Thérèse Hargot es diplomada en Filosofía y Sociedad por la Sorbona de París, máster en Ciencias de la Familia y de la Sexualidad y sexóloga, y acaba de publicar Une jeunesse sexuellement libérée (ou presque) [Una juventud sexualmente liberada (o casi)], un ensayo sobre la realidad de la sexualidad en el mundo moderno frente a las ideas preconcebidas por la ideología feminista dominante.
Eugénie Bastié ha entrevistado a Thérèse para Le Figaro, donde denuncia que, aunque creemos haber sido liberados por la revolución sexual, entre el culto a la prestación impuesta por la industria pornográfica y la ansiedad difundida por una moral higienista, nunca hasta ahora la sexualidad ha estado tan reglamentada.
-En su libro Une jeunesse sexuellement libérée [Una juventud sexualmente liberada], usted se interroga sobre el impacto de la liberación sexual en nuestra relación con el sexo. ¿Qué ha cambiado fundamentalmente?
-Fundamentalmente, nada. Si la norma ha cambiado, nuestra relación con la norma es la misma: permanecemos en una relación de deber. Hemos pasado simplemente del deber de procrear al de alcanzar el orgasmo. Del «no hay que tener relaciones sexuales antes del matrimonio» al «hay que tener relaciones sexuales lo antes posible». Antes, la norma la daba una institución, principalmente religiosa; hoy la da la industria pornográfica. La pornografía es el nuevo vector normativo en materia de vida sexual.
serpersona.info
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