Harvard |
La educación es una tarea de la familia, de los medios de comunicación, del vecindario, de la comunidad y de algo fundamental: los profesores tienen que tener vocación y demostrarlo
Hace unos días, el psicólogo Howard Gardner recibió el premio Príncipe de Asturias en la categoría de Ciencias Sociales. El jurado reconoció sus aportaciones al estudio de la inteligencia humana destacando su innovadora teoría de las inteligencias múltiples. A partir de sus investigaciones, quienes nos dedicamos a la educación contamos con ocho dimensiones o capacidades para medir los aprendizajes. Si antes decíamos que el coeficiente intelectual de una persona se obtenía dividiendo por la edad el resultado obtenido en una única prueba, ahora el cálculo no será tan fácil porque hay ocho tipos de inteligencia: la lingüística, la lógico-matemática, la musical, la corporal, la intrapersonal, la interpersonal y la naturalista.
Los buenos educadores no tenían que esperar a que viniera este señor de Harvard para recordarles el limitado conocimiento que nos proporcionan los test de inteligencia. El buen educador no es quien segrega, clasifica o margina a los alumnos según el resultado de los test de inteligencia, sino aquel que utiliza su capacidad de discernimiento y habilidades pedagógicas para descubrir, potenciar y facilitar el desarrollo de las capacidades, potencias intelectuales, cualidades personales o simplemente dotes de cada alumno. Una compleja actividad económicamente desprestigiada y socialmente poco valorada con la que emergen los talentos que dinamizan y vertebran las sociedades; no sólo el profesor consigue dar lo mejor de sí mismo sino que los alumnos desarrollan sus capacidades, descubren sus inteligencias y se preparan para dar lo mejor de sí mismos.
LEER MÁS
LEER MÁS
Agustín Domingo Moratalla
Las Provincias / Almudí
Las Provincias / Almudí
No hay comentarios:
Publicar un comentario