viernes, 26 de marzo de 2010

FELICIDAD Y FAMILIAS FUERTES


Os ofrezco este artículo que apunta soluciones ante la crisis familiar actual.

Las noticias que nos llegan de los periódicos, de los amigos, del entorno laboral señalan constantemente la infelicidad y el dolor de tantas personas –mayores y pequeños- que sufren por la ruptura familiar, por los enfrentamientos familiares, por la soledad y la ausencia o desatención por parte de la familia. La consecuencia final es que cada vez hay más familias solas, escindidas y aisladas; es decir familias más débiles.

Es abrumadora la cantidad de estudios que presentan la familia, para jóvenes y mayores, como la institución más valorada en España (el CIS lo refleja en sus encuestas año tras año). Esta importancia que los ciudadanos otorgan a la familia nos debe hacer pensar. Las personas, los hombres y mujeres de principios del siglo XXI, del imprevisible siglo que comienza, insisten una y otra vez en que la familia es el lugar en el que se sienten acogidos, apoyados –los hijos-, amados y entendidos –los cónyuges, los abuelos, los parientes dependientes.

Sin embargo, ante este deseo que señala que la felicidad se vive en la familia, no hay estudios sólidos en este país que apunten en esta dirección: la relación entre felicidad y familia. La soluciones ante la crisis familiar suele ser la improvisación, incluso ante los primeros conatos de violencia psicológica, ante la incapacidad de los padres de educar a sus hijos y de apoyar a la escuela –que hoy es un lugar común en el mundo educativo -; ante la inmensa desorientación de los hijos de familias rotas; ante las luchas intestinas de los padres divorciados por atraerse a sus hijos y apartarlos definitivamente del otro excónyuge. Ante tanto dolor nadie se atreve a ofrecer, más allá de divorcios de alta velocidad y alta irreflexión, políticas familiares, soluciones creativas, serias, desde las ciencias sociales, y promotoras de felicidad.

No se trata de que nadie permanezca casado contra su voluntad, ni imponer el matrimonio y la familia a nadie. Ni de obligar a un matrimonio o a una familia auténticamente inviables a permanecer unidos. No se trata de estigmatizar nada ni a nadie: se trata de ofrecer soluciones que den felicidad. Se trata de capacitar a las personas para que tengan un abanico mucho más amplio de posibilidades, para que sean mucho más libres y menos esclavas de un determinismo que dice que el matrimonio no puede durar. Y la verdad es que parece que sólo hay dos opciones: o el matrimonio y la familia van bien por razones de suerte y de fortuna, o las cosas van mal y la única solución es la ruptura. Existe una tercera vía: la prevención.

Ignasi de Bofarull
Instituto de Estudios Superiores de la Familia
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