viernes, 28 de agosto de 2020

Veracidad, sinceridad

 


La veracidad es una virtud importante y sin ella las relaciones entre los hombres se enredan y complican. Si la verdad está ausente, se hacen imposibles la comunicación y el entendimiento entre las personas, las palabras se vacían de sentido al transmitir algo que no es real, sino mentira. 

No se puede construir sobre la mentira porque detrás de ella no hay nada. «Sin la verdad el hombre pierde el sentido de su vida»[Benedicto XVI]. Los hombres no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen con verdad. «La virtud de la veracidad da justamente al prójimo lo que le es debido; observa un justo medio entre lo que debe ser expresado y el secreto que debe ser guardado: implica la honradez y la discreción»[CEC].

 La sinceridad es una virtud humana importante. Ir por la vida con mentiras, disimulos, intenciones escondidas o medias verdades lleva a la infelicidad a través de inseguridades y desconfianzas. Todas las mentiras contienen fisuras por las que se puede descubrir la falsedad de la persona. 

«Leías en aquel diccionario los sinónimos de insincero: “ambiguo, ladino, disimulado, taimado, astuto”… –Cerraste el libro, mientras pedías al Señor que nunca pudiesen aplicarte esos calificativos, y te propusiste afinar aún más en esta virtud sobrenatural y humana de la sinceridad»[San Josemaría Surco 337]. 

Quienes mienten y disimulan no logran comunicación con los demás porque crean una barrera entre persona y persona que impide la confianza. Esta barrera hace imposible la amistad, crea a su alrededor una maraña de malos entendidos que esconden la realidad. Al final, los mentirosos se quedan solos porque nadie se fía de ellos.

La gravedad de la mentira se mide según la naturaleza de la verdad que deforma, según las circunstancias, las intenciones del que la comete, y los daños padecidos por los que resultan perjudicados»[CEC]. Ni en las circunstancias más apuradas es oportuno mentir. Es mejor callar, si es posible; nunca decir lo que no es cierto. 

Amar la verdad 
Solo cuando en la propia vida se ha optado por la verdad y se ha cultivado esta actitud, es posible eludir la mentira. Aparecen circunstancias y momentos en los que decir la verdad es arriesgado y difícil. Sin embargo, conviene perder el miedo a aceptar las exigencias que la verdad lleva consigo.

El Catecismo de la Iglesia Católica señala otro aspecto de la veracidad: la obligación de comunicar la verdad en los medios informativos: «la sociedad tiene derecho a una información fundada en la verdad, la libertad, la justicia»[CEC]. A veces no se trata de mentiras, pero sí de medias verdades o de noticias tendenciosas, que llevan a la pérdida de veracidad de las informaciones.

En el año 1815 el diario francés Moniteur fue presentando así a sus lectores el trayecto de Napoleón hacia París: el bandido ha huido de la isla de Elba; el usurpador ha llegado a Grenoble; Napoleón entra en Lyon; el emperador llega esta tarde a París[A. Luciani]. Se da un cambio en la manera de informar por parte del periódico conforme el propio Napoleón recorre Francia y es acogido de modo favorable por las gentes: primero se le llama bandido y usurpador; el siguiente titular es neutro; en el último se le reconoce como emperador.

Con frecuencia los medios pretenden presentar su opinión o su visión de los hechos o su ideología como la verdad, inciden así en la manipulación, que puede presentarse de muy diversas formas: En el titular de la noticia, que es lo más llamativo y en lo que muchas personas se detienen, sin leer ni oír el resto.

Ejemplo claro son las noticias sobre manifestaciones en la calle: de un medio a otro las cifras oscilan entre «más de un millón de personas» o «apenas treinta mil». Lugar de la información en el conjunto del medio: Unos medios abren con determinada noticia; otros la relegan a páginas interiores; algunos –incluso– la silencian. Hay casos muy conocidos de medios de comunicación que no publican una determinada noticia, por contrastada que esté, sobre los propietarios económicos de ese mismo medio. Se entiende que «no arrojen piedras contra el propio tejado», pero el completo silencio de algo que es público es especialmente escandaloso.

Redacción de la noticia. 
Un mismo hecho se puede contar de muchos modos, con diferentes sesgos: neutral, positivo, negativo. Silenciar hechos: tanto positivos como negativos que, sin embargo, la opinión pública debería conocer. Las imágenes: retocan las fotografías de personas a las que desean agradar, favorecer o adular; en cambio, escogen las fotos de situaciones ridículas o grotescas de las personas a las que quieren desacreditar. El caso más claro de manipulación es la mentira.

La mentira propiamente dicha es la que relata los hechos de forma conscientemente contraria, en todo o en parte, a lo que son. Otra forma de manipulación es la publicación de rumores, es decir, una información no suficientemente contrastada: una noticia verdadera necesita pruebas.

Decir la verdad con caridad 
Decir la verdad es una obligación permanente. Cuando nos encontramos con errores que cometen otros, es un deber corregir. Conviene valorar antes las circunstancias, pero no debemos callar por cobardía ante las equivocaciones. Si nos mueve el afecto y el deseo de ayudar y de hacer el bien, hablar con la persona sobre aquello que hizo mal es lealtad y amor verdadero.

Sin fisuras 
Algunos consideran que el significado inicial de la palabra es, sin-cera: es decir, de una pieza y sin fisuras. Antiguamente, cuando aparecían grietas en una pieza de mármol se utilizaban cera y polvo de mármol para unirlas; quedaba bien y prácticamente no se apreciaba la rotura. Con la palabra «sincera» se certificaba que el objeto no se había roto ni arreglado después. 

Sinceridad significa reconocimiento de nuestra verdad interior: reconocer ante nosotros mismos intenciones y sentimientos y valorar si son justos o no. Esta valoración requiere, en ocasiones, un cambio para salir del engaño y rectificar. Una persona sincera y veraz rechaza las segundas intenciones cuando no son buenas.

La sinceridad significa rechazo absoluto de la mentira, el engaño y el disimulo; como virtud, implica un compromiso personal para decir siempre la verdad. San Josemaría Escrivá utilizaba a veces para celebrar Misa un cáliz que parecía de plata. Era bonito y sencillo, y tenía un baño de plata que a la vista hacía pensar que era de este metal. Sin embargo, en la base estaba escrito con todas las letras «latón»: el orfebre no había querido engañar al cliente y venderlo como si fuera de más valor. Ese hombre era sincero. La sinceridad con uno mismo y ante Dios hace a los hombres más libres. Es condición para amar, para servir, para hacer el bien.

Francisco Fernandez Carvajal

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