Juan Luis Lorda propone una reflexión a partir de la regulación de parejas homosexuales:
El asunto merece una reflexión. En primer lugar, no se entiende por qué hay
que bendecir y dotar de beneficios fiscales a la unión sexual de dos personas y
no, por ejemplo, a la unión de tres, cuatro o más personas; por no hablar de la
unión, sexual o no, de personas y animales, asunto todavía dudoso dentro del
ámbito que se autotitula progresista.
Tampoco se entiende por qué el deseo de convivir y otorgarse mutuamente favores
sexuales tiene que tener mayor consideración y derechos que otras uniones sin
contenido sexual, pero que son más beneficiosas para la sociedad. Es decir, por
qué se privilegia las uniones sexuales y, en cambio, no se celebran y se dota
de beneficios fiscales a la unión, temporal o permanente, de los cuatro
compadres que forman una partida de mus, del grupo de cazadores que salen todos
los domingos, o simplemente del grupo de amigos que van juntos al cine o a
tomar unas cervezas.
No se entiende por qué la unión de dos personas por
intereses sexuales, que suele ser bastante efímera, ha de tener más derechos
fiscales que las comunidades religiosas que se unen por fuertes y estables
intereses religiosos y benéficos (aquí sí que hay una grave discriminación). No
se entiende por qué el trato sexual privado de dos, tres o más personas,
reporta más beneficios y merece mayor atención que cualquiera de las otras
formas de convivencia sin sexo. Todas son relaciones humanas, pero las otras
son menos privadas; y por eso mismo, merecerían mayor reconocimiento y
beneficios fiscales.
Si dos amigos se quieren mucho y no hay sexo por medio, no hay derechos ni beneficios fiscales en herencias y pensiones. Pero si declaran que hay sexo, entonces hay nuevos derechos y beneficios fiscales. Si cuatro amigos se reúnen durante toda la vida para jugar al mus no hay derechos ni beneficios fiscales. Pero si declaran que se reúnen de dos en dos para practicar el sexo, entonces sí que los hay. A ver si esto no es un absurdo jurídico y una discriminación por razón de sexo.
Juan Luis Lorda
SER PERSONA
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