"Hemos echado al niño del jardín de la infancia; le hemos convertido antes de tiempo en un pequeño adulto".
En un discurso de 1990, Vaclav Havel explicaba cómo, en la época de la dictadura comunista, los hijos de los disidentes checoslovacos, "aunque no podían estudiar y tenían que soportar los arrestos y persecuciones de sus padres, no se enojaban con ellos, al contrario, los respetaban". En esa misma intervención, el intelectual checo denunciaba la situación contraria de tantos niños, supuestamente libres, abandonados a una "pseudoprotección porque sus padres, sea de buena fe, por autoengaño o como mentira consciente, continúan actuando mal y, de hecho, los dañan más que a sí mismos".