Cualquier creyente de a pie sabe que, así como la mula y el buey, hay otros elementos como la fecha de nacimiento de Jesús, el nombre de los reyes magos o tantos aspectos que son bonitos pero no esenciales para la fe y quizás por ello los evangelistas lo pasaron por alto
El Papa ha cambiado el pesebre. Así lo han afirmado no pocos medios de comunicación en los últimos días tras la publicación del último libro de la trilogía de Jesús de Nazaret sobre la infancia de Jesús. “El Papa afirma que no había mula ni buey en el portal de Belén”, dice el diario El País de Madrid. “También dijo que la mula y el buey no van en el pesebre”, es el subtítulo de El Espectador. “Un pesebre sin burro ni buey, aseguró el Papa”, tituló este diario en su edición digital.
Según el manual de redacción de El Colombiano, los títulos tienen el fin de “atraer al lector al tiempo que sintetizar la información”. Los títulos que acabamos de ver, aunque cumplen con el objetivo de captar al lector, en lugar de sintetizar la información, la distorsionan maliciosamente.
Al ver estos titulares me extrañó la decisión del Papa y pensé encontrar en los artículos la información sobre por qué la mula y el buey no iban en el pesebre. Pero al leer los artículos vi que no decían que el Papa hubiera suprimido estos animalitos. ¿Por qué? Pues sencillamente porque esto es falso. Veamos lo que dice al respecto este libro en la página 76:
«El pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1,3: “el buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende”».
Cualquier creyente de a pie sabe que, así como la mula y el buey, hay otros elementos como la fecha de nacimiento de Jesús, el nombre de los reyes magos o tantos aspectos que son bonitos pero no esenciales para la fe y quizás por ello los evangelistas lo pasaron por alto. La mula y el buey hacen parte de la tradición cristiana. Tanto, que están presentes cada año en el pesebre de la plaza de San Pedro en el Vaticano.
Lo increíble es que muchos columnistas y blogueros hayan lanzado duras e ignorantes críticas contra el Papa por la supuesta supresión de los animales en Belén, como si se hubiese tratado de la proclamación de un nuevo dogma de fe. Me pregunto si ya leyeron el libro, o al menos los extractos del mismo que han salido en estos días en tantas páginas web. Me temo que se quedaron en los titulares deficientes de los periódicos. Lamentable que estos comentarios distorsionen la noticia de la publicación de un nuevo libro que completa una magnífica trilogía y que puede prepararnos espiritual e intelectualmente, para vivir el misterio de la Navidad.
Carmen Elena Villa BetancourtElColombiano.com / Almudí
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