El doctor Enrique Rojas nos explica en este artículo que "la educación es ante todo educación de los deseos. El que no sabe lo que quiere no puede ser feliz".
EDUCAR es convertir a alguien en persona. Introducir en la realidad con amor y conocimiento. La educación es la base para edificar una trayectoria personal adecuada. Etimológicamente significa acompañar y extraer. Educar es cautivar con argumentos positivos, entusiasmar con los valores, seducir con lo excelente. Eso significa comunicar conocimientos y promover actitudes, en una palabra, información y formación. Educar no es enseñarle a alguien matemáticas, literatura, arte o contabilidad, sino prepararlo para que viva su biografía de la mejor manera posible. Reglas de urbanidad y convivencia, hábitos positivos para no ser sujeto masa, anónimo e impersonal.
La educación es la estructura del edificio personal, la cultura es la decoración. La primera enseña a nadar para no verse arrastrado por las mareas de todo tipo que amenazan al ser humano, la segunda enseña a vivir. La cultura es la estética de la inteligencia. Hablamos ya de un nivel superior, que empuja a caminar hacia unos objetivos verdaderamente dignos. Por eso la cultura es libertad. Espesor del conocimiento vivido, lo que queda después de olvidar lo aprendido.
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Descartes definió el deseo como «la agitación del alma causada por los espíritus que la disponen a las cosas que ella se representa como convenientes». Es algo característico del vivir hacia delante del ser humano, nos proyectamos al futuro, que es la dimensión mas viva de nuestra existencia. El deseo es apetito, anhelo, ansia, apetencia, tener como objeto algo que vemos ó imaginamos y que tira de uno en esa dirección. Cicerón introdujo la doctrina de las pasiones fundamentales en dos apartados: los bienes presentes (la alegría) y futuros (el deseo); y los males presentes (la tristeza) y futuros (el temor, hoy hablaríamos aquí de la ansiedad).
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En la practica desear y querer aparecen mezclados. Pero en la teoría es bueno distinguirlos, para saber qué terreno estamos pisando. Es necesario un cierto ejercicio de submarinismo para delimitar la geografía marina de uno y otro. Mirada cartesiana sobre la realidad tumultuosa que nos asedia, al estar inmersos en una sociedad de consumo que trata de vendernos un producto detrás de otro, creándonos necesidades que realmente no tenemos. Vertiginosa sucesión de imágenes que despiertan intereses contradictorios en una sociedad tan permisiva y pendular.
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Es mas fácil desear, que querer. Desear es mas superficial e inmediato. Querer es mas profundo y lejano. Aquel va al corto plazo, con mirada corta. Éste va al largo plazo, con una visión alargada, extensa, espigada, que se sitúa en los aledaños del futuro.
¿Qué es lo que hace que apuntemos hacia esa dirección, qué es lo que arrastra? El sentirnos motivados por aquello que nos interesa. La motivación es la representación anticipada de la meta, que conduce a la acción. A través de ella nos vemos llevados a realizar algo valioso que hemos elegido. El problema está en la siguiente pregunta: ¿cómo fomentar la voluntad para buscar lo que uno quiere, cuando hay otros muchos deseos que nos sacan del camino emprendido y nos distraen y nos alejan y nos sacan del sendero que conduce a la meta?, ¿cómo no cansarse cuando el objetivo, que es bueno y valioso, está lejos y tarda en llegar y es costoso de entrada?
La educación es la estructura del edificio personal, la cultura es la decoración. La primera enseña a nadar para no verse arrastrado por las mareas de todo tipo que amenazan al ser humano, la segunda enseña a vivir. La cultura es la estética de la inteligencia. Hablamos ya de un nivel superior, que empuja a caminar hacia unos objetivos verdaderamente dignos. Por eso la cultura es libertad. Espesor del conocimiento vivido, lo que queda después de olvidar lo aprendido.
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Descartes definió el deseo como «la agitación del alma causada por los espíritus que la disponen a las cosas que ella se representa como convenientes». Es algo característico del vivir hacia delante del ser humano, nos proyectamos al futuro, que es la dimensión mas viva de nuestra existencia. El deseo es apetito, anhelo, ansia, apetencia, tener como objeto algo que vemos ó imaginamos y que tira de uno en esa dirección. Cicerón introdujo la doctrina de las pasiones fundamentales en dos apartados: los bienes presentes (la alegría) y futuros (el deseo); y los males presentes (la tristeza) y futuros (el temor, hoy hablaríamos aquí de la ansiedad).
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En la practica desear y querer aparecen mezclados. Pero en la teoría es bueno distinguirlos, para saber qué terreno estamos pisando. Es necesario un cierto ejercicio de submarinismo para delimitar la geografía marina de uno y otro. Mirada cartesiana sobre la realidad tumultuosa que nos asedia, al estar inmersos en una sociedad de consumo que trata de vendernos un producto detrás de otro, creándonos necesidades que realmente no tenemos. Vertiginosa sucesión de imágenes que despiertan intereses contradictorios en una sociedad tan permisiva y pendular.
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Es mas fácil desear, que querer. Desear es mas superficial e inmediato. Querer es mas profundo y lejano. Aquel va al corto plazo, con mirada corta. Éste va al largo plazo, con una visión alargada, extensa, espigada, que se sitúa en los aledaños del futuro.
¿Qué es lo que hace que apuntemos hacia esa dirección, qué es lo que arrastra? El sentirnos motivados por aquello que nos interesa. La motivación es la representación anticipada de la meta, que conduce a la acción. A través de ella nos vemos llevados a realizar algo valioso que hemos elegido. El problema está en la siguiente pregunta: ¿cómo fomentar la voluntad para buscar lo que uno quiere, cuando hay otros muchos deseos que nos sacan del camino emprendido y nos distraen y nos alejan y nos sacan del sendero que conduce a la meta?, ¿cómo no cansarse cuando el objetivo, que es bueno y valioso, está lejos y tarda en llegar y es costoso de entrada?
Yo daría la siguiente respuesta: teniendo claro lo que uno quiere, concretando al máximo su contenido y evitando la dispersión; y a continuación, sabiendo hacer atractiva la exigencia. Mirando siempre fijamente al horizonte de las ilusiones del provenir. Poniendo una mirada inteligente, sublimando esfuerzos, no dándose uno por vencido cuando las cosas van mal o aparece el cansancio y las dificultades, creciéndose uno ante los problemas con una fortaleza que se va haciendo rocosa. Ese es el método.
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La educación es ante todo educación de los deseos. Querer es la mejor manera de descifrar la realidad, pirotecnia de propósitos concretos, que al ser pocos aterrizan en objetivos claros, que nos seducen con su carisma si están bien delimitados. El que no sabe lo que quiere no puede ser feliz. Si utiliza la voluntad, lo irá consiguiendo, porque su sombra es larguísima y sus frutos sabrosos. Gavilla de audacias cinceladas por el esfuerzo de lo diario.
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La educación es ante todo educación de los deseos. Querer es la mejor manera de descifrar la realidad, pirotecnia de propósitos concretos, que al ser pocos aterrizan en objetivos claros, que nos seducen con su carisma si están bien delimitados. El que no sabe lo que quiere no puede ser feliz. Si utiliza la voluntad, lo irá consiguiendo, porque su sombra es larguísima y sus frutos sabrosos. Gavilla de audacias cinceladas por el esfuerzo de lo diario.
Por ENRIQUE ROJAS.
Catedrático de Psiquiatría
Catedrático de Psiquiatría
ARVO
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