Nos encontramos en una edad de oro de la ficción televisiva.
 Ya se trate de pequeños formatos, como las mini-series de dos episodios
 o de títulos que se extienden a lo largo de varias temporadas, las 
series han alcanzado en los últimos años un nivel de calidad técnica 
cercano al cinematográfico.
La globalización y la difusión de internet ha multiplicado su incidencia social así como su capacidad de modelar hábitos y costumbres, de ahí que algunos se hayan referido a sus creadores como “los grandes narradores del siglo XXI”.
El modelo narrativo es el de la serialidad, usado desde antaño por la literatura popular y numerosos escritores clásicos. Los capítulos por entregas poseen un alto poder de fascinación y ofrecen amplias posibilidades para el desarrollo de tramas, personajes y temas, pero también pueden dan lugar a mecanismos perversos que disminuyan la unidad e identidad narrativa de este tipo de productos de entretenimiento, ya de por sí fuertemente condicionados por la publicidad y las audiencias.
La globalización y la difusión de internet ha multiplicado su incidencia social así como su capacidad de modelar hábitos y costumbres, de ahí que algunos se hayan referido a sus creadores como “los grandes narradores del siglo XXI”.
El modelo narrativo es el de la serialidad, usado desde antaño por la literatura popular y numerosos escritores clásicos. Los capítulos por entregas poseen un alto poder de fascinación y ofrecen amplias posibilidades para el desarrollo de tramas, personajes y temas, pero también pueden dan lugar a mecanismos perversos que disminuyan la unidad e identidad narrativa de este tipo de productos de entretenimiento, ya de por sí fuertemente condicionados por la publicidad y las audiencias.
Personalidades del mundo académico, creativos de series y apasionados
 de la ficción televisiva han discutido sobre la figura del padre en la 
ficción seriada, en el marco de un congreso celebrado en la Pontificia 
Universidad de la Santa Cruz de Roma (PUSC) entre los días 22 y 23 de 
abril.
Objeto del congreso ha sido el estudio de la figura paterna en las series televisivas. El padre es la ventana por la que nos acercamos al tema de la familia
 para juzgar cómo esta viene representada. Un tema suficientemente 
amplio que se presta a comunicaciones muy variadas: se pueden analizar, 
por ejemplo, los modelos de paternidad, o la ausencia del padre, o las 
relaciones paterno-filiales, etc.
 
            
No podemos saber qué pensaría Aristóteles del detective Kurt 
Wallander, personaje creado por el escritor sueco Henning Mankell y 
protagonizado por Kenneth Branagh para la serie Wallander de la BBC, expresión del género “nordic noir”. Según el profesor Juan José García-Noblejas, el estagirita reconocería las reglas de la mímesis que estableció en su Poética:
 “La actividad de mimetizar es propia de la naturaleza humana, porque en
 ese proceso aprendemos a conocer, también a conocer el mal”.
Fronteras borrosas ¿No es acaso esta nuestra 
propia historia? Costanza Miriano, periodista de la RAI y escritora, 
pone el dedo en una de nuestras llagas contemporáneas: “Las fronteras 
entre el bien y el mal se vuelven borrosas, también los roles 
padre-madre tienden a uniformarse. Antes la madre protegía y el hombre 
marcaba el camino. Hoy no hay jerarquía interna, ni autoridad”.
Y el director de la revista de crítica cinematográfica y televisiva Fila Siete y profesor del Centro Universitario Villanueva, Alberto Fijo,
 como el cirujano que entra en el quirófano, examina esas 
manifestaciones de la enfermedad a la luz de un texto de Juan Orellana: 
“Una de las características evidentes de nuestra civilización posmoderna
 es el cambio de rol de la figura paterna, o más bien su progresiva 
disolución y difuminación”.
Para concluir, Mons. Luis Romera, rector de la PUSC,
 con un diagnóstico de disfunción: “Según Bauman, la autonomía da 
derechos que no podemos vivir de hecho porque el ser humano no es 
autónomo. El padre es la figura que da la vida, que protege, que 
trasmite el gran valor de lo humano: el que abre el espacio de la 
libertad. Cuando se cae en el paternalismo o en el autoritarismo, entra 
en crisis”.
En busca de la catarsis
La cuestión de fondo es que muchas de las series mencionadas 
“muestran y al mismo tiempo ponen en tela de juicio el desequilibrio 
vital que supone centrarse en las responsabilidades de la ocupación 
profesional, cuando esto sucede en detrimento de la vida familiar”, 
comenta el profesor García-Noblejas. “Ofrecen una 
salida a la misma situación que retratan, que apunta hacia el principio 
moral de hacer bien el bien, o de hacer lo que se tiene que hacer y 
hacerlo bien”.
Ejemplos de esta catarsis han sido expuestos tanto en ponencias como 
en comunicaciones a lo largo del congreso sobre “La figura del padre en 
la serialidad televisiva” con títulos como “Fringe, desesperación y redención de un padre”, “Los Soprano. El conflicto de vincular dos mundos irreconciliables: el crimen y la vida familiar”, “La catarsis incompleta de Father&Son” o “¿Un sicario nace o se hace? Claves narratológicas del éxito de la webserieThe Confession”.
Este es un breve resumen del artículo de Aceprensa y de la información de la web del congreso:
http://es.pusc.it/news/2013/04/04/convegno-della-facolt%C3%A0-di-comunicazione-su-la-figura-del-padre-nella-serialit%C3%A0

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