El adjetivo “católico” y su correspondiente conjunción adversativa son como los platillos contrapuestos de una balanza, que, con demasiada frecuencia vienen juntos
―Yo soy católico, pero…
Me lo dijiste nada más llegar y ahora pienso que debo darte las gracias porque, sin pretenderlo, me has proporcionado un buen argumento para el próximo artículo que escriba en la prensa de papel. Quizá lo titule “católicos con adversativa” o “católicos-pero”.
El adjetivo “católico” y su correspondiente conjunción adversativa son como los platillos contrapuestos de una balanza, que, con demasiada frecuencia vienen juntos. En algunos casos, la carga del pero es mínima: “Soy católico, pero no practicante”, “católico, pero un poco abandonado”… En otros, por desgracia, el pero pesa demasiado: Soy católico “pero no creo en el Papa”, católico, “pero sin dogmas”, “pero a mi manera”…
Eso me dijiste tú, y quizá fui algo brusco cuando te aconsejé:
― Te sugiero que seas un poco menos católico. Sé sincero del todo. Reconoce que has abandonado la fe y tal vez sí seas capaz de tomar carrerilla y volver desde lejos, sin tratar de inventar un catolicismo a tu medida.
Enrique Monasterio
PensarPorLibre.blogspot.com
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