“Cultura de la comunicación y nuevos lenguajes” ha sido el tema que han afrontado estos días en Roma los participantes en la asamblea plenaria del Pontificio Consejo de la Cultura, cuyo presidente es el arzobispo Gianfranco Ravasi.
El uso de nuevos lenguajes es uno de los desafíos que debe afrontar la Iglesia en nuestro tiempo; un desafío “muy difícil”, afirma monseñor Ravasi, porque debe transmitir valores enormes en “pequeñas píldoras”, como son los sms, símbolo por excelencia del nuevo modo de comunicar, sobre todo entre los jóvenes.
La Iglesia se enfrenta a un doble problema, según Ravasi. “Por un lado, debe ser capaz de encontrar un lenguaje nuevo que sea capaz de estar en sintonía con los lenguajes actuales que han cambiado por completo y no son inmediatamente descifrables. Basta pensar en Internet”.
En segundo lugar, continúa el prelado, “hay que tratar de todas las maneras posibles que el lenguaje nuevo no apague el contenido, porque hay valores grandísimos que si se reducen a un “molde” demasiado frío, también pueden evaporarse”.
Por este motivo, “el reto es muy complicado; existe todavía un largo camino por recorrer”. Refiriéndose en concreto al “entendimiento” por medio del lenguaje hablado entre los sacerdotes y los fieles, por ejemplo en la predicación, asegura que “existe un vacío que hay que llenar tras el divorcio que ha habido entre el lenguaje de unos y de otros”.
En este contexto, son actuales las recomendaciones de Benedicto XVI en la exhortación apostólica “Verbum Domini”, publicada ayer, en la que entre otras cosas, exhorta a los predicadores a tomarse muy en serio esta tarea, “evitando homilías genéricas y abstractas, así como inútiles divagaciones que acaban por atraer la atención más sobre el predicador que sobre el corazón del mensaje evangélico”.
Por Alfonso Bailly-Bailliére
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