Os ofrezco este interesante estudio del Profesor Artigas sobre el diálogo ciencia y fe
Uno de los fenómenos culturales más singulares en nuestros días es la existencia de un renovado interés en las relaciones entre ciencia y religión. El interés es mutuo. No son pocos los científicos que discuten, a veces en libros dedicados por entero a estos temas, las posibles implicaciones teológicas de su ciencia, y por su parte muchos teólogos se embarcan en un diálogo entre ciencia y religión que está dando lugar al nacimiento de una nueva disciplina: en estos años se han creado, en bastantes instituciones universitarias, cursos sobre las relaciones entre ciencia y fe, e incluso Centros completamente dedicados a esta línea de trabajo. Además, el público general se interesa por estas cuestiones.
Como muestra del interés que suscitan estos temas se puede mencionar la creación, en octubre de 1995, dentro de la American Association for the Advancement of Science, de un programa que comenzó llamándose Dialogue between Science and Religion y, desde 1999, se titula Dialogue on Science, Ethics, & Religion, que se propone tres objetivos: (1) promocionar el conocimiento del progreso en ciencia y tecnología dentro del ámbito religioso, (2) proporcionar oportunidades para el diálogo entre miembros de las comunidades científica y religiosa acerca de temas significativos para el entendimiento mutuo, y (3) promover la colaboración entre miembros de esas comunidades en proyectos que exploren las implicaciones éticas y religiosas del progreso científico. El programa incluye la organización de Conferencias. En 1998 se celebró en el Museo de Historia Natural de Chicago una Conferencia multi-disciplinar bajo el título La épica de la evolución.
En abril de 1999 se celebró en Washington otra Conferencia multi-disciplinar sobre Cosmología, de tres días de duración, en la que se trataron los tres temas siguientes: ¿Hubo un principio?, ¿Está el universo planeado?, ¿Estamos solos? El segundo día tuvo lugar una discusión pública sobre el segundo tema, que enfrentó a Steven Weinberg, premio Nobel de física por su trabajo en la teoría electrodébil, y a Sir John Polkinghorne, físico de partículas que en la actualidad es ministro anglicano. El debate saltó a las páginas del New York Times y de otros medios de comunicación de alcance internacional.
Analizaré a continuación lo que dice la encíclica Fides et ratio sobre esta cuestión, centrando la atención en torno a algunos temas especialmente importantes para conseguir un diálogo fecundo entre la ciencia y la fe.
El realismo científico
Al comienzo de la encíclica (nº 5), el Papa dice que va a centrar su atención en la filosofía y explica el motivo que le guía: «Me impulsa a ello el hecho de que, sobre todo en nuestro tiempo, la búsqueda de la verdad última parece a menudo oscurecida». ¿Cómo se ha llegado a ese oscurecimiento? La situación es paradójica. Se ha dado un gran progreso en muchos ámbitos del saber humano; el Papa cita «la antropología, la lógica, las ciencias naturales, la historia, el lenguaje..., de alguna manera se ha abarcado todas las ramas del saber».
Sin embargo, la gran variedad de resultados positivos alcanzados ha tenido como consecuencia que se ha olvidado la orientación hacia una verdad unificadora, de modo que triunfan criterios pragmáticos y se utiliza como patrón la eficacia técnica. Así ha sucedido que la filosofía moderna, «en lugar de apoyarse sobre la capacidad que tiene el hombre para conocer la verdad, ha preferido destacar sus límites y condicionamientos».
Mariano Artigas
Publicado en Anuario Filosófico, 32 (1999), pp. 611-639.LEER MÁS
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