viernes, 16 de julio de 2010

SINTONIZAR CON LOS HIJOS

          En una sociedad donde cada vez son más abundantes los reclamos que atraen y “revuelven” las conciencias de los hijos, la comunicación con los padres se revela como un aspecto fundamental en la educación, en donde se pone en juego la felicidad de cada hijo y la armonía familiar.
           Fernando Alberca, filólogo, Director del Colegio de Fomento Montearagón (Zaragoza), profesor de Educación Secundaria y padre de seis hijos, nos asegura que buena parte del problema y, por tanto, de la solución, se centra también en una cuestión de lenguaje. Recogemos unas orientaciones prácticas tomadas de su experiencia educativa.



COMO SE DA, SE RECIBE
           En nuestro actuar con los hijos y, en general, con toda persona con la que nos relacionemos, hay algo que no podemos olvidar nunca: en la medida en que demos a los demás lo que quieren, ellos nos darán lo que queremos.


           Hay hombres que piensan: «le regalaría una caja de bombones a mi mujer, si fuera más cariñosa conmigo». Hay también patronos que piensan: «alabaría y reconocería el mérito de este trabajador si hiciera un esfuerzo extraordinario. Y hay padres que piensan: confiaría más en mis hijos si me trajesen a casa mejores resultados en sus notas».
           Es necesario aplicar la fórmula al revés: el hombre tiene que regalarle primero la caja de bombones a su mujer y, entonces, recibirá más afecto. El patrono tiene que alabar y reconocer primero el mérito del empleado, y así conseguirá más fácilmente de él un esfuerzo extraordinario. El padre tiene que expresar primero su confianza en los hijos, de esa forma, ellos, probablemente, empezarán a traer mejores notas…


LA MEDIDA DEL AMOR
           Algunas veces podemos olvidar cuál es el gran secreto en el trato con nuestros hijos: ser consciente de que no hay nada que nuestros hijos puedan hacer para que les amemos más; no hay comportamiento, por bueno que sea, que pueda hacer que les queramos más; y no hay mal comportamiento posible que pueda llevarnos a quererles menos. Les queremos porque son nuestros hijos, independientemente de su comportamiento. Aquí se encierra -pienso- la clave del éxito a la hora de adoptar una determinada actitud con nuestros hijos.


           Sin perder nunca de vista este criterio, para lograr hablar con nuestros hijos y que ellos lo hagan con nosotros, y que ellos te cuenten... a tiempo, sintonizando con ellos, hemos de procurar centrar nuestra atención en algunos aspectos, en torno a los cuales gira esta comunicación.


           Como en todos los valores, si fomentamos en nuestros hijos el hábito de hablar desde la infancia, éste permanecerá luego en todas sus etapas. Y lo lograremos si hablamos con ellos desde sus primeros meses, y lo hacemos de todo: también de lo que a ellos les interesa, de temas inoportunos, o dolorosos… sin retrasar los momentos, sin buscar lugares más idóneos.


           Un hijo habla sólo cuando sus padres están acostumbrados a oírle en cualquier momento, de cualquier cosa; y se explique como se explique, sin interrumpirle, aun cuando sepamos el final.

ARVO
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