La XXX Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia nos trajo una vez más mucho más de lo que se esperaba. Y eso no solo en lo referido al número de asistentes (dos veces más de las cifras que se barajaban hace tan solo unas semanas).
Para el Papa Francisco, para los organizadores y para los peregrinos, han sido unos días muy intensos y con un calendario repleto. El Santo Padre, además de los actos directamente vinculados a la JMJ, visitó Częstochowa para celebrar allí una Misa con ocasión del 1.050 aniversario del bautismo de Polonia (Pablo VI no pudo acudir al “milenio”), y viajó al antiguo campo de concentración y exterminio alemán Auschwitz-Birkenau.
El silenció que guardó durante esta visita resonó como un grito desgarrador. También fue muy emotivo su encuentro con supervivientes judíos y polacos de Auschwitz y con quienes arriesgaron sus vidas y las de sus familias por salvar a hebreos del Holocausto.
Aceprensa
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