Dos décadas y media en las que los jóvenes y el Papa se unen bajo el mismo objetivo: profundizar en el mensaje de la fe.
Miles de jóvenes acudirán, del 27 al 31 de julio, a la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, rememorando así los XXV años de la experiencia vivida por san Juan Pablo II, en 1991.
Dos décadas y media en las que los jóvenes y el Papa se unen bajo el mismo objetivo: profundizar en el mensaje de la fe. El lema de este año es: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
El tema del amor y la verdad también estuvieron muy presente en el mensaje de la JMJ de 1991; cuando hacía poco que habían caído regímenes totalitarios y recuperado libertades. El Cardenal Stanislaw Dziwisz, que fue secretario personal del papa polaco, recordaba hace poco: “Ese encuentro, en el santuario de la Virgen negra de Czestochowa, reunió a 200.000 jóvenes del Este, que pudieron participar junto a jóvenes del Oeste, supuso una apertura a la libertad”. Ahora Dziwisz espera que esta nueva Jornada “sirva para difundir los valores morales y la paz, en un mundo dividido”.
En la VI Jornada de 1991, bajo el lema “Habéis recibido un espíritu de hijos…”, el amor y la misericordia también estuvieron muy presentes en el mensaje san Juan Pablo II. “La herencia de los hijos de Dios exige también el amor fraterno a ejemplo de Jesús (…) Invocando a Dios como Padre, es imposible no reconocer en el prójimo −quien quiera que él fuere− un hermano que tiene derecho a nuestro amor. Aquí está el gran compromiso de los hijos de Dios: trabajar en la edificación de una convivencia fraterna entre todos los pueblos”.
El papa Francisco visitará algunos de los lugares donde estuvo san Juan Pablo II, como el santuario de la Virgen negra de Czestochowa, y el campo de concentración nazi, de Auschwitz.
Francisco recuerda, en su mensaje a la JMJ 2016, la figura y ejemplo de Juan Pablo II: “Sé lo mucho que ustedes aprecian la Cruz de las JMJ −regalo de san Juan Pablo II− que desde el año 1984 acompaña todos los Encuentros mundiales de ustedes. ¡Cuántos cambios, cuántas verdaderas y auténticas conversiones surgieron en la vida de tantos jóvenes al encontrarse con esta cruz desnuda! Quizás se hicieron la pregunta: ¿De dónde viene esta fuerza extraordinaria de la cruz? He aquí la respuesta: ¡La Cruz, es el signo más elocuente de la misericordia de Dios. ¡Esta, nos da testimonio de que la medida del amor de Dios para con la humanidad, es amar sin medida!
Edgardo Calvente, en carfundacion.es.
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