Su beatificación es un gran altavoz de Dios que llama a los corazones para que salgan de la vaciedad y se incorporen al gran movimiento de la fe que mueve montañas
No hemos olvidado que Juan Pablo II estuvo en España el año 2003 con sabor de despedida. Al volver sobre esa gran experiencia se puede ver que sus enseñanzas son actuales, especialmente para las familias y los jóvenes. Dos millones de personas acudieron aquel fin de semana de mayo de 2003 a los dos actos centrales del quinto viaje apostólico de Juan Pablo II a España, desarrollados en Madrid.
En la Plaza de Colón el Papa propuso seguir el ejemplo de los santos canonizados y aseguró a los españoles que: «Surgirán nuevos frutos de santidad si la familia sabe permanecer unida, como auténtico santuario del amor y de la vida»; recordó a todos y en particular a los más jóvenes que: «Se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo». Porque en esas jornadas memorables vimos una Iglesia que no suele aparecer en los telediarios, que está compuesta de familias y jóvenes de toda clase y condición, que viven con naturalidad su fe.
Juan Pablo II, altavoz de Dios
Ya en el año 2005 asistimos al espectáculo nunca visto de oleadas de gentes, muchos jóvenes, rindiendo homenaje a Juan Pablo II el Grande. Roma ha conocido una densidad nunca vista y se muestra como el corazón del mundo. Ahora, con su beatificación se repite la pacífica invasión de Roma; no es una masa sino una comunión de personas que muestran la fe como algo que está en la calle, que dignifica a cada uno, y que muestra la cara más amable de la sociedad. Las iglesias de medio mundo se llenaron entonces de creyentes y no creyentes rezando o pensando por el Papa y con el Papa Grande; y ahora se vuelven a llenar para dar gracias por su beatificación.
Cualquier plaza o calle es buen lugar parar reunirse a cantar o rezar dejando mensajes de agradecimiento o de fe. Aquella fue una muerte que nos hace felices y nos une a los demás. Ahora, el beato Juan Pablo II sigue cumpliendo su misión señalando que Dios no se olvida de este mundo difícil porque nos ama. Su vida coherente con la fe atrae a los más jóvenes que buscan ideales grandes para enganchar su vida y cambiar el mundo.
Pero hacen falta gigantes de la fe que acepten la llamada de Dios como ha hecho Juan Pablo II. Su beatificación es un gran altavoz de Dios que llama a los corazones para que salgan de la vaciedad y se incorporen al gran movimiento de la fe que mueve montañas. Seguro que la próxima JMJ 2011 en Madrid recogerá las vibraciones de esta beatificación mostrando al mundo que siempre hay esperanza.
Juan Pablo II, defensor de la vida
Una muestra singular de esa esperanza es el amor a la vida, que marca el futuro de la humanidad. Juan Pablo II ha mostrado dejado una huella imborrable defendiendo la vida sin fisuras, y por eso los jóvenes han seguido y siguen a este Papa: porque ha sido contrario a la guerra, al aborto y a la eutanasia. Nos ha dicho las cosas claras y no ha cambiado según las circunstancias.
Su vida le muestra como un hombre auténtico y honesto, cosa que no podemos decir de algunos políticos, científicos y famosos. Juan Pablo II siempre ha dicho sí a la vida. Parece que muchos mayores, quizá con un corazón sin esperanza, se han complicado tanto la existencia, con su egoísmo, que no saben estar siempre a favor de la vida. Pero a los jóvenes les asombra su ceguera y se resisten a ser manipulados.
Hoy día se puede acusar a la Iglesia de algunas cosas pero no de mantener la defensa de la vida, casi en solitario, contra viento y marea. Siempre proclama que la vida humana es un don de Dios y que es sagrada e inviolable. Es el gran mensaje de esperanza cristiana para todos. En la muerte del Papa Juan Pablo II hubo oleadas de corazones jóvenes que se conmovieron y ahora, con su beatificación vuelve a crecer la esperanza para la humanidad.
Jesús Ortiz López. Doctor en Derecho Canónico
Almudí
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