viernes, 5 de noviembre de 2010

Libres pero no imbéciles

   La visita a Santiago y Barcelona de Benedicto XVI o Joseph Ratzinger –según prefiramos verlo- está siendo motivo, como siempre por fortuna, de diversas reacciones. Algunas de altura. Otras demasiado necias.  

En la altura, hay creyentes, agnósticos y ateos. Entre las estúpidas, las hay provenientes de algunos personajes que, jugando un ateismo progre que en realidad es anticatolicismo barato, avergüenzan la inteligencia de quienes honestamente navegan la incertidumbre vital del agnosticismo o la resignada soledad cósmica del ateismo.

    Esta misma mañana, algunos colegas que viven su agnosticismo con aquella seriedad, digna del mayor respeto y admiración, de quienes, confiados en su razón y experiencia –que poca cosa de más tiene cada hombre- no logran encontrar con ellas certezas definitivas, pero siguen en la brecha porque la hipótesis de Dios, en sí misma, es un interrogante de gran excelencia humana, quizás el mayor…; pues esta misma mañana –según les decía- estos amigos se quejaban de que algunas reacciones se atribuyan a la sensibilidad agnóstica o, incluso, atea. Porque insulta a su integridad e inteligencia que la ignorancia, la necedad y la baja estofa se nos vistan de agnosticismo o ateismo. Les expongo algunos de los ejemplos.

    Empecemos por las manipulaciones nimias y maliciosas, sólo aptas para tontos. Una emisora de radio enfatizaba esta misma mañana varias declaraciones de “encuestados espontáneos” según las cuales la visita de Benedicto XVI a Santiago “paralizaba la ciudad y condicionaba la vida cotidiana de sus habitantes”. Caray con el argumento… Pero si parte decisiva de la economía de Santiago y su marca mundial como ciudad vive de ser la meta de los peregrinos del Camino. Ahora que les visita el sucesor del Jefe del apóstol Santiago y se esperan miles de visitantes, ¿no será para Santiago de Comostela una bendición comercial, turística y económica la visita del peregrino máximo Joseph Ratzinger? Y eso al margen absolutamente de lo que diga y oficie. Uno se pregunta si realmente los gallegos y los santiaguinos –sean creyentes, agnósticos o ateos- desean que se suprima el Camino con fin en Santiago por las incomodidades que los peregrinos les producen. Habrá imbéciles en Galicia, pues en todas partes crecen setas incomestibles, pero a todos nos consta que la mayoría de los gallegos no son precisamente tontos del higo.

    Otro ejemplo, algo mayor. En el entorno intelectual de Zapatero se ha oído el diagnóstico de que el catolicismo está de capa caída y tiene ya poco recorrido. De manera que, al modo como se nos sentó un día ante la bandera USA y otro día después de nos puso de rodillas adorando a Obama, ahora parece que Zapatero estima gesto progre y de futuro ausentarse de los actos más significativos de Benedicto XVI, aunque Ratzinger sea Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano, cabeza de más de mil millones largos de fieles en todo el mundo (incluidas Venezuela, Cuba, ex repúblicas soviéticas o China) y referente religioso e intelectual de la mayoría del pueblo español.

PEDRO JUAN VILADRICH
LA GACETA
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