lunes, 15 de marzo de 2010

La Iglesia es siempre joven


Ramiro Pellitero nos habla de la juventud perenne de la Iglesia Católica


En ocasiones se habla de la Iglesia como “santa y pecadora”. En realidad no es así. La Iglesia por sí es santa, si bien —dice el Concilio Vaticano II— al mismo tiempo durante la historia eAlmudi.org - Ramiro Pelliterostá “siempre necesitada de purificación”. Esto se debe a que tiene en su seno pecadores. De hecho procura continuamente que se conviertan en justos, es decir en santos.

Entonces —podría alguien preguntarse—, ¿dónde se ve en la tierra que la Iglesia es santa? La respuesta es: se ve continuamente, si se mira sin prejuicios, precisamente en sus muchos justos, en los frutos que da —ya aquí abajo— la vida de los santos, en la fe de los mártires, en cómo van influyendo los cristianos en la transformación de la historia, etc.

Nada de esto debe hacer olvidar que han existido y existen también entre los cristianos los pecadores —todos de alguna manera lo somos, unos más que otros—; y la Iglesia misma se ha hecho más consciente de que para poder ser eficaz en su misión, antes que nada tiene que permanecer —en cada uno de sus miembros y en su conjunto— a la escucha de Dios, de modo que responda a lo que Dios quiere para ella y para el mundo.

En especial los últimos Papas han promovido la “purificación de la memoria” en la Iglesia. Es decir, el pedir perdón junto con el poner los medios para que los pecados y los escándalos no se repitan. A pesar de todo es previsible, como dijo ya el Maestro, que siempre habrá escándalos. Hay que intentar que no se produzcan, no ya los escándalos sino sus causas y raíces.

Especialmente escandaloso es el mal que se hace con ocasión de las tareas de la Iglesia, en concreto el daño causado por algunos sacerdotes en la labor educativa con los niños y jóvenes. Al mismo tiempo, no puede olvidarse que Jesús estuvo clavado en la Cruz y dio hasta la última gota de su sangre por la santidad de la Iglesia y la de la humanidad. Nos conoció a cada uno, dice San Pablo, y dio su vida por nosotros.


Ramiro Pellitero
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