La escritora María Vallejo–Nágera comparte sus reflexiones sobre la inocencia y la sencillez que requiere la fe: «Los sabios y los que saben mucho son unos cobardes para las cosas de Dios»
Habla como si tocara las palabras con algodones. Hay un primor alegre y una emoción tersa en su voz. Elude las ironías dolientes y las posturas engoladas de esos eruditos que deslumbran al lector con vocablos inusuales. El cariño y la suavidad con que se expresa rezuman convencimiento sereno.
No apela a la tragedia, a lo tremendo, al miedo, aunque el Purgatorio y los milagros son recurrentes en sus libros. Y eso que, de los catorce que ha publicado, el primero, El patio de los silencios −con el que estuvo cerca de ganar el Premio Planeta−, era «un libro ateo» con un sacerdote como personaje negativo. Según su propio testimonio, aquella editorial la tenía como niña mimada, tras esa novela que no dejaba, precisamente, en buen lugar a la Iglesia.
Sin embargo, viajó, sin muchas ganas, a Medjugorje, en medio de una tierra recién devastada por la guerra. Cuando llegó allí, se sintió reconfortada por la presencia de los cascos azules españoles, aunque notaba una inquietud y molestia constante en su interior. Acudió a regañadientes a una misa concelebrada por docenas de sacerdotes, e inició a partir de ese momento un proceso de plena transformación personal y espiritual. Es María Vallejo–Nágera (Madrid, 1964).
Sus libros hablan de religión de una manera que hoy sorprende: la religión como un misterio.
Procuro compartir con mis lectores todo lo que yo descubro sobre la fe católica. ¡Antes de mi conversión en el año 2000 lo desconocía todo sobre el catolicismo! Nuestra fe está llena de maravillas, de amor infinito… Me sorprende cada día más. Conforme más y más estudio sobre la Biblia, más me enamoro de la palabra de Dios… Y esto es lo que deseo compartir con mis lectores, sean de la religión que sean.
Hoy hay quienes no creen que el milagro de los panes y los peces del Evangelio fuera tal como aparece en el texto; dicen que el único el milagro consistió en que Cristo hizo despertar la solidaridad.
Cada uno es libre de creer lo que quiera. Si me preguntas a mí, yo creo en los Evangelios a pies juntillas. Por lo tanto, para mí, sí que el milagro de los panes y los peces sucedió tal y como nos lo cuentan los evangelios. He tenido profesores magníficos en dos de las mejores universidades del mundo que me han presentado ese milagro tal y como lo expones tú en la pregunta: y sus apreciaciones se parecían a eso de «despertar la solidaridad». Yo no soy nadie, y ellos tienen montones de Doctorados en Teología y todo lo que usted quiera, pero repito: yo sí creo lo que pasó en ese milagro, tal y como lo describe la Palabra Sagrada. Que haya teólogos por todos sitios llenos de razonamiento exacerbado no es mi problema. Es el suyo. Allá cada uno con su conciencia. También he oído decir de la boca de un teólogo de gran fama que no es verdad que Cristo se haga un Dios presente en un trozo de pan consagrado cuando un sacerdote consagra. Yo no me meto con nadie, pero no estoy de acuerdo con este tipo de teología.
Leo el Catecismo y me entero de cosas que los sacerdotes
no me han enseñado desde el púlpito
Usted habla del Cielo, del Purgatorio, del Infierno… Temas muy ausentes en las homilías dominicales.
Repito lo que decía en la primera pregunta: estudio la Biblia, me enamora la Palabra de Dios, leo el Catecismo y me entero de cosas que los sacerdotes no me han enseñado desde el púlpito. Ahora lo cuento yo y… algunos se enfadan. Yo les contesto: «Pues habérnoslo contado usted, porque estaba deseando saber de estos temas». Son dogmas de fe, y el que no quiere creérselos, pues peor para él. Yo me los creo. Yo me intereso y me creo el Catecismo al dedillo. Es un gran maestro de espiritualidad católica ese libro (el Catecismo). A veces hay sacerdotes que parecen que no tienen un ejemplar en su casa…
Milagros. Apariciones. Como las de Cubas de la Sagra, en Madrid.
Sí. Repito: todo sobre la Teología Escatológica me parece interesantísimo. Por eso la investigo y escribo sobre ella.
Antes de mi conversión en el año 2000
lo desconocía todo sobre el catolicismo
El desconocimiento que tenemos de Cubas de la Sagra hace que llamemos a este lugar «la Fátima de Madrid» o «la Lourdes de Madrid».
No estoy de acuerdo. Es precisamente porque conocemos ese lugar, por lo que muchos lo llamamos así. Yo he escrito un libro muy fácil de leer (es una novela policíaca), para exponer todo lo que he investigado de Cubas de la Sagra. Se llama Niña Juana, es de la editorial La Esfera de los Libros, y está a la venta en toda España y también en el Monasterio de Cubas de la Sagra. Por cierto, todos los libros que he escrito y que venden en ese lugar de Dios les ayudan económicamente mucho. Es un Convento que, como todos los de España ahora, necesitan ayuda económica. Les animo a visitar a las hermanas.
Cubas de la Sagra fue un centro espiritual de primer grado durante el siglo XVI, cuando España acomete la mayor labor evangelizadora de toda la historia de la Iglesia.
Así es. Y cuando se lo he contado a muchos sacerdotes (no a todos), se han extrañado… Nada sabían del lugar. ¡Qué pena!
Yo me intereso y me creo el Catecismo al dedillo
La Salette, Lourdes, Fátima… ¿A qué cree usted que se deben estos nómenos?
A la Misericordia pura y dura de Dios Padre.
Casi siempre las apariciones tienen como protagonista a una o varias niñas. Por lo general, pastorcillas.
Así es. Dios escoge gentes humildes, muy básicas, inocentes… Llenas de pureza y vacías de maldad. Si escogieran a los grandes profesores de Universidades…, yo creo que no contarían nada de nada, no compartirían nada de nada, y además vivirían aterrados de que se burlaran de ellos. Dios necesita corazones de niños para trabajar. Los sabios y los que saben mucho son unos cobardes para las cosas de Dios (no meto en el saco a todo el mundo, que quede claro, pero una gran mayoría…).
En un mundo tan secularizado como este, con cada vez menor práctica religiosa, ¿cómo asumir mensajes como el de Fátima, centrados en la oración y los sacramentos, frente a la amenaza de un castigo, empezando por el Castigo Eterno del Infierno? Ahora la única amenaza es el «cambio climático», que nos obliga a mortificaciones como dejar de comer carne, pagar más cara la electricidad o no tener coche propio.
Repito: hay que asumirlo desde los ojos de un niño. Los adultos estamos muy cegados por la vida, los problemas económicos, la Covid, los divorcios, las enfermedades, la política, el descontrol de la violencia entre muchos jóvenes… Yo recomendaría a todos que se acercaran un poquito a Fátima y se enteraran de lo maravilloso que sucedió ahí.
Dios escoge gentes humildes, muy básicas, inocentes…
llenas de pureza y vacías de maldad
¿Cree usted que durante la pandemia se han recuperado este tipo de planteamientos marianos y devotos, centrados en las Postrimerías y el rezo del rosario?
Regular. En muchos casos sí; en muchos casos no… Pero, por lo menos, mucha gente se ha dado cuenta de que aquí no hay nadie inmortal y de que todos podemos morir en cualquier momento. Entonces, después… ¿qué? Hay que empezar a pensar que aquí nadie está libre de nada, y que todos tenemos que morir un día, nos guste o no. Es mejor que vayamos espabilando con estas cosas, ¿no le parece?
Usted se «espabiló» en Medjugorje…
Sí, mi alma, que la tenía totalmente anestesiada por las cosas del mundo, despertó de un plumazo. Se acabó para mí la vida anterior a ese segundo en el que pude sentir la presencia de Jesús en mi corazón. Hubo un antes y un después. Han pasado 21 años de aquella experiencia en Medjugorje y sigo deseando lo que despertó en mí ese día: salvar mi alma y pasar la eternidad junto a Dios. No tengo ni la más mínima duda de que Dios existe, y la verdad, yo quiero vivir y estar junto a Él.
Sus lectores son muy numerosos. ¿De cuántos hablamos? ¿Hemos de suponer que asimilan este tipo de forma de ver la vida y la fe?
¿De cuántos hablamos? ¡Vaya pregunta!, mi querido periodista… ¿Cómo lo puedo yo saber? No tengo ni idea, pero sí sé que me escriben miles de personas a la web y que, lamentablemente, no puedo atender a todos. Eso ya dice algo. En cuanto a la segunda pregunta que me hace aquí: tampoco sé si asimilan o no esta forma de ver la vida y de la fe. Yo solo sé que me escriben mucho y que desean que les ayude, en la medida de lo posible, a entender estas realidades tan misteriosas y sobrenaturales de Dios.
Entrevista de José María Sánchez Galera, en eldebatedehoy.es
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