miércoles, 13 de julio de 2022

Sé tú mismo… y piensa como yo

Escribe Juan Meseguer: El “sé tú mismo” contemporáneo convierte en verdad incontestable la idea de que todo en mí es valioso por el hecho de ser mío. Que una sociedad tenga entre sus ideales más altos la autenticidad es una excelente noticia. ¿Y cómo no iba a serlo si en el paquete van valores como la sinceridad, la coherencia o la independencia de criterio? Pero no es este el mensaje que suele llegar a quienes oyen hoy el consejo “sé tú mismo”. 

La cultura popular invita incesantemente a los jóvenes a que sean ellos mismos, pero ¿hasta qué punto les concede luego libertad para definirse a sí mismos? Tal y como se concibe hoy día, el imperativo de ser uno mismo anda lejos del atractivo ideal que perfiló Charles Taylor en La ética de la autenticidad. El filósofo canadiense no veía incompatibilidad entre la fidelidad a sí mismo y la apertura a “horizontes de significado” que trascienden al yo, como “la historia, la tradición, la sociedad, la naturaleza o Dios”. 
 Pero ahora se lleva otra visión de la autenticidad. En su libro Tantos tontos tópicos, Aurelio Arteta lamenta que el consejo “sé tú mismo” haya llegado a significar algo tan distinto del clásico “Llega a ser el que eres”. Si la frase de Píndaro, el gran poeta lírico de la Grecia antigua, exhortaba a buscar la mejor versión de nosotros mismos a través del autoconocimiento y el ejercicio de las virtudes, el “sé tú mismo” contemporáneo –al menos, en su versión más difundida– convierte en verdad incontestable la idea de que todo en mí es valioso por el hecho de ser mío.

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