Si convertimos la sensibilidad personal −los sentimientos subjetivos− en fuente de moralidad de los propios actos, se llega a conclusiones indeseadas.
La revista World Archaeology ha publicado recientemente un trabajo del equipo de Penny Spikins, de la Universidad de York, en el que analizan los restos de un varón de Neanderthal de hace entre 45.000 y 70.000 años, con numerosas fracturas consolidadas en cráneo y extremidades, de las que concluyen pérdida de la visión y del movimiento del brazo derecho y de la pierna izquierda. Las lesiones le hubieran imposibilitado la vida en las condiciones de la época, y, sin embargo, la consolidación de las lesiones óseas y la deformación compensatoria de la pierna derecha demuestran una larga supervivencia posterior.