domingo, 8 de agosto de 2010

En honor al Siervo de Dios Juan Pablo II


JuanPablo2do.blogspot.com (Entrevista de Ludmila Hribar)
          Esta es una “entrevista” [1] que debió haber sido una verdadera entrevista cara a cara, durante mi estancia en Roma el año pasado, pero no pudo ser. No obstante, el Prof. Juan José García-Noblejas gentilmente accedió a responder mis preguntas por mail que se publican Almudi.org - Juan Pablo IIhoy conmemorando el cuarto aniversario de aquella vigilia que envolvió el mundo en una unión casi sublime, sin precedentes, de silencio, respeto y oración.

          La “entrevista” no es breve (me disculpo por preguntar tanto) pero quienes conocen al Prof. Noblejas seguramente la leerán de un tirón y a quienes no lo conocen les invitaría no solo a leerla sino que además les recomendaría que no dejen de visitar su excelente y enriquecedor blog. Y paso a la entrevista:

Profesor Noblejas, desde su preciosa Elegía en abril 2005, cuando el papa Juan Pablo II moría han pasado cuatro años. En aquel escrito, cargado de emoción, Ud. dejo desbordar su corazón de manera admirable. ¿Cómo ve en retrospectiva aquel "invisible hilo rojo" que unió en ese momento medios, espectadores y lectores de todo el mundo?

          Ante todo, muchas gracias por hacerme hablar sobre Juan Pablo II, advirtiendo enseguida que las respuestas serán más pobres de lo que pueda imaginarse. Gracias de entrada, porque esta primera pregunta me ha obligado a releer aquella anotación apresurada en el blog, y revivir aquellos momentos, tan especiales por ser casi radicalmente únicos para todos y cada uno. 

          Es decir, momentos muy propensos para lograr que las personas nos enfrentáramos entonces —y sigamos haciéndolo ahora— precisamente con nuestro ser personas, seres únicos e irrepetibles, algo mucho más íntimo y sustancial que la posible dispersión de cada uno en los múltiples personajes profesionales o sociales que encarnamos cada día, según las circunstancias de nuestra vida.

          Mirando aquellos días de abril de 2005 desde cuatro años de distancia, pienso que hoy sigue presente ese mismo “hilo rojo”, por muy invisible que ahora parezca: entiendo que consistió y consiste aún en una especie de “caer en la cuenta”, de ser conscientes (los demás que veía entonces y yo mismo) de lo que entonces escribí, sin pensarlo demasiado: el caso es que fueron momentos de caer en cuenta de la «increíble estatura moral de este gigante de la espiritualidad y de la historia. Y del impacto vital, la especie de "pacto de fidelidad en la radicalidad de la dignidad de las personas" que ha establecido con el mundo».

ALMUDÍ
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