miércoles, 10 de marzo de 2010

EMPAPARSE DE AMOR


Artículo de Sunsi Estil-les Farré sobre la familia

Con el verbo amar sucede como aquél que pretende hacer un hoyo. Nunca alcanzará el objetivo si no cava; y cuanto más cava, más profundo es el hoyo.

Pretenden hacernos creer que el hombre está solo y, como dice Mafalda, “algún zanahoria nos ha perdido los planos”. Cierto que el hombre está inquieto. Y busca. Pero no está solo. El argumento de su existencia tiene guionista: Dios. Los que colocan y retiran el decorado, la ambientación, la música... es la familia. Y en la familia se descarga, se filtra y se recompone todo aquello que nos daña.


REDEFINIR LA FAMILIA

En este artículo no descubro ningún secreto. Todo está dicho y escrito. No obstante, hay un hecho diferencial entre lo que podríamos decir y escribir antes y después de la estancia del Santo Padre en Valencia. El Papa ha redefinido la familia. Redefinir no es modificar los fundamentos; no es reinventar. Es ir arrancando las capas hasta llegar al corazón, a lo que le da sentido. Y de nuevo el telón de fondo es el AMOR.

“Cuando un niño nace, a través de la relación con sus padres empieza a formar parte de una tradición familiar, que tiene raíces aún más antiguas. Con el don de la vida recibe todo un patrimonio de experiencia. A este respecto, los padres tienen el derecho y el deber inalienable de transmitirlo a los hijos: educarlos en el descubrimiento de su identidad, iniciarlos en su vida social, en el ejercicio de su libertad moral y de su capacidad de amar a través de la experiencia de ser amados y, sobre todo, en el encuentro con Dios”.

El Papa insiste: “La familia es el ámbito privilegiado donde cada persona aprende a DAR Y RECIBIR AMOR”

LECCIÓN DE GRAMÁTICA


Hace un tiempo me prestaron Los siete hábitos de la gente altamente efectiva de Stephen Covey. Transcribo una cita “interesante”. Probablemente los sufridos profesores de lengua sonreirán recordando una pregunta clásica: “Profe: ¿y esto para qué sirve?”. Y respirarán aliviados al comprobar que sus esfuerzos sí sirven; en este caso para algo que se confunde con frecuencia: distinguir la acción del sentimiento; el verbo “amar” del sustantivo “amor”.

- A mi esposa y a mí ya no nos unen los antiguos sentimientos.

Supongo que ya no la amo y que ella no me ama a mí. ¿Qué puedo hacer?

-¿Ya no sienten nada el uno por el otro?- pregunté.

-Así es. Y tenemos tres hijos que realmente nos preocupan. ¿Usted qué sugiere?.

-Ámela.

-No me entiende. El amor ha desaparecido.

-Entonces ámela. Si el sentimiento ha desaparecido, ésa es una buena razón para amarla.

-Pero, ¿cómo amar cuando uno no ama?.

-Amar, querido amigo, es un verbo. El amor –el sentimiento- es el fruto de amar, el verbo. De modo que ámela. Sírvala. Sacrifíquese por ella. Escúchela. Comparta sus sentimientos. Apréciela. Apóyela. ¿Está dispuesto a hacerlo?.

Sunsi Estil-les Farré
ARVO
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