Ha llegado el momento de analizar la realidad, de plantearnos preguntas sobre la situación actual y tratar de buscar soluciones. Pero… ¿qué está pasando?
Pero… ¿qué está pasando? La violencia es causada por problemas o discapacidades psíquicas, físicas o mentales, por la edad, por un historial difícil y por problemas sociales que son potenciadores como la pobreza, el paro, la inseguridad, el consumo de drogas, el abuso del alcohol y el porte de armas (lamentablemente estas tres últimas son las más rentables del mundo).
A lo que todos aspiramos es a poder trabajar en paz, salir a la calle sin temor a un robo o a una agresión, a llevar una vida donde no haya cabida para los actos vandálicos y delictivos, contra la propiedad pública o privada. Los sentimientos destructivos e inhumanos no deberían albergar en nuestros corazones.
La UNESCO aboga por una cultura de No- Violencia y la transmisión de valores como la tolerancia, la solidaridad y el respeto mutuo. Todas las instituciones deben condenar los discursos de odio y sancionar los que constituyen delito. El aliento y el apoyo del Vicepresidente del Gobierno (para más ironía Ministro de Derechos Sociales) a estas manifestaciones violentas es increíble, como también lo es que el Presidente engulla y le permita todo con tal de continuar con la coalición y… ¡Todo va bien!
El encarcelamiento del rapero ha prendido la mecha pero la leña que arde es la situación actual y el catalizador son las personas y colectivos que permaneciendo en el anonimato a través de las redes sociales y mensajería les animen sin escrúpulos.
Formamos un colectivo en el que cada acción es importante y por lo tanto, todos somos responsables. ¿Qué modelos tienen los jóvenes? ¿Será que les hemos mostrado una sociedad y una manera de vivir que no es la real? ¿Les hemos hecho caprichosos, sin valores, sin capacidad de esfuerzo y sin ganas de trabajar ni estudiar? Están saqueando las tiendas de Nike, Apple, Versace, etc… pero no cogen picos, ni palas, ni herramientas de trabajo.
Desde mi humilde opinión, las sanciones deberían encaminarse a realizar cursos de convivencia, formación y sobretodo ponerles a reparar y a reconstruir los daños ocasionados y sin ninguna clase de retribución.
¡Una sociedad se vuelve grandiosa cuando las personas plantan árboles cuyas sombras saben que nunca disfrutarán! Actuemos en consecuencia para que nuestros descendientes se sientan orgullosos de nosotros.
Carmen Agud, en lacomarca.net/
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