Intervención del profesor Jokin de Irala en el acto de imposición de becas en el Colegio Mayor Aldaz, en febrero 2011
Excma. Sra. Vicerrectora, Directora del Colegio Mayor Aldaz, Decana del Colegio Mayor Aldaz, Becarias, residentes, novios si los hay, Madres y padres inquietos, si hay novios, Señoras y señores,
Muchas gracias, por esta beca de honor.
Cuando yo salía con mi novia, hoy mi esposa y madre de mis 5 hijos, nos escribíamos cartas. Alguna vez le mandé una carta urgente porque me encontraba muy triste. Dicha carta urgente llegaba a los cinco días cuando yo ya no estaba triste. Es posible que los jóvenes de hoy no entiendan el efecto que tiene, sobre una relación, el retraso de la comunicación de los afectos porque son la generación digital, la generación de los TICs (tecnologías de información y de comunicación). Cuentan con sms, msm, watsups, twitts y chats para estar permanentemente conectados e ir viendo las 3 millones de fotos de sus 500 amigos. Es la generación de la inmediatez.
Pero cada generación tiene sus retos. No se pueda decir que la inmediatez sea especialmente buena para el amor o una sexualidad sana y en realidad los 500 amigos son contactos. Ser desagregado como contacto hoy se vive como una tragedia y mostrar una foto puede significar que alguien en Australia o China opine de dicha foto, en el mejor de los casos.
La generación digital tiene que aprender a no dejarse enredar por las redes sociales. Después de derrochar virtualmente sus afectos mediante múltiples “wuapas", “tkm1000, 2000” y tkiero muxo (con K y muxo con X), deben aprender a comunicarse finalmente con alguien que les gusta, que no es un perfil de tuenti sino de carne y hueso y todo ello sin estar bajo los efectos del alcohol… y a las 6 de la tarde y no a las 6 de la mañana medio dormidos, en el mejor de los casos.
Los jóvenes de hoy son probablemente los mejor preparados de la historia en muchos aspectos. Nunca han estado mejor informados sobre biología y sexualidad. Tienen grandes oportunidades de viajar y de conocer otras culturas. Las opciones de ocio son múltiples y pueden pasear por centros comerciales al abrigo del calor, del frío o de la lluvia o bien hacer “puenting” o visitar playas paradisíacas del caribe sin más motivo que “un viaje de estudio”.
Pero todo esto coexiste con la sensación que tienen bastantes jóvenes de cierta infelicidad y de fracaso en las relaciones de amistad o amorosas. Demasiados jóvenes parecen desconocer los matices que existen entre:
— la amistad y el amor;
— la atracción, el deseo, la libido, y el amor;
— estar contento y ser feliz;
— lo frecuente y lo normal;
— la tolerancia o la libertad responsable y el permisivismo
— o bien entre una sexualidad deshumanizada y la riqueza y belleza de la sexualidad humana.
¿De dónde viene esta insatisfacción y este desconocimiento de las cuestiones importantes de la vida?
A lo mejor esta situación es resultado de una educación sin formación, sin disciplina y sin aprendizaje para el sacrificio; una educación excesivamente protectora y centrada en darle todo al joven, en vez de prepararle para el servicio al prójimo. Esta educación le ha hecho más vulnerable y poco preparado para afrontar los retos de su tiempo.
Parte del problema de la cultura empobrecida que vivimos hoy se debe al incremento de “desvinculación” y “fisiologización” en la población.
Por desvinculación entendemos la rotura de toda forma de tradición cultural que sirva para entender nuestros orígenes y nuestro lugar en el mundo. Esto lleva a perder nuestro sentido de pertenencia y a quebrar los vínculos que nos hace inteligibles.
La fisiologización hace referencia a la dependencia de los apetitos y pulsiones, al analfabetismo afectivo. Por ejemplo, algunos tienen un “subidón”, de repente, porque han conseguido ver a su cantante favorito y minutos después tienen un “bajón”, porque no pueden salir a cenar al tener que prepararse para un examen el día siguiente.
Así, muchos pasan de “subidón” a “bajón”, incluso varias veces al día. Es una auténtica noria afectiva que reduce a su víctima a la inactividad e incapacidad de servir al prójimo, de amar, pues está demasiado ocupada en observar, interpretar y atender a sus propios “subidones” y “bajones”.
Esto ya lo describía San Agustín en Las Confesiones. Afirmaba que, antes de su conversión, cuanto más crecía en edad, más estúpidamente vacío se volvía, hasta el punto de no poder pensar de la realidad más que lo que percibía por los sentidos. Esto se observa en los experimentos sociales de “gran hermano” y “operación triunfo” donde desbordan el sentimentalismo y los lloros. Al final uno acaba carente de cualquier criterio objetivo para comprender la realidad.
Una población desvinculada y fisiologizada será apática ante los desmanes y las consignas de algunos gobernantes. No reaccionarán ante:
— gobernantes que declaran que un feto de 12 semanas es un ser vivo pero no un ser humano; o
— que afirman que el respeto de la intimidad de una menor significa que sus padres no deban saber que está embarazada ni que quiere abortar,
— propuestas de ley que pretenden liberalizar la venta de la píldora del día después a la vez que no se pueda comprar, sin receta médica, un analgésico para eliminar la cefalea provocada por esa misma hormona adquirida como quien obtiene una golosina,
— planes educativos que plantean, que para ser buen ciudadano, uno tiene que ser favorable al aborto, a la clonación o a la sexualidad deshumanizada, y reducida a genitalidad y el vagabundeo sexual,
Una población así, se dejará arrastrar por la pendiente deslizante de las modas, de la banalidad y la vulgaridad, de la inercia o la sensación de fatalidad.
Los vínculos entre seres humanos generan relaciones de respeto y comprensión donde pedir perdón resulta lógico; la desvinculación lleva inevitablemente a la falta de respeto y a la violencia. La educación afectivo-sexual, que es preparación para el amor, es esencial para una vinculación sana.
La pregunta frecuente entre padres y madres sobre cuando hay que iniciar la educación sexual se suele contestar afirmando que es mejor una hora antes que cinco minutos tarde. Cuanto antes mejor, si es proporcional a la madurez del hijo. Pero yo diría que esta educación empieza incluso antes de nacer los hijos, empieza a vuestra edad, hoy, mientras que os formáis para poder ser transmisores de valores.
Esta formación empieza por preguntaros si es posible una educación neutra. No es lo mismo una educación afectivo-sexual integral que una educación sexual veterinaria. La integral se basa en una antropología capaz de percibir los rasgos de Dios en una persona, y es más plenamente humana.
La veterinaria, se limita a informar sobre la biología de la sexualidad y a transmitir que lo importante es lograr el máximo placer con el mínimo esfuerzo y daño personal posible. Es esencialmente aplicar el utilitarismo al campo de los deseos e impulsos sexuales.
Cada enfoque se basa en sus propios valores o en la falta de los mismos. Algunos enfoques son más saludables y llevan a la felicidad, otros no.
Otra pregunta que debéis haceros es ¿qué papel desempeña la fe en esta educación? Hace poco, en una conferencia a padres mexicanos me preguntaban si los padres religiosos educan mejor a sus hijos.
Hay padres que no son religiosos y que educan bien a sus hijos. También hay padres religiosos que los educan mal. Pero no cabe duda que la transmisión de la fe y su integración en la educación afectivo-sexual es un valor añadido porque tiene en cuenta a una dimensión crucial del ser humano.
Desde esta perspectiva, el cristiano tiene más recursos para vivir plenamente el amor y su sexualidad. En una homilía pronunciada en 1952, San Josemaría Escrivá refiriéndose a la fe como llama que purifica los corazones produciendo una enorme capacidad de amar en todos los ámbitos y también en el amor humano, decía lo siguiente: «somos portadores de la única llama capaz de encender los corazones hechos de carne» (hasta aquí la cita) ¿Realmente piensa alguien que un texto gubernamental puede hilar tan fino? Por eso debemos ser cautos cuando un gobierno quiere educar nuestra sexualidad.
La educación afectivo-sexual integral, es aquella que forme a personas capaces de asumir las consecuencias de sus actos en vez de ser rehenes de sus impulsos y deseos. Personas capaces de amar y servir al prójimo, con todo el valor que tienen como personas sexuadas femeninas y masculinas.
San Agustín afirmaba que «el amor es la voluntad con toda su fuerza» y Karol Wojtyla en su libro Amor y responsabilidad afirmaba que el amor no es amor y no lo será hasta que el deseo de gozar de la sexualidad no este subordinado a la disposición de amar en todas las circunstancias.
Nuestros estudios en jóvenes desde el Instituto Cultura y Sociedad nos confirman que los jóvenes anhelan conocer el amor verdadero. Los datos muestran, por ejemplo, que reclaman una mejor educación de su carácter para ser más dueños de sus emociones y pasiones. A lo mejor algunos jóvenes parecen inicialmente rechazar esta propuesta. Pero, como también decía San Agustín, lo hacen como instintivamente se rechaza la mano de quien va a quitarnos la venda de una herida, no necesariamente porque no entiendan que el verdadero amor se corresponda con este mensaje.
Para poder transmitir estos valores, además de conocerlos, debéis integrarlos en vuestras vidas personales sabiendo que el mensaje cristiano bimilenario de reservar la entrega de la sexualidad humana para el matrimonio, lugar donde puede ser respetada en su totalidad, es coherente y lo que realmente llena de felicidad. La Iglesia es coherente también cuando propone, y alienta a que se os ayude a los jóvenes, a que os preparéis para ese momento, madurando hasta poder asumir el compromiso de un proyecto familiar estable e indisoluble con otra persona, si tal es vuestra vocación.
La Iglesia no puede renunciar a un mensaje que conoce por la revelación de Dios y por su experiencia milenaria como lo mejor para el ser humano en su búsqueda de sentido y felicidad: hemos sido “creados por amor” y “elegidos para amar”.
Queridas residentes del colegio mayor Aldaz y queridos novios si seguís aquí: tenéis ante vosotros la apasionante tarea de aprender a amar amando. El mensaje cristiano sobre la afectividad y la sexualidad es una guía para aprender a prepararnos para el amor; para administrar mejor el tesoro de la sexualidad humana. Un tesoro porque nos permite entregarnos a alguien y dar vida. Porque libremente puedo entregar “lo más mío, de mí para ser tuyo, de ti”. Y esto es una raíz que comparten tanto la conyugalidad como la virginidad. Esperar al matrimonio antes de tener relaciones sexuales es más importante de lo que parece. Esto no se improvisa y precisa de autodominio. Como algunos sabéis por experiencia propia, sin esfuerzo personal no se construye el amor.
¿No renunciamos diariamente a cosas cuando estudiamos, hacemos ejercicio, tenemos paciencia, nos ponemos una corbata, evitamos comer demasiado, dejamos de fumar o de frecuentar ciertos lugares? El amor no es ajeno a la renuncia. La espera es una aventura que ilusiona:
• La espera te permite adquirir la madurez psicológica, las virtudes necesarias para amar mejor. Durante la espera, puedes construir tu personalidad y dedicarte al servicio de los demás. Como decía antes, se aprende a amar amando.
• La espera te permite conocer mejor a la otra persona para amarla más plenamente cuando el compromiso sea posible,
• La espera te permite construir con él, con ella, un proyecto de futuro duradero. Juntos formaréis “un equipo” para amar a los demás,
• La espera es un don más completo, total a esa persona con quien un día puedes compartir un proyecto de familia, aunque hoy no conozcas a esa persona todavía. ¡¡Es fantástico poder amar a alguien sin ni siquiera conocerla todavía!!
• La espera es por ello un acto de amor anticipado que se materializa la primera vez que te entregas a la persona amada, es también una fidelidad anticipada. Puedes ser fiel a alguien que aún no conoces.
• La espera te permite respetar la libertad de la persona amada hasta el momento del compromiso,
• Si eres creyente, la espera te permite además contar con la fuerza de un sacramento especial antes de entregarte,
• Por último, la espera permite preparar tu corazón para lograr un amor fiel, exclusivo, incondicional y definitivo.
Tu corazón, tu capacidad de amar debe crecer desde las realidades ordinarias de tu vida personal. San Josemaría Escrivá dijo un día en la Universidad de Navarra que en el horizonte, parecen unirse el cielo y la tierra pero donde de verdad se juntan, es en nuestros corazones cuando vivimos santamente la vida ordinaria.
Por cierto, aunque alguien haya tenido ya relaciones sexuales puede optar por reconquistar su virginidad, dejando de tenerlas y preparando así su corazón para el amor exclusivo hasta encontrar a esa persona con quien comprometerse para toda la vida, para amar en todas las circunstancias. Esa nueva espera también es un acto de amor y tiene su propio valor.
Contad también con la fuerza de la oración para vivir mejor esa espera porque como decía Benedicto XVI en su primera encíclica Dios es Amor «con la oración recibimos constantemente fuerzas de Cristo». El amor no es cosa de uno, sólo el yo; ni cosa de dos, tú y yo, sino definitivamente cosa nuestra, unión en un nosotros único, con sus acciones propias. Para llegar a constituir una pareja excelente de patinaje artístico donde dos patinan al unísono, los patinadores antes tuvieron que aprender a patinar por separado y tuvieron que entrenarse con esfuerzo. En un segundo tiempo, tuvieron que encontrarse y trabajar juntos para buscar la unión desde sus diferentes estilos. Al final viene ese resultado fecundo de un patinaje excelentemente coordinado, donde dos parecen uno.
Federico Mayor Zaragoza afirmaba un día que “El mundo que dejemos a nuestros hijos dependerá en gran medida de los hijos que dejemos a nuestro mundo”. Si somos capaces de transmitir la belleza de la sexualidad humana, los jóvenes aceptarán que les quitemos las vendas de sus heridas. Hagamos esto con la máxima competencia profesional, cultivemos la formación y el estudio y no dejemos de ser interlocutores competentes de este mensaje de esperanza.
Jokin de Irala
Prof. Titular de Universidad de Medicina Preventiva y Salud Pública.
Vicedecano de Formación Médica, Investigación y Posgrado. Facultad de Medicina.
Director del proyecto “Educación de la Afectividad y de la Sexualidad Humana” del Instituto Cultura y Sociedad
Universidad de Navarra