escrivá;
ha sido decano de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad
de la Santa Cruz en Roma, 1994-1998, así como director de las revistas Scripta Theologica (1989-1993) y Annales Theologici (1995-1998).
Cuenta con numerosas publicaciones, las últimas analizan temas específicos del magisterio de Juan Pablo II, el pensamiento de san Josemaría Escrivá,
la teología al servicio de la Iglesia como un don de la verdad, o una
relectura de la doctrina antropológica paulina. Actualmente imparte los
siguientes cursos en la Facultad de Teología de la Universidad de
Navarra: «Teología de la santidad», «Teología de la 'imago Dei'» y «El tratado sobre la Trinidad en la teología católica contemporánea».
¿Por qué se habla tanto en la Iglesia de una "nueva evangelización"? ¿Qué se quiere indicar con esa expresión?
Es
una pregunta importante, que no puede contestarse brevemente. Permítame
que me extienda, remitiéndome también a la enseñanza del Papa actual y
de sus inmediatos predecesores.
Después
de veinte siglos de anuncio ininterrumpido del Evangelio y de intenso
protagonismo del cristianismo en todo el mundo, se ha planteado en la
Iglesia la necesidad de llevar a cabo una 'nueva evangelización',
cuyos primeros destinatarios son los ciudadanos y las sociedades de
algunos países occidentales de antigua raíz cristiana. Iglesias
particulares, eficaces portadoras del mensaje evangélico por todo el
mundo durante siglos, se ven convertidas hoy en “zona de misión”
en virtud del crecido grado de descristianización en que se desenvuelve
la existencia de muchos de los bautizados. De evangelizadoras han pasado
a verse, en cierto modo, como altamente deficitarias de evangelización y
obligadas en realidad a promover una pastoral de “autoevangelización”.
Como ha escrito Benedicto XVI: «El
siervo de Dios Pablo VI observaba con clarividencia que el compromiso
de la evangelización “se está volviendo cada vez más necesario, a causa
de las situaciones de descristianización frecuentes en nuestros días,
para gran número de personas que recibieron el bautismo, pero viven al
margen de toda vida cristiana; para las gentes sencillas que tienen una
cierta fe, pero conocen poco los fundamentos de la misma; para los
intelectuales que sienten necesidad de conocer a Jesucristo bajo una luz
distinta de la enseñanza que recibieron en su infancia, y para otros
muchos” (Pablo VI, Ex. ap. Evangelii nuntiandi, n. 52). Y,
con el pensamiento dirigido a los que se han alejado de la fe, añadía
que la acción evangelizadora de la Iglesia “debe buscar constantemente
los medios y el lenguaje adecuados para proponerles o volverles a
proponer la revelación de Dios y la fe en Jesucristo” (ibidem, n. 56). El
beato Juan Pablo II puso esta ardua tarea como uno de los ejes de su
vasto magisterio, sintetizando en el concepto de ‘nueva evangelización’,
que él profundizó sistemáticamente en numerosas intervenciones, la
tarea que espera a la Iglesia hoy, especialmente en las regiones de
antigua cristianización. Una tarea que, aunque concierne directamente a
su modo de relacionarse con el exterior, presupone, primero de todo, una
constante renovación en su seno, un continuo pasar, por decirlo así, de
evangelizada a evangelizadora» (Benedicto XVI, Carta ap. Ubicumque et semper).
Como señalaba Juan Pablo II en Christifideles laici, n. 34, y de manera semejante en otros muchos pasajes de su magisterio: «Enteros
países y naciones, en los que en un tiempo la religión y la vida
cristiana fueron florecientes y capaces de dar origen a comunidades de
fe viva y operativa, están ahora sometidos a dura prueba e incluso
alguna que otra vez son radicalmente transformados por el continuo
difundirse del indiferentismo, del laicismo y del ateísmo. (…) Sólo
una nueva evangelización puede asegurar el crecimiento de una fe
límpida y profunda, capaz de hacer de estas tradiciones una fuerza de
auténtica libertad. Ciertamente urge en todas partes rehacer el
entramado cristiano de la sociedad humana. Pero la condición es que se
rehaga la trabazón cristiana de las mismas comunidades eclesiales que
viven en estos países o naciones».
En ese sentido, Benedicto XVI, haciéndose cargo de la preocupación de sus venerados predecesores, ha señalado: «Considero
oportuno dar respuestas adecuadas para que toda la Iglesia, dejándose
regenerar por la fuerza del Espíritu Santo, se presente al mundo
contemporáneo con un impulso misionero capaz de promover una nueva
evangelización. Esta se refiere sobre todo a las Iglesias de antigua
fundación, que viven realidades bastante diferenciadas, a las que
corresponden necesidades distintas, que esperan impulsos de
evangelización diferentes» (Carta ap. Ubicumque et semper).
Es
decir, la nueva evangelización es hoy necesaria no sólo porque, después
de dos mil años, gran parte de la familia humana aún no reconoce a
Cristo, sino también porque la situación en que la Iglesia y el mundo se
encuentran plantea particulares desafíos a la fe religiosa y a las
verdades morales que derivan de ella. Puesto que apremia construir en
todas partes el entramado cristiano de la sociedad, urge también
renovarlo donde sea preciso invitando a los bautizados a redescubrir el
contenido y el significado de su propia identidad como personas
cristianas y como Iglesia.
Usted asiste como experto al Sínodo. ¿Cuál será su tarea fundamental a diferencia de la de los Padres sinodales o los auditores?
Los
expertos tienen como función la de ayudar al Secretario Especial del
Sínodo en aquellas tareas que, de acuerdo con sus conocimientos y
capacitación, les sean requeridas.
Hay
quien ha expresado su escepticismo ante este tipo de convocatorias en
Roma, abogando más bien por sínodos continentales. ¿Qué piensa de ello?
En
realidad, no sabría qué decir acerca de un tal escepticismo, que me
parece infundado. El Sínodo, que es un órgano consultivo al servicio del
ministerio universal del Romano Pontífice, es convocado por el Papa y,
como es lógico, reunido oportunamente junto a él en Roma. En un
documento de conocimiento público, como es el Reglamento del Sínodo de los Obispos,
se indica con precisión la tipología de las asambleas sinodales (cfr.
cap. III, art. 4), distinguiendo —lo digo sucintamente— entre asambleas
generales ordinarias (o extraordinarias), «cuando la materia a
tratar, por su naturaleza e importancia, en relación al bien de la
Iglesia universal, parece requerir la doctrina, la prudencia y el
parecer de todo el Episcopado católico»; o asambleas especiales, «cuando la materia de mayor importancia se refiera al bien de la Iglesia, en relación a una o más regiones particulares».
No es infrecuente que, tras una asamblea especial del Sínodo, el propio
Santo Padre acuda a la región respectiva para entregar su Exhortación
apostólica postsinodal.
¿Qué frutos espera de esta convocatoria de Benedicto XVI?
Algo
ya he señalado al respecto en la respuesta a la primera pregunta, pero
podemos añadir algo más. Uno de los grandes retos a los que se enfrenta
hoy la tarea evangelizadora de la Iglesia consiste en reavivar en los
fieles cristianos el sentido de su vocación bautismal, es decir, el reto
de formarles bien y propagar entre todos ellos la llamada a la santidad
y al apostolado. «Hoy es necesario —ha escrito Benedicto XVI— un
compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización
para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo
de comunicar la fe» (Carta ap. Porta Fidei, n. 7). Ese es un
punto importante, en el que fijar la atención, junto con otros de
carácter teológico y pastoral. La convocatoria del presente Sínodo es un
signo elocuente de que estamos en el tiempo oportuno para ahondar, de
modo ordenado y sistemático —contando con la ayuda del Espíritu Santo—,
en el significado, los presupuestos, las etapas y los modos de proceder
de cara a la nueva evangelización.
¿Puede hablarnos de por dónde va ahora su actividad investigadora en el amplio campo de la teología?
Yo
he dedicado muchos años a trabajar, de manera principal, en el campo de
la teología dogmática, prestando atención en especial a la reflexión
trinitaria, a la cristología y a la antropología teológica. En estos
últimos años, por razones diversas, tanto de carácter docente como de
dirección de trabajos de investigación, me vengo ocupando también de la
teología de la identidad cristiana, así como, en relación con ella, y
siempre desde los fundamentos dogmáticos antes señalados, de algunos
aspectos de la acción evangelizadora de la Iglesia.
ZENIT.org (Entrevista de Nieves San Martín) / Almudí
Antonio Aranda es autor del libro Una nueva evangelización. ¿Cómo acometerla?
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