jueves, 31 de marzo de 2011

LAS OBJECIONES DE CONCIENCIA

Las objeciones de conciencia
En esta interesante entrevista el Dr. Navarro Valls aborda múltiples temas de actualidad, entre ellos la objeción de conciencia planteada por muchos ciudadanos en los últimos años.

«En ocasiones, la objeción de conciencia es fruto de lo que podríamos llamar "la mala conciencia del poder"»

Rafael Navarro-Valls es uno de los mayores expertos en nuestro país en Derecho Constitucional y Jurídico. Acaba de publicar un libro sobre un tema espinoso: las objeciones de conciencia que, en su opinión, «muchas veces es la manifestación de la mala conciencia del poder». Aborto, eutanasia, Educación para la Ciudadanía... son algunos de los aspectos que se abordan en esta entrevista. 

      Hermano de Joaquín Navarro-Valls, jefe de prensa durante el pontificado de Juan Pablo II, Rafael ve con emoción la próxima beatificación de Wojtyla, aunque niega que su subida a los altares suponga para Benedicto XVI un problema: «Se beatifica a la persona, no se reivindica todo el pontificado de Juan Pablo II».

    Buenos días y bienvenidos a las entrevistas en Religión Digital. Hoy estamos (por sus obras le conocerán, incluso por haber estado aquí ya un par de veces) con don Rafael Navarro Valls. 

Muy buenos días y bienvenido a Religión Digital de nuevo.
Bienvenido de nuevo, efectivamente.
Hoy viene don Rafael a presentarnos un libro que ha escrito junto a otro catedrático de la Complutense, Javier Martínez Torrón. El libro se llama "Conflictos entre conciencia y ley. Las objeciones de conciencia". Un tema, como ustedes verán, muy de actualidad en la España de hoy y en Occidente. 

Hablábamos antes de la entrevista que se está produciendo un boom de objeciones, y usted comentaba que viene motivado por una especie de incontinencia del poder.
Sí, yo a ese boom del que habla usted, le llamo "big-bang" de objeciones de conciencia: de un núcleo que era la objeción del servicio militar, han empezado a surgir la del aborto, la del jurado, la de los tratamientos médicos, la de llevar o no un traje adecuado a las propias convicciones, la de rechazar contenidos educativos lesivos a la propia conciencia, etcétera. Y eso, usted lo acaba de adelantar, yo lo atribuyo a una cierta incontinencia normativa del poder, que está produciendo una cascada de leyes que inciden demasiado en la intimidad de la conciencia. Los juristas solemos decir con cierta ironía que, a veces, «los amantes de las leyes y los amantes de las salchichas no deberían ser testigos del proceso de su fabricación». Mejor no saber qué habrán metido dentro. En ocasiones, con las leyes va pasando eso: se lanzan algunas que internamente han quedado lastradas por un contenido no estrictamente justo. De ahí las objeciones de conciencia.

¿Dónde está el límite entre libertad-conciencia-leyes? ¿Hasta dónde se puede llegar? ¿Hemos sobrepasado la línea roja?
Lo primero que quiero decir es que la objeción de conciencia es parte del derecho fundamental de libertad de conciencia, por tanto, su tutela ha de ser amplia. Segundo, todo derecho fundamental tiene también sus limitaciones. Le voy a poner algunos ejemplos. Conviene distinguir entre las objeciones que implican un no hacer (no formar parte de un jurado, no realizar un aborto, no asistir a unas clases etc...) de aquellas otras que implican un hacer algo contra la norma. En las primeras, el peligro social es menor y su tutela ha de ser lo más amplia posible. Las segundas conviene examinarlas más detenidamente. Por ejemplo, hace años, cuando el estado de Utah se formó dentro de Estados Unidos, los mormones quisieron que se aceptara —como objeción de conciencia— su concepción poligámica del matrimonio, que implicaba un actuar positivo (tener varias mujeres). El Tribunal Federal de Estados Unidos (caso Reynolds) hizo notar que la objeción de conciencia debía de ser tutelada dentro de unos límites. Y en esos límites estaba la poligamia, dado que la monogamia era una concepción de todo Occidente. 

Veamos el tema de los crucifijos. Cuando un padre plantea objeción frente a un crucifijo en una escuela, tiene el límite de que los otros veintinueve padres de su clase quieren educación con crucifijo. De ahí que no puede imponer sus convicciones a la mayoría (expulsar el crucifijo, un actuar positivo), si no demuestra que esa pasiva exposición del mismo supone una efectiva lesión para su hijo. Es lo que acaba de decir el Tribunal de Derechos Humanos en el caso Lautsi.
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ReligionDigital.com (Entrevista de Jesús Bastante) / Almudí

miércoles, 30 de marzo de 2011

TU ILUSIÓN DE "ALGÚN DÍA"

Tu ilusión de “algún día”
Excelente artículo del Dr. Sueiro sobre la ilusión vital
A cualquier edad nuestra vida puede revitalizarse con una de las mejores recompensas: conocerse a uno mismo y quererse
    Tú, que lees este artículo, eres importante. Lo bueno de decirlo y escucharlo es que te puede hacer caer en la cuenta de lo que ignorabas o no recordabas. Ser importante en la vida no siempre coincide con una trayectoria profesional brillante. Todos conocemos personas con tanto currículum como poca vida. Quizá nos ciegan espejismos o fechamos ilusiones para un indeterminado “algún día”.
      Sobre este tipo de temas hemos pensado juntos en el curso de la Confederación de Empresarios de Navarra (CEN) titulado Inteligencia emocional y comunicación personal: claves para la armonía. Hemos considerado la importancia de crecer de forma armónica en inteligencia (eres lo que lees), voluntad (no basta con saber, hay que querer y hacer) y sentimientos (refinar la propia sensibilidad).
      Hemos recorrido cinco pasos que pueden llevarnos del yo al : autoconocer las propias emociones, autogestionarlas, automotivarse, ponerse en el lugar de los demás y ayudarles en sus emociones. También hemos considerado otro trípode vital cuyo equilibrio puede afectar a nuestra felicidad: la familia, los amigos y el trabajo. Que nadie se sienta excluido porque la jubilación se refiere a la actividad laboral y en ningún caso debe implicar paro vital.
      A cualquier edad nuestra vida puede revitalizarse con una de las mejores recompensas: conocerse a uno mismo y quererse. Viajar al propio interior descubre secretos que nos explican errores, preocupaciones y miedos; también ilusiones, aciertos y esperanzas. Como en un iceberg, aflora lo que crece dentro. Todos necesitamos un bastón, una estrella que nos acompañe en el recorrido de ser nosotros mismos. Precisamos un de ida y vuelta. Este fenómeno bautizable como tuísmo supone un estímulo energizante. De alguna manera, lo mejor de ti no es tuyo o, dicho de otro modo, necesita un . Así cabe reformular la conocida sentencia de Nietzsche y concluir que alguien con un por quién para vivir podrá superar cualquier cómo. Por eso el cariño saca de pozos.
      Mientras escribo me llega el mensaje de unos amigos exuberantes de alegría por el nacimiento de su primer hijo. ¡Qué ilusión! La misma que tuvo otra pareja amiga cincuenta años atrás y que en 2011 se ilusiona con celebrar la vida que han regalado a sus hijos y nietos. Como cantan Axel y Bustamente, “deja en la tierra tu mejor semilla, celebra la vida, que es mucho más bella cuando tú me miras”. Con o sin hijos, con o sin reconocimiento ajeno, una vida fecunda —que da lo mejor de ti a un — ayuda a colmar los anhelos de felicidad.
      En la vida tan crucial como el retrovisor para recordar lo superado son las largas para ver con ilusión el porvenir. ¿Equivocaciones? Sí. ¿Y? No hay pecador sin futuro ni santo sin pasado. Por eso el perdón, también con uno mismo, es tan liberador: no cambia el pasado, pero sí el futuro. ¿No te parece ilusionante? Hoy puede ser ese “algún día” para alguien tan importante como tú.
Enrique Sueiro. Consultor y Doctor en Comunicación. Universidad de NavarraNoticiasDeNavarra.com / Almudí

martes, 29 de marzo de 2011

Don Álvaro "transmitía una gran paz a las almas"

Álvaro del Portillo
En el aniversario del tránsito de D. Álvaro el Prelado del Opus Dei evoca su extraordinaria personalidad cristiana y su gran corazón. Reproduzco las palabras de su homilía:

Scio quod Redemptor meus vivit! (Job 19, 25). Yo sé que mi Redentor está vivo. Estas palabras de Job son una invitación a la esperanza. Tenemos que vivir y actuar con la seguridad de la victoria definitiva de Jesús sobre el pecado y la muerte, que la próxima solemnidad pascual nos hará más presente. Jesús es la Roca más segura de nuestra esperanza, especialmente cuando tenemos que afrontar circunstancias difíciles, a nivel personal o familiar, o a nivel colectivo.

      La historia de Job es paradigmática. Ese hombre piadoso, diligente para ofrecer al Señor sacrificios por los pecados y para dar limosna a los necesitados, comienza de repente a sufrir todo tipo de males: desde la muerte de todos sus hijos a la completa ruina económica, la enfermedad y el desprecio con que le tratan las personas más cercanas. Como explica el Papa en una de sus encíclicas, «es cierto que Job puede quejarse ante Dios por el sufrimiento incomprensible y aparentemente injustificable que hay en el mundo»[1].
...... Aún tenemos presentes las imágenes de la tragedia sufrida en Japón a causa del terrible terremoto y el posterior tsunami. Ninguno de nosotros ha permanecido indiferente ante esos hechos que han afectado a millones de personas. Hemos rezado, y continuamos rezando, por las víctimas, por sus familias y por todas las personas que de un modo u otro han sufrido las consecuencias de la catástrofe.

      Estos desastres naturales, como también las guerras que afectan a tantos pueblos indefensos (en Costa de Marfil, en Libia, etc., por recordar sólo algunos conflictos) pueden y deben servirnos para levantar los ojos al Cielo y ponerlos en nuestra morada definitiva, al Paraíso, donde —como enseña la Sagrada Escritura— el Señor mismo enjugará toda lágrima de sus ojos; y no habrá ya muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque todo lo anterior ya pasó (Ap, 21, 4).
........Hoy, el aniversario del fallecimiento del Siervo de Dios Mons. Álvaro del Portillo nos ofrece la ocasión de considerar un aspecto de su rica personalidad cristiana, de sacerdote y de obispo. Me refiero a su gran corazón, que le llevaba a compartir los sufrimientos de cuantos se le acercaban y a transmitir una gran paz a las almas. Son innumerables los testimonios de personas que, después de un encuentro con mi amadísimo predecesor, tras confiarle sus preocupaciones, han experimentado un profundo sosiego de espíritu y han podido volver a casa con una gran paz en el alma.

      La fuente que alimentaba la paz interior de don Álvaro y su capacidad para comunicarla a los demás era precisamente su fe profunda en Dios Padre misericordioso, su confianza en Jesucristo Nuestro Salvador y en la acción del Espíritu Santo. En la escuela de San Josemaría, había podido experimentar directamente muchas veces el amor de Dios por sus criaturas. Sabía, por experiencia personal, que el Señor permite sufrimientos, pruebas, dolores, en nuestra vida, porque quiere que nos parezcamos cada vez más a su Hijo Unigénito, muerto en la Cruz por amor nuestro.

      En una homilía pronunciada durante una Misa, en el Jubileo de la Juventud de 1984, don Álvaro dijo: «Otra causa de tristeza puede ser el sufrimiento propio y ajeno; el dolor, la contradicción, todo ese conjunto de cosas   pequeñas y grandes que —en la vida personal y en la historia humana— no son agradables y a las que no se acierta a dar solución ni un sentido meramente humanos. ¿Cómo es posible   estar alegres ante la enfermedad y en la enfermedad, ante la injusticia y sufriendo la injusticia? ¿No será esa alegría una falsa ilusión o una escapatoria irresponsable?: ¡no! La respuesta nos la da Cristo: ¡sólo Cristo! Sólo en Él se encuentra el verdadero sentido de la vida personal y la clave de la historia humana. Sólo en Él —en su doctrina, en su Cruz Redentora, cuya fuerza de salvación se hace presente en los sacramentos de la Iglesia— encontraréis siempre la energía para mejorar el mundo, para hacerlo más digno del hombre, imagen de Dios»[5].

      En la escuela de San Josemaría, decía antes, don Álvaro aprendió a mirar la pasión y muerte de Cristo como un acto de amor, del amor más grande que se puede dar en la historia, porque se trata del amor de Dios hecho hombre. También nosotros, en los próximos días de Pascua y siempre, queremos seguir ese camino: el camino de la cruz. Porque, como hace considerar el fundador del Opus Dei en una homilía, «no podremos participar de la Resurrección del Señor, si no nos unimos a su Pasión y a su Muerte. Para acompañar a Cristo en su gloria, al final de la Semana Santa, es necesario que penetremos antes en su holocausto, y que nos sintamos una sola cosa con Él, muerto sobre el Calvario»[6]. Meditemos por tanto en este «Señor herido de pies a cabeza por amor nuestro (...). A la vista de Cristo hecho un guiñapo, convertido en un cuerpo inerte bajado de la Cruz y confiado a su Madre; a la vista de ese Jesús destrozado, se podría concluir que esa escena es la muestra más clara de una derrota. ¿Dónde están las masas que lo seguían, y el Reino cuyo advenimiento anunciaba? Sin embargo, no es derrota, es victoria: ahora se encuentra más cerca que nunca del momento de la Resurrección, de la manifestación de la gloria que ha conquistado con su obediencia»[7].

Mons. Echevarría. Prelado del Opus Dei
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OPUSDEI.ORG

lunes, 28 de marzo de 2011

PREPOTENCIA DE LA LEY

Prepotencia de la ley
      Acertadas reflexiones del Dr. Cabellos: No hay soberanía ni Estado de Derecho alguno cuando se pisotea al hombre por la mitad más uno de los votos

      No sólo en España, sino en buena parte del mundo occidental, se comenta la pérdida de libertad que supone un exceso legislativo. Y no me parece mala ni sobrada la advertencia porque podemos estar yendo hacia una cierta tiranía blanda, querida o consentida por nosotros mismos en aras de seguridades diversas.

      En tal situación, quizá resulten instructivas unas palabras que no están escritas anteayer, sino hacen un cúmulo de años. Nada nuevo bajo el sol, pero puede estar cumpliéndose el aforismo de que si no aprendemos las lecciones de la historia estamos condenados a repetirla. Y está claro que no es muy saludable repetir ciertas historias.

      Rosmini, que es el autor referido, escribía: «La libertad es el ejercicio no impedido de los propios derechos» —se está refiriendo a los derechos humanos—. «Los derechos son anteriores a las leyes civiles. El fundamento de la tiranía es la doctrina que enseña lo contrario. Las leyes civiles pueden ser justas o injustas, en cuyo caso, y con otras palabras, son tiránicas. Si las leyes civiles no ofenden los derechos que les son previos, o se limitan a proteger su ejercicio, de modo que no sea impedido por obstáculo alguno, son justas, y el pueblo que vive bajo tales leyes es libre. Pero si las leyes civiles pretenden ser superiores a los derechos que les preexisten, pretenden ser su patrón y su fuente, son injustas; y el pueblo que posee un gobierno fundado sobre tales teorías de la omnipotencia de la ley civil es esclavo».

      Hoy día no es fácil reconocer la ley natural, que encierra esos derechos humanos precedentes o toda otra ley de los hombres. Recuerdo que, en una ocasión, la Reina de España fue tildada de anacrónica por referirse a la ley natural. Tal calificativo encierra justamente ese concepto prepotente de las leyes civiles que nos hacen esclavos. 

      No es una sutileza que la Declaración Universal de los Derechos del Hombre se llame justamente así: declaración, porque no otorga nada, sino que enuncia la existencia de esos derechos de modo universal, es decir, poseídos por todos sencillamente por formar parte del género humano. Y eso es justamente la ley natural, tan maltratada e ignorada actualmente porque esa ley de funcionamiento de la naturaleza humana está demandando un Creador. Y justamente la omnipotencia de la ley —del hombre en última instancia— está supliendo la Omnipotencia de Dios.

      ¿Y por qué tal actitud nos esclaviza? Es obvio que por despojarnos de algo intensamente propio y no otorgado por nadie. Es cierto que existe la soberanía popular, pero no de modo ilimitado. No hay tal soberanía ni Estado de Derecho alguno cuando se pisotea al hombre por la mitad más uno de los votos. 

      Y no escribo esto desde una reticencia antidemocrática sino todo lo contrario, puesto que la mejor salvaguarda de la democracia misma es la protección de las señales identitarias del ser humano. No creo que sea preciso volver a recordar que el nazismo logró democráticamente el poder y luego realizó el terrible holocausto. Se ve, pues, necesario algo más para custodiar a la persona, algo que no quiero llamar un dique porque parecería sofocar la libertad; más bien son unos buenos indicadores de autopista, que ni sacan por donde no toca ni conducen al abismo.

Pablo Cabellos Llorente
Levante-Emv / Almudí

domingo, 27 de marzo de 2011

El inmerecido regalo del perdón

Estupendo artículo del Dr. Navas sobre el perdón
El inmerecido regalo del perdón
   Los clásicos definen el pecado como la voluntad curvada sobre sí misma: el ‘yo’ egocéntrico que se olvida o desprecia a Dios y a los demás. Al final de ese recorrido encontramos el tedio y la desesperación
       La atribución de la conducta humana resulta compleja. El actor piensa que actúa en función de las circunstancias del caso concreto. Los espectadores, por el contrario, estiman que actúa así porque es así: —“Siempre haces lo mismo. Eres un… perezoso, egoísta, arrogante, etcétera”.
      ¿Quién tiene razón? Aun salvando la buena fe del actor, seguramente aciertan los espectadores. Necesitamos a los otros para llegar a conocernos bien, y de modo especial a otros que nos miren con benevolencia, capaces de ponerse en nuestro lugar. 
      En cualquier caso, conviene tener cuidado antes de descalificar a los demás cuando no se portan como debieran. Los hechos externos ahí están, a la vista de todos, pero no sabemos lo que pasa en el interior de sus autores. De internis, neque Ecclesia iudicat; ni siquiera la Iglesia, experta en el trato con pecadores y penitentes, juzga el interior de las personas.
      San Ambrosio de Milán se pregunta por la razón que llevó a Dios a crear al hombre luego de la caída de los ángeles, y responde que después de esa experiencia, Dios quería tratar con seres a los que pudiera perdonar. Con demasiada frecuencia no estamos a la altura. Fallamos, y no sólo por inadvertencia o precipitación, como nos gusta creer. Tantas veces somos malos sin más: egoístas, soberbios, tramposos, envidiosos. Los clásicos definen el pecado como la voluntad curvada sobre sí misma: el yo egocéntrico que se olvida o desprecia a Dios y a los demás. Al final de ese recorrido encontramos el tedio y la desesperación.
      El arrepentimiento y el perdón nos ayudan a salir del atasco. Chesterton relata así su conversión: «Cuando la gente me pregunta: —¿Por qué abrazó usted la Iglesia de Roma?, la respuesta fundamental es: —Para librarme de mis pecados, pues no existe ninguna otra religión que ofrezca realmente ese perdón. Cuando un católico se confiesa, vuelve realmente a entrar en el amanecer de su propio nacimiento. Sus muchos años ya no pueden asustarle. Podrá estar canoso y achacoso, pero sólo tiene cinco minutos de edad».
      En términos parecidos hace hablar Evelyn Waugh a Julia en su conmovedora despedida de Charles, en Retorno a Brideshead: «Siempre he sido mala. Es probable que vuelva a ser mala, y volveré a ser castigada. Pero cuando peor soy, más necesito a Dios. No puedo estar fuera del alcance de su misericordia».
      Perdonar significa decir al culpable que, en el fondo, es mejor de lo que sus lamentables acciones dan a entender, que ellas no le identifican por completo. Se le da un margen para la mejora y la rectificación. Los hombres perdonamos en ocasiones, pero Dios lo hace siempre. No quiere que el pecador muera, sino que se convierta y viva. Borrar de verdad el pasado, hacer tabla rasa y empezar de nuevo: una experiencia gozosa, que nos devuelve la alegría y nos da alas. En palabras de Goethe: «Saberse querido da más fuerza que saberse fuerte».
      Los cristianos vemos en Jesús de Nazaret a Dios hecho hombre, que nos muestra el camino para llegar a la casa del Padre, nuestro hogar definitivo. Misterio asombroso. Jesucristo no espera que los hombres acudamos a adorarlo y a rendirle pleitesía. Busca a las ovejas descarriadas, una a una. Se hace amigo de los pecadores, pero no del pecado: —«Yo no te condeno, anda y no peques más», dice a la mujer adúltera. 
      Para facilitar todavía más nuestro encuentro con Él tenemos el ejemplo y la ayuda de los santos, tan distintos unos de otros, pero iguales en el amor a Dios y a los hombres. San Josemaría es precisamente un experto en el arte del perdón: —«No he necesitado aprender a perdonar, porque Dios me enseñó a querer». Su vida estuvo llena de dificultades y contradicciones —el sello de la santidad, pues no es el discípulo más que su maestro—, y supo afrontarlas con un lema que nos propone a todos: «Callar, sonreír, comprender, disculpar». La película Encontrarás dragones, que se estrena hoy, lo muestra en una lograda síntesis de brillantez cinematográfica y profundidad psicológica.
Alejandro Navas. Profesor de Sociología. Universidad de Navarra
Diario de Navarra / Almudí

sábado, 26 de marzo de 2011

Encontrarás dragones: un buceo en nuestra historia reciente en clave positiva

   “Encontrarás Dragones” una historia de perdón situada en la Guerra civil española se acaba de estrenar en las salas de cine. Es una gran noticia, pues son raras las buenas películas sobre el cristianismo. Este estreno se produce a los pocos meses de la aparición de otra historia bien contada: “de dioses y hombres”, esta vez de nacionalidad francesa.

   ¿Ganamos algo tergiversando historias para acusar a otras personas? Véase “Código da Vinci”, “Mar adentro”, “Camino” o “Ágora”. ¿Necesitamos urdir historias tremendas para encontrarnos bien con nosotros mismos? Y otra pregunta que nos deberíamos hacer con más frecuencia: ¿Hago bien en ver una película o leer un libro que sé que no son rigurosos y dejan en mal lugar a personas o instituciones solamente por pasar un rato entretenido?

   En fin, quizá la mejor respuesta a estos interrogantes son las buenas películas, aquellas que cuentan con rigor la vida de personajes atractivos, aquellas historias que nos ayudan a comprendernos y nos dan claves positivas para la convivencia. “Encontrarás dragones” nos presenta a un protagonista muy digno, Josemaría Escrivá, al que la Iglesia ha proclamado santo al tiempo que nos transmite una clave positiva para entendernos a nosotros: el perdón.

   “La reconciliación importa”, ese es el mensaje que Joffé espera que los espectadores recuerden. La vida es una oportunidad para amar: “Es una elección, y en ella uno se hace libre. El odio no te hace más libre. “Cuando amas de verdad, sientes como una bocanada de libertad, piensas ‘Dios mío, he elegido esto y es precioso’”. Joffé remarca que el Cristianismo predica el amor y que las enseñanzas de San Josemaría fomentan una relación con Dios a través de cosas muy sencillas: cocinar, pasar tiempo con la familia o, incluso, tener una discusión: “Esta es una película sobre lo que significa ser santo hoy en día”.

   Ahora resta que al igual que se movilizaron otros para apoyar películas que respaldaban sus causas, quienes deseamos vender al mundo estas historias de perdón y santidad ayudemos al éxito comercial de la película.

CARLOS PALOS
HO CATALUÑA

viernes, 25 de marzo de 2011

EL NO NACIDO COMO PACIENTE

El no nacido como paciente
   Interesante estudio el realizado por el Dr. Pardo en su tesis doctoral: El no nacido no habla como nosotros, no razona como nosotros, no pesa lo que nosotros, pero es exactamente como nosotros: come, oye, sueña, siente dolor, llora, juega, es susceptible de diagnóstico y tratamiento médico, etc. En definitiva, es uno de los nuestros. Esta entrevista recoge parte de sus reflexiones.

   «En un mismo hospital se abortan fetos de 24 semanas y se salvan prematuros de esa edad en la UCI de neonatos», constata José María Pardo, médico y teólogo de la Universidad de Navarra.

      Este sacerdote recoge en el libro El no nacido como paciente, presentación de las propuestas clave de su tesis, dirigida por el presidente de la Pontificia Academia para la Vida, el obispo Ignacio Carrasco de Paula.

      En esta conversación comparte las conclusiones a las que ha llegado en su investigación.

Su libro plantea una paradoja: los abortos en gestaciones avanzadas y los esfuerzos por salvar prematuros de esa misma edad. ¿Cómo se explica esta contradicción? ¿Qué dice esto de la sociedad actual?
No es infrecuente escuchar que los elementos más valorados en la sociedad occidental actual son la eficacia y la estética de la apariencia (el look). Dentro de esta mentalidad del carpe diem, el no nacido —y más aún si presenta alguna anomalía— puede resultar un "clandestino a bordo", un intruso que molesta y del que hay que desprenderse.
Por eso no sorprende que se emplee el conocimiento científico-médico más avanzado para destruir la vida incipiente. Por eso no sorprende que una madre, aun viendo el pequeño cuerpo de su hijo, pueda decidir, ante una discapacidad, cerrar los ojos y abortar. Por eso no sorprende que se empleen grandes cantidades de dinero en repoblar la faz de la tierra de especies animales en vía de extinción, y no se invierta lo suficiente para salvar muchas vidas humanas concebidas no nacidas.
En un mismo hospital se abortan fetos de 24 semanas de gestación en una sala de partos, mientras que en la Unidad de Cuidados Intensivos neonatales se intenta salvar prematuros de la misma edad. Es el mundo al revés.

Uno de sus objetivos es clarificar quién es el ‘nonnato’. ¿Se puede considerar al embrión tan humano como cualquier persona nacida? ¿Qué implicaciones conlleva esta consideración?
Aunque resulte sorprendente, uno de los mayores retos de la Bioética en los umbrales del siglo XXI es buscar y mostrar la evidencia, la realidad. Y en este apasionante desafío quiere participar este libro. Mi intención ha sido atravesar los pocos centímetros de piel que recubren el vientre materno.
O dicho con otras palabras, intentar hacerlo trasparente, convertirlo en un útero de cristal. Cuando uno bucea en ese mundo desconocido desde el exterior, se sorprende y se maravilla de la grandeza de la vida en sus primeros pasos.
El no nacido no habla como nosotros, no razona como nosotros, no pesa lo que nosotros, pero es exactamente como nosotros: come, oye, sueña, siente dolor, llora, juega, es susceptible de diagnóstico y tratamiento médico, etc. En definitiva, es uno de los nuestros. 

Uno de los apartados habla del sufrimiento del feto. ¿Hay pruebas de que el feto puede padecerlo?
El dolor fetal es actualmente objeto de numerosos estudios en el ámbito científico. Es un nuevo desafío de la medicina. Después de una amplia revisión en las principales revistas científicas que tratan este tema, se puede concluir que cada día resulta más evidente que en el segundo trimestre de gestación (desde la vigésima cuarta semana, y muy posiblemente desde la decimosexta) el feto reacciona a estímulos estresantes, que si no se palian pueden causar daños a corto, mediano y largo plazo sobre la función orgánica (problemas cerebrales, cardiovasculares, esqueléticos y viscerales), la nonicepción y el desarrollo neurocomportamental.
Afirmar con certeza que en las etapas precoces de la vida humana no está presente la percepción dolorosa, significa desconocer importantes evidencias clínicas y científicas. Además, en caso de duda razonable es preferible aliviar el estrés y el dolor con el empleo de analgesia que exponer al feto a serias lesiones en el futuro.

Llama la atención su propuesta de considerar al embrión-feto como paciente. ¿Qué consecuencias éticas tiene esta óptica para la responsabilidad del médico?
La Obstetricia es el arte y la ciencia de atender a dos pacientes a la vez: el no nacido y la gestante. Lo que he pretendido poner de manifiesto es que en la relación médico-gestante (cónyuge)-concebido la figura del profesional de la salud no es un elemento neutro, sino que juega un papel determinante.
Aunque corresponde a los progenitores, en primera instancia, la toma de decisiones para el cuidado de la vida y el bienestar de sus hijos, la labor y la cercanía del médico son necesarias. Su misión es la de ayudar a los padres a que realicen elecciones maduras, libres y responsables sobre la vida prenatal. 

Las técnicas diagnósticas y terapéuticas pueden ser un arma de doble filo cuando se aplican en la medicina prenatal. ¿En qué consiste hacer buen uso de ellas?
La diferencia reside entre "conocer para curar o para mejorar las condiciones de salud del feto o de la gestante" y "conocer para desprenderse de lo que no satisface las expectativas de los progenitores". Es muy distinto realizar una ecografía con la intención de abortar si el feto presenta alguna enfermedad, o hacerse una ecografía y continuar el embarazo hasta la muerte natural de esa criatura enferma.
Es preciso conocer que en muchos lugares se están individuando los fetos portadores de anomalías no para intentar su curación, sino para poder eliminarlos posteriormente. El diagnóstico prenatal está siendo aplicado como una auténtica modalidad de "policía genética", para individuar y eliminar un feto culpable de estar enfermo o de no cumplir las expectativas que de él esperaban sus progenitores. 

En ocasiones, comunicar a unos padres que su hijo puede padecer alguna malformación, discapacidad o síndrome desemboca en la decisión de abortar. ¿Qué acciones puede realizar el médico para evitarlo (comunicar mejor...)?
Ante el diagnóstico de una patología embrio-fetal, la vida prenatal (el embrión, el feto), antes que un caso clínico o un conjunto de síntomas, es un paciente, un , frágil, que se encuentra en una situación de necesidad y dependencia. De ahí la necesidad de poner en el centro de la relación la vida humana no nacida, y no la enfermedad.
En muchas ocasiones, los agentes sanitarios deberán hacer las veces de "abuelos", ayudando a los progenitores en el proceso de acercamiento-conocimiento de ese hijo enfermo que se aleja de sus expectativas y sueños.
Como antes he señalado, la medicina está en condiciones de tratar muchas enfermedades fetales: hipotiroidismo, anemia, arritmias fetales, espina bífida, reflujo vésico-ureteral, hernia diafragmática, etc. Pero incluso cuando el feto es diagnosticado de una enfermedad incompatible con la vida, la medicina puede hacer algo.
Cuando un niño quiere entrar en una habitación oscura se pueden hacer dos cosas: o encender la luz, o cogerle de la mano y entrar con él. La ciencia médica aporta la luz necesaria cuando el médico hace todo lo posible por curar. Cuando no es posible aportar luz a la oscuridad, se coge de la mano y se acompaña: juntos se tiene menos miedo. 

¿Qué actitud hay que tomar ante un feto terminal?
No se puede aplicar la frase "no se puede hacer nada". Se le puede acompañar hasta el final natural pre o post-natal, junto a sus padres y familiares, aportándole lo que necesite (analgesia, por ejemplo), sin caer en el exceso terapéutico. El feto terminal es un individuo de la especie humana, uno de los nuestros, que tiene necesidad de morir con dignidad.

ZENIT.ORG

jueves, 24 de marzo de 2011

El caso de Somosaguas: la libertad religiosa como víctima de los “nuevos derechos”

   Otro enfoque sugerente de reflexión es el que nos brinda el Dr. Cruz en este artículo: la libertad religiosa víctima de los "nuevos derechos" que han implantado las ideologías laicistas radicales.
    Con ocasión de las revueltas en buena parte del mundo árabe que han tenido –y tienen- como objetivo el fin de las dictaduras y la implantación de reformas democráticas, buena parte de los analistas han puesto especial énfasis en un aspecto que servirá de prueba sobre la calidad y profundidad de esas reformas: la libertad religiosa. En un mundo que, hasta ahora, ha desconocido esta libertad, recogida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos como uno de sus fundamentos, resulta del todo pertinente preguntarse hasta qué punto los jóvenes que han acabado ya con dos sistemas totalitarios, son conscientes de que sin libertad religiosa no habrá nunca auténtica democracia.

    Como contraste, en nuestro mundo occidental, donde tan orgullosos estamos de nuestras libertades democráticas y donde los Estados se declaran aconfesionales o laicos, como ocurre en España, la libertad religiosa va camino de convertirse en una víctima de los “nuevos derechos” que se están implantando en aplicación de las nuevas ideologías llamadas “progresistas”, en especial la de género, que ha traído de la mano el gobierno laicista de Rodríguez Zapatero. En este sentido es evidente que las leyes que este gobierno ha conseguido introducir en la normativa civil al socaire de esta ideología, están en abierta contradicción con el sustrato cultural cristiano –por no decir las convicciones religiosas- de la mayoría de la sociedad.

    Pero no todo el “mérito” es de Zapatero porque la misma sociedad, incluida buena parte de la que se considera “conservadora”, ha optado ya desde hace tiempo por desligarse de sus compromisos religiosos, razón por la cual el aborto, el divorcio-expres, el matrimonio homosexual o la “educación afectiva” contenida en la asignatura de EpC, considerado todo ello como “derechos”, han sido en buena medida aceptados de manera acrítica por esta sociedad que, según parece, se siente bastante cómoda una vez que se ha despojado de las virtudes cristianas más exigentes, como pueden ser la fidelidad conyugal, la castidad, el respeto de la vida y de la dignidad humanas, la familia, la sinceridad, la verdad e, incluso, la propia libertad individual. Por supuesto que existe un despertar cada vez mayor de la conciencia cívica a favor de estas virtudes que han caracterizado el comportamiento de la inmensa mayoría de los ciudadanos, como prueban las múltiples manifestaciones a favor de la vida, una de ellas prevista para este próximo domingo. Pero lo que nunca se había perdido, dentro de este proceso de secularización que sufre la sociedad, era el respeto a las convicciones y sentimientos religiosos de los demás.

    En España, por supuesto, se puede ser progre, conservador, de derechas, de izquierdas, creyente, agnóstico o ateo. Pero la esencia misma del comportamiento democrático, es decir, ese respeto a quien piensa distinto y que, supuestamente, se pretende regular con una ley de Igualdad de Trato que ya veremos en qué consiste, era uno de los distintivos más acusados de los españoles desde la Transición. Y decimos “era” al asistir con tristeza a la serie de profanaciones de capillas, robos en iglesias, persecución de crucifijos y, sobre todo, las burlas hacia los católicos en general y la Iglesia de manera más concreta.

    La reciente profanación de la capilla del campus universitario de Somosaguas, es todo un paradigma de este caldo de cultivo anticristiano que están sorbiendo con fruición algunas minorías de universitarios que han encontrado en actos de este tipo un modo de diversión que, en buena medida, está siendo amparado por las propias autoridades docentes, en una muestra más de su ínfima calidad intelectual. Se ha dado paso así a una necesaria defensa de la libertad religiosa por parte de los universitarios católicos y del propio profesorado que, sin necesidad de manifestar sus creencias religiosas, coinciden en rechazar todo recorte a esta libertad. 

    Así, la “Declaración de Somosaguas”, documento en el que la comunidad universitaria condena la profanación del pasado 10 de marzo, al tiempo que manifiesta su deseo de que la Universidad sea un espacio de libertad y concordia, ha sido firmado ya por más de 2.600 profesores en pocos días. Se pide además en este documento -que puede suscribirse a través de Internet- que las autoridades públicas adopten las medidas disciplinarias oportunas y que no se deje impune lo sucedido ni sea manchado el buen nombre y el trabajo de esa comunidad. Todo ello de acuerdo con la Constitución y en aplicación del Código Penal.

    Cabe destacar a este respeto que, después de una cierta resistencia a investigar lo ocurrido y de identificar a los promotores de la profanación, el rector de la Complutense, señor Berzosa, se ha manifestado contrario a las capillas católicas en la Universidad… Finalmente, en respuesta a la denuncia interpuesta por los responsables eclesiásticos de la capilla, la Policía ha llegado a detener a cuatro de los participantes en los hechos… que no tardaron en salir en libertad aunque el proceso judicial seguirá su curso, lo cual no ha impedido que el “efecto Somosaguas” se empiece a contagiar en otras universidades donde las minorías anticristianas invocan con métodos violentos su libertad de expresión para exigir la supresión de la libertad religiosa…

    A estos jóvenes estudiantes, algunos medios los han calificado de “antisistema” para justificar de alguna forma su afán profanador y sacrílego y, en cierto modo, “protegerlos” en lo que resulta un auténtico insulto a su inteligencia porque, de alguna forma, están siendo presentados como disminuidos mentales a los cuales hay que admitir sus ofensas. Una manera de disfrazar la realidad, claro. Los profanadores son plenamente conscientes de lo que han hecho, aunque ahora esos medios que los jalean tratan de acusar a quienes se han escandalizado, de haberlos tomado en serio. Pero una sociedad que se encoge de hombros ante atentados de este tipo contra la libertad religiosa o bien ha dejado de ser democrática o, lo que puede ser peor, ha perdido ya la conciencia de lo que significa libertad. 

Manuel Cruz
ANÁLISIS DIGITAL

miércoles, 23 de marzo de 2011

15 PREGUNTAS A ROLAND JOFFÉ, DIRECTOR DE ENCONTRARÁS DRAGONES

15 preguntas a Roland Joffé
   Esta entrevista publicada por El Mundo ayuda a entender lo que pretende Joffé con esta película que se estrena el 25 de marzo

«Para mí, lo más importante es el respeto que ahora tengo hacia las creencias religiosas de los demás. También he tenido que abandonar muchas opiniones superficiales de lo que significa la experiencia religiosa y la religión en sí»
El director de 'La Misión' tiene nueva película: 'Encontrarás dragones'. Ganador de la Palma de Oro en Cannes y dos veces nominado al Oscar, Roland Joffé presenta esta historia sobre un periodista que investiga unos acontecimientos acaecidos durante la Guerra Civil española que tuvieron como protagonista a Josemaria Escrivá de Balaguer.

1. ¿Cómo valoraría la experiencia de haberse adentrado en la historia reciente de España y de un personaje tan del siglo XX como Escrivá de Balaguer?
Ha sido algo que realmente me ha hecho pensar mucho.

2. Señor Joffé: He leído que usted es agnóstico. La experiencia de haber dirigido esta película, ¿le ha acercado a Dios? ¿Ha cambiado la opinión que podía tener sobre el fundador del Opus Dei después de conocer su vida? Gracias. Jesús Baiget
Sí, veo a Escrivá de una manera distinta. Conocía muy poco de él antes de hacer la película. Tampoco sabía mucho del Opus Dei. Tenía una idea superficial. A medida que fui investigando, eso cambió. Obviamente, en lo que a mí se refiere, mis creencias religiosas no son lo importante. Para mí, lo más importante es el respeto que ahora tengo hacia las creencias religiosas de los demás. También he tenido que abandonar muchas opiniones superficiales de lo que significa la experiencia religiosa y la religión en sí.

3. ¿Cómo llegó a un titular tan sugerente: "encontrarás dragones"?
El título se basa en algo que es históricamente cierto, que es que en la Edad Media cuando se hacían mapas, cuando llegaban a territorios que no se habían explorado, territorios desconocidos, escribían "Aquí hay dragones". Los dragones representaban lo desconocido y lo misterioso. Por tanto, podemos decir que todos tenemos dragones con los que podemos luchar. Esos dragones pueden ser temores, la ira, complejos de inferioridad, el orgullo

4. Tal y como está el auge de la piratería, ¿es rentable seguir haciendo peliculas? ¿Que se le pasa por la mente cuando ve su película colgada en internet? Gracias y mucha suerte.
Creo que desde luego merece la pena seguir con el proceso creativo. Hay una escala que se puede conseguir en el cine que vale la pena mantener. Y lo más importante es que hay un grupo de personas que ven esa película juntos. Esa experiencia emocional es muy importante y tiene gran poder. Por otra parte, Internet es muy interesante y valioso, pero Internet consigue distintas relaciones psicológicas entre personas.

5. En sus pases previos de ‘Encontrarás Dragones’ ¿cómo reacciona el diferente tipo de público ante la maldad y la bondad humana que por lo que he leído se retratan en su última cinta? Gracias
No se puede separar a un hombre de su contexto histórico. Debemos recordar que el momento más importante en su vida, en lo que se refiere a su formación, ocurrió durante la Guerra Civil española. Cuando uno ve la película no solo ve a Escrivá sino la España de esa época.
6. ¿Cuál es la escena o secuencia de la película ‘There be dragons’ de la que se siente más satisfecho, y por qué?
Es una pregunta muy difícil. Es como preguntar a un padre cuál es su hijo favorito. Esto no significa que no me gusten igual todas las escenas de la película, pero una escena muy emotiva es la charla entre Josemaría y sus discípulos después de ver a un cura asesinado. Creo que la interpretación de los actores en esa escena es maravillosa. Podría decirse que es el corazón de la película, el momento en que todos tienen que enfrentarse a lo mejor y a lo peor de la humanidad. Y los jóvenes tienen que luchar para mantener su humanidad.

7. ¿El Opus Dei le ha sugerido meter escenas o a eliminar alguna? ¿Se ha visto forzado en algún momento por miembros del Opus Dei que han financiado la película?
No. Justo lo contrario. Los productores me dijeron que yo tenía la responsabilidad de lo que se decía en la película. La responsabilidad es abrumadora, pero inevitable. No hay ninguna escena que haya tenido comentario u opinión de alguien del Opus Dei. De todas formas, no sé qué conoces del Opus Dei. Recuerda que el Opus Dei no tiene una opinión institucional. El Opus Dei no es una institución en ese sentido, cada persona que pertenece a esa asociación amplia es responsable de sus propios actos y opiniones. El Opus Dei no ha financiado la película. Hay miembros del Opus Dei que han invertido en la película como individuos particulares porque querían honrar a Josemaria Escrivá, porque creían que era una buena historia o porque querían ganar dinero. Cada inversor tiene sus razones para poner dinero para una película. Creo que fueron muy valientes porque no sabían qué es lo que iba a hacer.

8. ¿Qué recuerdo se lleva del personaje Josemaria Escrivá?
Sobre todo su sentido del humor, su amor por la vida, su amor por la gente. Creo que realmente amaba a la gente. Tenía una especie de diario donde apuntaba cosas durante la Guerra Civil, guardado en la Embajada de Honduras, y es muy conmovedor lo que escribe. Estaba luchando con sus propias dudas, lo que se puede esperar en una guerra, se preguntaba dónde estaba Dios. Pero escribe algo muy bonito acerca de los jóvenes con los que estaba trabajando: «Algunos de ellos están tomando decisiones que creo que están equivocados, pero son sus propias elecciones y se les tiene que permitir elegir lo que quieran, independientemente de lo que piense». Ahí se ve su amor por los jóvenes. Siempre me quedaré con eso.

9. En primer lugar, gracias por su cine que es una maravilla. Según he leído su película presenta dos personales contrapuestos: un tal Manuel y Escrivá de Balaguer. En otras películas suyas ha usado el mismo recurso de enfrentar a dos personajes: ¿lo hace porque es un buen medio para dar un mensaje o bien para ensalzar a uno de los personajes?
Ambas cosas. Es una muy buena pregunta. Hay una expresión en inglés escrita por el poeta John Donne que dice «Ningún hombre es una isla, algo completo en sí mismo. Todo hombre es un fragmento del continente, una parte del conjunto». Es necesario representar a las personas en su contexto, el contexto suelen ser otras personas. Podríamos llamarlo geografía personal en lugar de geografía física.

10. ¿Por qué dice que no aspira al Oscar?
El Oscar un reconocimiento muy bonito, pero no debe convertirse en el objetivo del trabajo de un director. La meta de uno debe ser la verdad y contar una buena historia con grandes personajes y momentos. Eso en sí es recompensa suficiente.

11. ¿En qué países vas a proyectar la película?
En todo el mundo.

12. Enhorabuena, Roland. He visto la película en un pase previo y me ha encantado. ¿Cuál de los personajes de la película te refleja mejor?
Una pregunta muy penetrante. Me encantaría decir que es Josemaría, pero probablemente no lo sea. Podría ser Manolo, pero creo que sus experiencias sus muy diferentes a la mía. Creo que sería Ildico, aunque sea mujer tiene una inocencia acerca de la vida, una inocencia que ojalá no tuviese yo, pero es algo psicológicamente innato e inevitable para mí.

13. ¿Qué dice a quienes dudan de que su respeto al cristianismo, y más concretamente a Josemaría, sea imparcial?
Tienen razón. Es imposible abordar algo de forma completamente imparcial. Cada uno tiene que escoger un sesgo. Yo escogí centrarme en los seres humanos como seres humanos, no como expresiones de las interpretaciones ideológicas. Mi sesgo es el de la humanidad de todos los seres humanos.

14. Las personas que no tengan relación con el Opus Dei o no estén familiarizados con la religión, ¿disfrutarán de esta película? ¿cree que les quedarán cabos sueltos? Gracias, Ana.
Sí, por supuesto que lo disfrutarán. Yo no soy religioso ni estoy relacionado con el Opus Dei. Me centro en los seres humanos. Lo que he descubierto es fascinante. Y uno de los héroes de la película es un ateo.

15. De verdad, me ha impresionado que usted que es agnóstico haya hecho una película así, ¿cómo lo ha podido hacer? Es muy impresionante. Es un gran ejemplo para mucha gente. Se lo agradezco. Otra pregunta, ¿quiso cambiar el guión en algún momento? ¿lo hizo?. Gracias
Sí, eso ocurre constantemente. El guión es como un mapa. Pero una vez reúnes a los actores y tienes la escena delante de ti, las cosas cambian. Otra cosa que debemos recordar acerca de hacer una película es que hay tres momentos clave. El guión es la idea inicial. El rodaje supone recoger todos los requisitos necesarios para llegar a esa idea, recoge todas las imágenes que el guión exige. Pero realmente es en la sala de montaje donde la película toma forma. Allí es donde tenemos que ver cómo aquello que tienes en la mente se traduce en la realidad. Puedes jugar con la estructura, líneas, equilibrio... Hay cosas que eliminas porque hay demasiado énfasis, intentas clarificar cosas que no están del todo claras y si tienes un productor fuerte, como debería ser, luchas contra tu instinto natural de no mostrárselo a nadie y empiezas a hacer pruebas. La idea es hacer la historia cada vez más clara, más eficiente y más emotiva.

Despedida
Quisiera dar las gracias por estar conmigo, por tantas buenas preguntas. Me encanta esta película y me encantaría que la vierais, es una forma de seguir conversando. Espero que sintáis que estoy compartiendo algo que amo profundamente con vosotros, que puede ser entretenido y valer para los espectadores. Muchas gracias.

ElMundo.es (Encuentros Digitales) / Almudí

martes, 22 de marzo de 2011

El arrepentimiento: el “dragón” dormido


Manuel Torres
   El arrepentimiento, la capacidad del hombre de arrepentirse de su pecado y de la maldad, que le lleva a liberarse de sus “dragones”, es la clave de la película Encontrarás dragones

   ¿Por qué una persona que se declara agnóstica queda impresionada «por la convicción de Josemaría de que todos somos santos en potencia»? ¿Estamos ante una manifestación más de la “nostalgia de lo santo”, de la “nostalgia de Dios”, que parece tener una nueva primavera en nuestros días?

      Roland Joffé, director de la película Encontrarás dragones, que se estrenará próximamente en toda España, no tiene el mínimo empacho en reconocer su “impresión” por lo santo. Y en otra entrevista comenta también su admiración ante el hecho de que el mayor amor de Josemaría Escrivá es un judío: Jesucristo.

      Esos “dragones”, que en los mapas antiguos señalaban lugares desconocidos, son los odios, las violencias, los amores, los miedos, las angustias, los heroísmos que se esconden en el alma de cualquier mortal. Con frecuencia, los “dragones” duermen. Cuando los cañones de una guerra comienzan a estallar, y más en una guerra civil, todos los “dragones” abandonan su letargo y llenan los lugares más insospechados de los espíritus. 

      «Es una película —dice el director inglés— sobre el perdón y la reconciliación; sobre cómo traer el amor al mundo; sobre la ausencia de amor y sobre cómo el vacío que deja lo ocupan cosas terribles como el miedo, el odio o la desesperación».

      Joffé es explícito. Y se lanza con osadía a contar una historia “de perdón y de reconciliación” entre personas que se han conocido años antes y se encuentran  viviendo la guerra civil. Viviéndola de manera diferente, es cierto. Manolo Torres parece encarnar los “dragones” más miserables de cada bando; y a la vez, con la capacidad de convertir los “dragones” —también de cada bando— en palomas domesticadas. 

      Y Josemaría. Sus caminos se cruzan primero en el seminario, después en los avatares de la guerra, y al final en la muerte y más allá. Un sacerdote atento siempre a perdonar, a dar paz, a responder con el perdón a la violencia, y siempre rezador. Un hombre de fe, que tiene la alegría, más allá de su muerte, de acompañar a su amigo en sus últimos pasos en la tierra, y de ver que su recuerdo hace nacer en el alma de su amigo el arrepentimiento, y un fuerte deseo de perdón, de paz.

      El arrepentimiento, la capacidad del hombre de arrepentirse de su pecado y de la maldad, que le lleva a liberarse de sus “dragones”, es la clave de la película. Un arrepentimiento que va madurando en el alma de Manuel en la medida en que su espíritu se alimenta, grano a grano, de la amistad con Josemaría.

      La guerra civil no es ni mucho menos el centro de la película: es el paisaje en el que se encuadra una acción que, vivida en medio de la guerra, tiene unas connotaciones diferentes a las que pudiera haber tenido en tiempos de convivencia pacífica. 

      Joffé conoce bien su arte y consigue —el guión es suyo— que las ruinas de la guerra no apaguen lo mejor en el corazón de cada hombre, aun en medio de traiciones, delaciones, tiros en la nuca. 

      El encuentro de Josemaría con una imagen de la Virgen, medio destrozada en el suelo de una iglesia reducida a escombros, es un canto a la esperanza, a la caridad, que reduce al silencio el rumor de los carros de combate y mueve el alma al arrepentimiento, a recibir el perdón.
Ernesto Juliá Díaz

lunes, 21 de marzo de 2011

VOLVER AL PADRE

   Los hijos necesitan valorar y querer a su padre. Valiosas reflexiones del Dr. Pellitero que ayudan a reflexionar sobre el valor esencial del padre en la familia

   Juan Pablo II señalaba que es difícil comprender y vivir lo que es ser padre si uno no se esfuerza en ser buen hijo

     Se dice que la modernidad tomó en serio el mito del hijo (Perseo) que, por la fuerza del destino, ha de matar al padre (Acrisio). Dejando ahora aparte sus innegables conquistas al servicio del hombre, la modernidad ha perdido su memoria y la conexión con sus raíces. Ha identificado al padre con la autoridad y a ésta con el poder del que quería librarse. 

      Al mismo tiempo ha quebrado la piedad (parte de la virtud de la religión) y las manifestaciones de respeto y cariño hacia los progenitores. Y ha terminado oponiéndose a la vida: no sólo dudando si vale la pena, sino incluso arrogándose el poder de suprimirla recién concebida o en cualquier otro momento si estorba, sobre todo la vida débil, disminuida o enferma, de modo particular en su etapa final. 

Necesidad del padre
      Pero los hijos necesitan valorar y querer a su padre, y que él los valore y los quiera; y cuando esto no se produce, surgen problemas afectivos. También el padre necesita comprenderse y mostrarse a sí mismo como padre. Y todo ello comienza para él, a su vez, cuando es niño —hijo— y va configurando su imagen de lo que es un padre. 

      El cine abunda, como tema principal o tema importante, en este recuperar la imagen o la figura del padre, en esta nostalgia del padre. Y esto en formas muy distintas. Los replicantes de "Blade Runner" (R. Scott, 1982) buscan desesperadamente a su creador; como sugerente metáfora de su semejanza con los hombres, buscan a un "padre", para reclamarle nada menos que la inmortalidad. 

      En "Paris, Texas" (W. Wenders, 1984) es el padre mismo quien intenta recuperar su identidad reconociendo a su hijo y devolviéndolo a la madre. La trilogía de Kieslowski ("Tres colores": "Azul", "Blanco" y "Rojo", 1993 y 1994), refleja una idea de Dios más cercana al Juez del Antiguo Testamento que al Padre misericordioso del Evangelio, pero siempre desde la búsqueda espiritual. 

      A. Holland le hace decir a su Beethoven ("Copying Beethoven", 2006): «Mi padre era un animal y un borracho. Si Dios es mi padre, reniego de él»; pero luego, en la novena sinfonía, el coro cantará: "Hermanos, sobre la bóveda estrellada debe habitar un Padre amoroso". En "El niño con el pijama a rayas" (M. Herman, 2008), Bruno se introduce en el mundo de su amigo Schmuel para ayudarle a encontrar a su padre y comparte su destino. Y así podríamos seguir. 

      La perspectiva cristiana ilumina poderosamente la realidad de la paternidad junto con la maternidad. El cristianismo es también una "patro-logía": una teología del padre —que tiene entrañas de madre— y más aún, una profunda y plena vivencia de las relaciones paterno-filiales. 

Para ser buen padre, hay que ser buen hijo 
      En su encíclica Dives in misericordia (1980), Juan Pablo II señalaba que es difícil comprender y vivir lo que es ser padre si uno no se esfuerza en ser buen hijo. Ya en 1964 compuso un poema sobre la paternidad, donde pone en boca de Adán sus reflexiones: «Siendo padre de tantos, tantos hombres, debo ser niño: cuanto más padre, más niño». Adán descubre la necesidad de mirar a Cristo, porque en Él se revela el amor del Padre. Y ese amor se transforma, en Cristo, en el amor del esposo, que se entrega por la humanidad y cada persona, «como amante por su amada». Así en Cristo se manifiesta esa gran trilogía que ilumina toda paternidad humana (física o espiritual) y la eleva al nivel divino: padre, niño, amor. 

      Con otras palabras, para todo padre, lo prioritario es ser buen hijo de Dios. Y, desde ahí, lo siguiente es el amor a la esposa, renovado y demostrado cada día en lo grande y en lo pequeño. Los hijos son primero de Dios y en segundo lugar, y continuamente, fruto del amor de los esposos. Y todo esto tiene también su reflejo paralelo en el ámbito de la paternidad espiritual. José de Nazaret hizo las veces de padre de Jesús, y mostró de manera eminente cómo debe ser un padre.
      Explicando el Padrenuestro, dirá Joseph Ratzinger en su libro "Jesús de Nazaret" (primera parte) que «ser hijo no significa dependencia, sino permanecer en esa relación de amor que sustenta la existencia humana y le da sentido y grandeza». Más adelante en la misma obra, a propósito de la parábola del hijo pródigo, retoma lo que significa volver al Padre y acoger su abrazo: «El ‘yugo’ de este brazo no es un peso que debamos soportar, sino el regalo del amor que nos sostiene y nos convierte en hijos»

      Por otra parte —afirma en diversos lugares— sólo volviendo a Dios, nuestro Padre común, nos podemos volver a encontrar con nuestros hermanos. Volver al Padre es para los cristianos experimentar la alegría de la confesión sacramental. Y para todos está abierta su casa, la familia de Dios que es la Iglesia.

Ramiro Pellitero. Universidad de Navarraiglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com / Almudí