lunes, 16 de febrero de 2015

Amar sin sombras ni Grey

   
   Os ofrezco un artículo del Dr. Irala sobre esta película. En la cresta de la ola encontraréis la reseña que publiqué el viernes pasado.

  Hay cierta fascinación por la película 50 sombras de Grey, basada en la novela del mismo nombre. Es el “regalo” de San Valentín que Universal Pictures tiene reservado para nuestra juventud. Muchos acudirán a ver la película por curiosidad o por no decir que no la han visto, contribuyendo así al negocio millonario que mueve el best seller de E.L. James y quedando negativamente afectados por lo que ven. La historia entre Ana y Christian Grey contiene muchas mentiras sobre el amor y la sexualidad. 

   En primer lugar, Christian, inmensamente rico, se presenta como “la fantasía sexual” más interesante para las mujeres. Pero realmente es una persona gravemente dañada. A los 15 años mantuvo una relación sumisa-dominante con una amiga de su madre, que como afirma, le dejó “perdido y con 50 sombras”. 

   Sus obsesiones, debidas a su pasado como víctima, se tiñen de erotismo (realmente pornografía) para hacer del libro un negocio millonario, cuando en la realidad llevarían a cualquiera a la consulta de un psicólogo. Nos podemos preguntar cuál sería nuestra reacción si hubiese sido Ana la víctima de una relación patológica con un amigo de su padre y se fantasease sobre ello. Los problemas sexuales no son algo “sexy”: son problemas que hacen daño a quienes los sufren y también a quienes fantasean con ellos.

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