Un coloquio sobre la fe cristiana en la sociedad europea actual, como el que ha mantenido recientemente el cardenal Scola con cuatro directores de periódicos italianos,  siempre es una oportunidad para pensar, para considerar tantos aspectos del momento cultural, espiritual que nos toca vivir.
   Ya me pregunté si la crisis profunda de Fe 
que, sin duda, padecemos hoy en la Iglesia era exclusiva de los 
cristianos de Europa, de América del Norte y de Australia.  Los datos 
recientes sobre los sacerdotes en todo el mundo, y los bautizos de 
adultos en países de Europa y de Asia, me dan pie para responder 
afirmativamente a la pregunta; y para hacerme las dos interrogaciones 
que dan título al artículo de hoy.
Scola habló de un "gran cansancio" de la Iglesia en Europa y América 
del Norte. Cansancio, quizá, porque aparentemente faltan dialogantes, 
como le sucedió a san Pablo en el areópago de Atenas. Se cansaron sus 
oyentes de oírle, él no se cansó y con los pocos que creyeren su 
palabra, creció la Iglesia.
   Un "gran cansancio", en realidad, sólo se puede originar dentro de la
 Iglesia por la debilidad y desorientación de los "pastores", porque 
desfallezcan en la Fe y no se "conviertan", y permitan actuaciones que 
desorientan a los fieles. ¿Por qué la "monja" Forcades sigue 
charlataneando dando ejemplo de desobediencia y mal hacer, además de 
falta de fe? ¿Por qué se desobedece a Roma con tanta impunidad en 
cuestiones sacramentales, doctrinales, litúrgicas?
Si un obispo, un arzobispo, un cardenal están "cansados", la 'puerta 
de la renuncia está siempre abierta.  El Espíritu Santo que rige y 
dirige la Iglesia nunca se cansa. Los creyentes no nos podemos cansar de
 hablar, y en la medida que crece nuestra Fe en que Cristo es de Verdad 
la Luz del mundo, descansaremos anunciándolo, con ocasión y sin ella.
¿Una "perenne esperanza"? Sin duda. A san Pablo se le cerraron las 
puertas de Atenas, y abrió las de Roma, y las de Jerusalén. El Espíritu 
Santo sopla "donde" quiere; "cuando" quiere, y "cómo quiere", pero no 
deja nunca de llenar la tierra con su aliento. Y sus señales son 
patentes:
Mary y Concepta, dos comadronas católicas, han ganado su batalla 
judicial en Inglaterra, con su objeción de conciencia a participar en 
cualquier momento de un proceso que pudiera llevar al aborto. Los 
tribunales en Inglaterra han hecho justicia. Algún  tribunal y juez en 
España siguen haciendo "injusticias".
En Corea del Sur, más de 100.000 adultos se bautizan cada año. Y en 
China, más de 20.000 siguen sus pasos, en un régimen de persecución y 
lleno de dificultades y obstáculos para vivir la fe. Y un crecimiento 
notable de los sacerdotes en toda Asia, en África, en América del Sur. Y
 en Asia especialmente, una vitalidad verdaderamente pentecostal entre 
los católicos de Vietnam y de Filipinas, además de Corea.
¿Un "gran cansancio"? Cansada y agotada la "ilustración" y sus  
seguidores. Se han quedado sin palabra y sin argumentos. Se refugian en 
la esterilidad –a la que llaman "libertad"- y en la muerte: aborto, 
eutanasia, uniones homosexuales, etc. etc., Han cerrado la mente al 
razonar, y el corazón al amor de vivir. San Pablo no se cansará, y 
seguirá anunciando la Resurrección en otro lugar.
¿Una "perenne esperanza"? Sin duda. El 27 de abril se han ordenado en
 Madrid 23 nuevos sacerdotes. Hacia años que el número de ordenandos no 
llegaba a esas cifras. Son necesarios muchos más, ciertamente. La 
semilla está echada al campo, y es Dios quien da el incremento.
Sin duda, hemos de crecer en la Fe, en la Fe en Cristo Resucitado, y en la Iglesia, que cuida de Cristo Eucaristía.
Ernesto Juliá Díaz
ernesto.julia@gmail.com
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