John Henry Newman (1801-1890) optó decididamente por buscar la verdad, aun a costa de perder amigos y prestigio social. Por eso, nada tiene de extraño que Benedicto XVI –que ha denunciado con tanta energía la “dictadura del relativismo”– haya querido celebrar su beatificación el 19 de septiembre en Birmingham. Hemos entrevistado a Jack Valero, portavoz de la causa de beatificación del pensador inglés.
Sorprende que la figura de un sacerdote católico del siglo XIX esté suscitando tanto interés en la secularizada sociedad británica. Hasta ahora, Newman sólo era conocido en ambientes intelectuales. Pero, de la noche a la mañana, los medios de comunicación británicos han visto en él una fuente de historias… y de controversias.
En esta entrevista, Valero explica cinco polémicas que han rodeado la beatificación de Newman: el empeño del lobby gay por presentarlo como un homosexual; las disputas en torno a su doctrina sobre la primacía de la conciencia; su carácter aparentemente hosco y reservado; las dudas acerca de su milagro; y su posible influencia negativa en el ecumenismo.
Amistad y celibato
– Fiel a su tendencia a apropiarse de personajes históricos, el lobby gay británico reivindica que el cardenal Newman era homosexual. Argumentan que Newman se hizo enterrar con su amigo y colaborador, el padre Ambrose St John, fallecido antes que él, “porque vivían juntos y se amaban”. ¿Qué hay de cierto en esto?
– La idea de ser homosexual habría sido totalmente ajena a Newman. A los 16 años se comprometió a vivir célibe. La Iglesia anglicana no exige el celibato a sus pastores, pero él lo vio como una vocación propia. Esta opción personal por el celibato la mantuvo durante toda su vida, primero como pastor anglicano y después como sacerdote católico.
La castidad de Newman está perfectamente documentada. Gracias a que escribía mucho y lo guardaba todo, conservamos más de 20.000 cartas y su diario íntimo que atestiguan que nunca rompió su voto de celibato.
El problema es que, en una sociedad tan sexualizada como la nuestra, no se entiende la amistad intensa entre dos hombres. El hecho de que Newman fuera célibe y no tuviera compromisos familiares, le permitió volcar su capacidad de querer en Dios y en sus amigos. Así, llegó a establecer relaciones de amistad muy sinceras. Llamar a esto “homosexualidad” es devaluar el sentido profundo de la amistad.
Sorprende que la figura de un sacerdote católico del siglo XIX esté suscitando tanto interés en la secularizada sociedad británica. Hasta ahora, Newman sólo era conocido en ambientes intelectuales. Pero, de la noche a la mañana, los medios de comunicación británicos han visto en él una fuente de historias… y de controversias.
En esta entrevista, Valero explica cinco polémicas que han rodeado la beatificación de Newman: el empeño del lobby gay por presentarlo como un homosexual; las disputas en torno a su doctrina sobre la primacía de la conciencia; su carácter aparentemente hosco y reservado; las dudas acerca de su milagro; y su posible influencia negativa en el ecumenismo.
Amistad y celibato
– Fiel a su tendencia a apropiarse de personajes históricos, el lobby gay británico reivindica que el cardenal Newman era homosexual. Argumentan que Newman se hizo enterrar con su amigo y colaborador, el padre Ambrose St John, fallecido antes que él, “porque vivían juntos y se amaban”. ¿Qué hay de cierto en esto?
– La idea de ser homosexual habría sido totalmente ajena a Newman. A los 16 años se comprometió a vivir célibe. La Iglesia anglicana no exige el celibato a sus pastores, pero él lo vio como una vocación propia. Esta opción personal por el celibato la mantuvo durante toda su vida, primero como pastor anglicano y después como sacerdote católico.
La castidad de Newman está perfectamente documentada. Gracias a que escribía mucho y lo guardaba todo, conservamos más de 20.000 cartas y su diario íntimo que atestiguan que nunca rompió su voto de celibato.
El problema es que, en una sociedad tan sexualizada como la nuestra, no se entiende la amistad intensa entre dos hombres. El hecho de que Newman fuera célibe y no tuviera compromisos familiares, le permitió volcar su capacidad de querer en Dios y en sus amigos. Así, llegó a establecer relaciones de amistad muy sinceras. Llamar a esto “homosexualidad” es devaluar el sentido profundo de la amistad.
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