Los jóvenes necesitan ser educados en la belleza, la verdad y la bondad, algo que todo buen maestro sabe transmitir con la materia que enseña. Nos habla el Dr. Ayllon:
(I). Damos por sentado que la educación es una tarea tan importante como difícil, y que escuela y familia, padres y profesores, pueden mejorar mucho. Dicho esto, debo añadir que Educación: guía para perplejos (Inger Enkvist[1], Ediciones Encuentro, 2014), es una mina de información, experiencia y sentido común. Una lectura, por tanto, altamente recomendable a padres y profesores.
Inger Enkvist, catedrática de Español en Suecia, describe la politización de las reformas educativas en muchos países occidentales; analiza los errores de la llamada nueva pedagogía, nacida con la revolución de mayo del 68; destaca, entre esos errores, el haber confundido la igualdad de derechos con el derecho a no ser evaluado negativamente; explica que esa premisa equivocada lleva a sustituir el aprendizaje por la mera escolarización, suficiente para conseguir su triple ideal: autonomía, tecnología y facilidad.
El igualitarismo −nadie puede ser mejor ni peor− lleva consigo la devaluación de contenidos, la sustitución de los exámenes difíciles por los trabajos fáciles, y el paso de las calificaciones objetivas a la ambigüedad del “progresa adecuadamente”.