La fe cristiana es vida nueva que llena de alegría y paz todos los instantes de la vida.
El modo de transmitir la vivencia de la fe no es la disertación académica ni la investigación erudita, sino un modo que llega a toda persona y al fondo de la persona.
La fe cristiana no es un saber puramente intelectual, sino que anima toda la vida del creyente. “La Iglesia, como toda familia, transmite a sus hijos el contenido de su memoria. ¿Cómo hacerlo de manera que nada se pierda y, más bien, todo se profundice cada vez más en el patrimonio de la fe? Mediante la tradición apostólica, conservada en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo, tenemos un contacto vivo con la memoria fundante” (Papa Francisco, Enc. Lumen fidei, n. 40).