Los partidarios de la libre elección de escuela siguen avanzando en Estados Unidos, a pesar de los límites de algunos estados con mayoría demócrata y de las demandas judiciales y otros obstáculos de los sindicatos de profesores. Desde las pasadas elecciones de 2010 el crecimiento de las denominadas charter schools –de carácter público pero gestionadas por entidades independientes– está siendo constante tanto en número de alumnos como de estados que las acogen. El motivo es claro: los padres buscan una educación de calidad, y las charter schools están consiguiendo resultados superiores a los de las escuelas corrientes.
Este verano, y a medida que se acercaba el comienzo de curso, se ha vivido una auténtica batalla entre los partidarios y los detractores de la libre elección de escuela en la enseñanza pública. El conflicto, lejos de estar resuelto, ha puesto en evidencia que es una cuestión de carácter político, que se ha regulado hasta ahora al margen de resultados académicos y de las investigaciones sobre la eficacia de las escuelas de gestión independiente. Así lo muestran las manifestaciones de padres y las demandas judiciales cruzadas en Nueva York, donde más se han agudizado los enfrentamientos.
En varias sentencias de julio y agosto, el juez Feinman ha zanjado las demandas de los sindicatos de profesores y de la NAACP (una asociación para la defensa de los derechos civiles de los negros), que trataban de impedir un plan de reformas escolares que admitía en edificios públicos neoyorquinos a charter schools. Feinman, que se considera incompetente para interpretar los criterios de la política educativa, ha remitido los conflictos a esas autoridades, y a finales de agosto desbloqueó la apertura de 22 escuelas charter que estaban pendientes de su sentencia. Se da la paradoja de que precisamente la asociación NAACP se oponía a la llegada de las charter a los espacios libres de los edificios públicos, mientras madres y padres de Harlem –de familias negras– se manifestaban a favor de esa ampliación a la que podrían tener acceso sus hijos.
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