sábado, 8 de agosto de 2015

El silencio de los inocentes

El Papa envía unas palabras de esperanza y denuncia en una carta la pasividad ante la persecución de los cristianos en Irak






Carta del Santo Padre al Vicario patriarcal para Jordania, sobre la situación de los prófugos
A S.E.R. Monseñor Maroun Lahham
Querido hermano, aprovecho la visita a Jordania de S.E.R. Mons. Galantino, Secretario General de la Conferencia Episcopal Italiana, para llevar una palabra de esperanza a cuantos, oprimidos por la violencia, se han visto obligados a abandonar sus casas y su tierra.
Muchas veces he querido dar voz a las atroces, inhumanas e inexplicables persecuciones de quienes en tantas partes del mundo −y sobre todo entre cristianos− son víctima del fanatismo y de la intolerancia, a menudo a los ojos y ante el silencio de todos. Son los mártires de hoy, humillados y discriminados por su fidelidad al Evangelio. Mi recuerdo, que se vuelve llamada solidaria, quiere ser la señal de una Iglesia que no olvida y no abandona a sus hijos exiliados a causa de su fe: que sepan que una oración diaria se eleva por ellos, junto al reconocimiento por el testimonio que nos ofrecen.
Mi pensamiento va también a las comunidades que han sabido hacerse cargo de estos hermanos, evitando volver la mirada a otra parte. Vosotros anunciáis la resurrección de Cristo al compartir ese dolor y con la ayuda solidaria que prestáis a los cientos de miles de prófugos; al inclinaros sobre los sufrimientos que quieren ahogar la esperanza; y con vuestro servicio de fraternidad, que aclara tantos momentos oscuros de la existencia.
Que el Señor os recompense, como solo Él puede hacerlo, con la abundancia de sus dones.
A su vez, que la opinión pública mundial esté siempre más atenta, sensible y partícipe a las persecuciones contra los cristianos y, más en general, contra las minorías religiosas. Renuevo el deseo de que la Comunidad Internacional no asista muda e inerte ante este inaceptable crimen, que constituye una preocupante deriva de los derechos humanos más elementales e impide la búsqueda de la convivencia entre pueblos, culturas y creencias religiosas.
Por favor, le pido que rece por mí. Que el Señor le bendiga y la Virgen le proteja.
Fraternamente,
Francisco
Roma, 31 de julio de 2015

Traducción de Luis Montoya.

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