Varios países han puesto en marcha programas para evitar la radicalización, pero las diferencias dentro del islam y un laicismo hipersensible ponen trabas a estos esfuerzos.
Los ataques yihadistas en Europa y Estados Unidos han devuelto a la actualidad el debate sobre el multiculturalismo, sobre todo en lo que se refiere a la religión.
Si bien es cierto que detrás de muchos de los atentados se pueden percibir causas socioculturales (desigualdad, segregación) o personales (problemas de relación, crisis de identidad o cuadros psicopáticos de los terroristas), también lo es que el elemento religioso ha estado presente. Europa ha tomado nota, pero la respuesta no está siendo la misma. Algunos países han apostado por un enfoque más policial, mientras que en otros se está dando más importancia a la formación de los líderes religiosos.
Educación contra el radicalismo
Suecia, por ejemplo, va a comenzar en septiembre el primer curso universitario de teología islámica financiado por el Estado. Se trata de formar líderes musulmanes –aunque la matriculación está abierta a todo el que quiera– con una buena educación religiosa y, a la vez, un conocimiento de la sociedad sueca, de forma que puedan promover un islam “contextualizado”.
Aceprensa
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