miércoles, 17 de marzo de 2010

Con sabor cristiano


La fuerza de la fe en Cristo lleva a un mayor compromiso

Para algunos promotores de opinión, hay que excluir en las leyes y en los laboratorios cualquier criterio ético que tenga sabor a cristiano. Nos dicen que vivimos en una sociedad pluralista, por lo que la religión no debería tener ninguna palabra a la hora de discutir normas que ayuden a regular la vida pública, pues hay muchas personas que no tienen ninguna fe.

Con estos argumentos se quiere silenciar, por ejemplo, a los que se oponen al aborto, como si ir contra la supresión de una vida humana fuese idéntico a imponer a la sociedad que respete una idea cristiana. Lo mismo se dice en las discusiones sobre la reproducción artificial, sobre la experimentación con embriones, sobre la clonación o sobre la eutanasia.

¿Por qué se relega fuera de los temas éticos, sociales y científicos todo lo que huela a cristiano? Por un motivo muy sencillo: porque se cree que el cristianismo alteraría la naturaleza de la verdadera política y de la ciencia.

La suposición anterior, sin embargo, va contra una premisa que deberían acoger la ciencia y la política: la necesidad de vivir abiertos a todos los puntos de vistas, la búsqueda de fundamentos válidos sobre los que pueda descansar el respeto que permite una auténtica convivencia humana.

Cuando un científico, por ejemplo, no quiere escuchar nada sobre la dignidad de los embriones, se está cerrando a un aspecto de la experiencia, está actuando en contra del respeto de las reglas del método científico, y, muchas veces, se niega incluso a pensar según lo que es propio de la verdadera biología.

La ciencia verdadera es algo sumamente abierto. El científico quiere conocer la realidad. Por lo mismo, no puede excluir ningún dato, ningún elemento, ninguna posible experiencia del pasado o del presente que pueda servir para elaborar una teoría científica.

Excluir a priori un punto de vista, un dato del pasado o del presente, significa actuar de modo acientífico. En este sentido, la Iglesia es un ejemplo de apertura a la ciencia, es un modelo de racionalidad.

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